Dos jóvenes mueren intoxicados en una fiesta ilegal en Madrid
Las víctimas consumieron estramonio, una planta alucinógena - La policía busca a la persona que llevó esta sustancia venenosa en un bidón a la 'rave'
Pablo Echegoyen y Alberto del Olmo, dos jóvenes de 18 años, murieron el domingo cerca de una finca abandonada en Getafe (Madrid) donde se había celebrado una rave, una fiesta clandestina de música electrónica que se prolongó hasta el amanecer. Otro chico que también estuvo en la celebración tuvo que ser hospitalizado en estado muy grave. El análisis de su sangre revela que había consumido alcohol, speed (una droga basada en la anfetamina) y estramonio, una planta de efectos sedantes y alucinógenos cuyo principal componente es la atropina, una droga empleada en algunos medicamentos.
La policía trata de averiguar quién introdujo un bidón de estramonio en la fiesta, celebrada en un bosque solitario situado a la espalda de un monasterio de Las Carmelitas Descalzas, entre las ruinas de una ermita y una bodega abandonada. Los jóvenes se envenenaron con el consumo de esta planta y su estado se agravó por el calor y el consumo de varias pastillas. Un amigo, interrogado por la policía, dijo que habían tomado drogas durante la noche y la mañana siguiente "en dosis excesivas".
"Es un asesinato", dice la madre de un chico. "Sabían que era mortal"
Un grupo se llama en Facebook: "Estuve en el Monasterio y viví para contarlo"
El sitio donde se celebró la fiesta se conoce como El Monasterio por la cruz y el altar que se encuentran en medio de las ruinas. Está en el barrio de Perales del Río, el más alejado del casco urbano de Getafe. Se llega por un camino de tierra tras pasar unas explotaciones ganaderas. En la entrada hay un cartel: "No pasar". Los investigadores tienen constancia de que se han celebrado aquí este año al menos otras tres fiestas, la último el pasado 9 de julio.
Las últimas personas que vieron con vida a uno de los fallecidos, a media tarde del domingo, fueron unos jóvenes que iban a la piscina municipal. Al verlo tan alterado le preguntaron que si necesitaba ayuda. El chico dijo que le dejaran en paz. Tras el baño la pareja se volvió a encontrar con él, aunque esta vez tirado en el suelo y llamaron al 112.
A esas horas, la madre de Pablo Echegoyen ya estaba impaciente. Su hijo no había dormido en casa y andaba preocupada. Llamó a la madre de Alberto, su íntimo amigo, con el que salía siempre. Tampoco sabía nada. Juntas, muy preocupadas, llamaron a los amigos de ambos pero nadie sabía a ciencia cierta donde estaban. Con varios de ellos, tras enterarse de que habían estado en una fiesta en Perales del Río, se pusieron a buscar por El Monasterio. Las madres se cruzaron con la Policía Local y dijeron que estaban buscando a sus hijos. Un agente señaló que poco antes habían encontrado un cadáver cerca de allí. "El policía me dijo que el muerto tenía tatuada una tela de araña en el codo. Le dije que no tenía dudas: era mi hijo. Y que no buscase muy lejos porque Alberto tenía que estar cerca. Nunca se separaban, tenían un sentido de la lealtad y la amistad muy profundo", explica la madre de Pablo. Tres horas más tarde, la Guardia Civil encontró a Alberto a unos cuatro kilómetros, también muerto. "Ha sido un asesinato. Quien metió ese bidón de estramonio sabía que era un veneno mortal. No vamos a poder abrir el ataúd de mi hijo durante el velatorio porque está totalmente morado", añadió la madre de Pablo en el tanatorio de la M-30, donde los dos amigos fueron velados en salas contiguas. El estramonio es una planta que puede resultar sumamente tóxica cuyos principios activos afectan al sistema nervioso central.
El tercer chico intoxicado, Álvaro López, que permanecía ayer por la tarde ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Universitario de Getafe, fue llevado al centro hospitalario por dos personas que también habían estado en la fiesta. Tras comprobar que lo atendían, se marcharon. La policía les buscaba ayer para esclarecer los hechos.
Este grupo de amigos de los barrios madrileños de La Elipa y San Blas no son las primeras víctimas de las fiestas clandestinas celebradas en El Monasterio. Hace cuatro años dos hombres que salían de una fiesta murieron tras estrellarse con el coche nada más incorporarse a la carretera principal, la M-301. Un altar de flores y cruces colocadas en la cuneta les recuerda. Los vecinos se quejan de que llevan siete años encontrándose a jóvenes drogados en mitad del campo. La Policía Local, en colaboración con la Guardia Civil, estuvo vigilando el paraje tras el accidente, y los sábados por la noche solía montar un control en los alrededores. Esta fiesta, convocada a través de la Red, pasó sin embargo desapercibida. El alcalde de Getafe, Juan Soler, anunció ayer, tras conocer las muertes por sobredosis, que incrementará la vigilancia y exigirá a los propietarios de la finca abandonada, según cuenta su equipo, que vallen el recinto para evitar más celebraciones.
Las raves que se celebran en El Monasterio, un lugar de paredes desconchadas, grafitis, basura, botellas vacías y preservativos, tienen eco en Internet, el principal medio por el que se suelen organizar, aunque sobre todo funciona el boca a boca. Un pinchadiscos y un equipo de música hacen el resto. En Facebook hay un grupo creado con el nombre "Estuve de rave en El Monasterio y viví para contarlo". "Si este seminario es donde yo estudié cuarto de traqueteo de mandíbula, santísimos domingos de eucaristía", escribe un usuario. Otro, pocas horas antes de que se encontrasen los cuerpos de Alberto y Pablo, había escrito: "¡Buenísima la de este finde".
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