La creación digital discriminada
Lancho es abogado de Legalventure y Santos vicepresidente de Hispalinux
Recién traído el franquismo al mundo, en 1941, la creación cultural en España se convirtió en “orgánica”, como antes también le pasó a la democracia, y así la Sociedad General de Autores de España consiguió el cobro en monopolio de los derechos de Autor por ejecución y reproducción de las obras radiadas. Desde entonces, la Administración no ha sabido concebir el hecho creativo en otra forma que no sea la monopolística. De hecho, todavía en 2006 nuestros legisladores no han sabido cómo corregirlo en la última versión de la LPI.
Desconocemos si es real o no la crisis de la industria cultural tradicional, pero a quienes nunca les ha ido mejor es a las entidades colectivas de derechos de autor. ¿Cómo se explica? Por un lado nos encontramos que la mayor concentración de creación cultural no está ocurriendo ahora mismo en los modelos tradicionales de creación con que se legitiman las entidades de gestión. Por otro, donde se está creando masivamente es en el entorno digital y mayoritariamente en red, y es ahí donde se da mayor consumo de soportes digitales. Resulta así, que este tipo de creación es la más vulnerable, la de mayor crecimiento y la menos atendida y comprendida en España. ¿Algún blogger ha cobrado compensación por el uso privado de su creación?, porque resulta que la Directiva europea 2001/29/CE habla de uso de la obra, no de compra. ¿Es menos creación el diseño gráfico de una página web?, ¿cobra compensaciones algún diseñador gráfico en entorno digital? ¿qué sucede con el net.art?
El actual modelo de creación cultural y artístico mayoritario es sencillamente ignorado y es el que paga principalmente el canon, pero quien no lo recibe. Ese es el absurdo del actual sistema en régimen de monopolio de las entidades de gestión: en nombre de la creación digital se recaudan millones de euros que luego no se revierten en los verdaderos creadores. La actual Ley de Propiedad Intelectual nació consciente de la enorme operación económica a la que iba a servir de pretexto: primero evitó el dictamen del Consejo Económico y Social, que tenía su importancia pues así evitó que los sindicatos, los consumidores, los empresarios, es decir los agentes sociales afectados pudieran pronunciarse sobre el bendecido canon.
La creación digital, discriminada
Luego obvió las denuncias que el propio Tribunal de Defensa de la Competencia había hecho desde el año 2000 respecto de las prácticas monopolísticas de estos “protectores” de los autores. Finalmente, ni siquiera el más elemental sentido común ha sido tenido en cuenta: Para crear digitalmente es necesario soporte digital, la creación tiene que pagar su “royalty” a la entidad de gestión de turno. Digámoslo claro, en España la creación digital está patentada (existe un monopolio legal) y el que quiera hacer algo en soporte digital debe pagar. Por eso la creación digital está discriminada en España.
Démosle tiempo pero, después de la censura inquisitorial, probablemente el canon sobre soporte digital suponga la crisis jurídica más relevante en la historia de la cultura española, si se sigue ejerciendo desde un régimen de monopolio.
¿Que razón puede haber para que un músico cobre por cada una de los millones de descargas de GNU/Linex, Guadalinex, Molinux, Max, Catix...y los miles de programas libres que están en Internet? ¿acaso lo que aporta un músico a la sociedad es más valioso que lo que hace un científico, un docente, un ingeniero, cualquier profesional o la propia Administración Pública? ¿a caso una canción es más útil que los programas de ordenador que hacen funcionar nuestro sistema productivo?
En 2006, GNU/Linex contó con más de 1.600.000 descargas y Guadalinex solamente en su versión V3 otras tantas (y existen varias versiones anteriores). La licitación para la realización de esta última distribución son 47.200 ¤, cifra muy inferior a lo recaudado por la SGAE en concepto de canon por esos CD's.
Todos somos autores
En el pasado estas entidades hicieron de intermediarios entre los que creaban y los que tenían los medios para producir, distribuir y comercializar pero Internet ha eliminado la necesidad de esa gestión colectiva. En Internet TODOS somos AUTORES, PRODUCTORES y DISTRIBUIDORES.
Cuando las capacidad de influencia en nuestros políticos la encabezan unas cuantas "estrellas de la canción" agrupados junto a los patronos en un sindicato vertical que gestiona lo ajeno y que ni siquiera reconoce el sufragio universal es impensable que los ciudadanos estemos a salvo y que los autores que más contribuyen al progreso, los científicos y tecnólogos, puedan tener ese reconocimiento y estimulo que merecen por su aportación a la sociedad. Todos los lideres prometen al llegar al poder un fuerte impulso para que los investigadores, científicos y docentes desarrollen mejor su trabajo pero en cuanto se entrevistan con los artistas se dan cuenta de que mediática y electoralmente son mucho más rentables.
Mientras no haya partidos políticos dispuestos a defender a los ciudadanos frente a los colectivos con poderes fácticos no habremos alcanzado la democracia. Mientras los ciudadanos no podamos seleccionar quien nos representa en cada decisión, no podemos asegurar que se defienden los valores mayoritarios. Mientras el conocimiento humano sea tratado como una mera mercancía y no como lo más valioso que podemos compartir con los demás no llegaremos a la nueva era.
Internet es la nueva era, la era de las copias idénticas a coste despreciable, la era de compartir y no de expoliar, la era de la igualdad y de la libertad.
Internet supone la meritocracia, los esfuerzos individuales por el bien colectivo y las relaciones persona a persona (P2P) creando el mayor espacio de innovación y creación de la historia de la humanidad.
Un modelo insostenible
¿Tiene sentido que unos monopolios cuya justificación en este entorno es inexistente cobren por ello? No nos queda la menor duda de que el modelo actual es social y legalmente insostenible. Pronto las Comunidades Autónomas se darán cuenta que se vulneran sus competencias en cultura con el resultado de que millones de euros salen de sus territorios para no volver, pronto los creadores digitales serán autoconscientes y se organizarán para no servir de pretexto de cobro de las actuales entidades de gestión, pronto se cerrará el debate legal que impida imponer tarifas que no se correspondan con el uso real de los derechos y que las entidades de gestión no gestionan en régimen de exclusividad. La creación digital es ética de lo colectivo.
Nuestra preocupación es si INTERNET tiene antígenos para estos parásitos y si quienes deberían curarnos no está también contaminados habiéndose convertido a su vez en transmisores de la enfermedad.
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