"Es inevitable que la ciencia se resienta con los recortes"
Desde el laboratorio de Pilar Santisteban casi se ve el Hospital Universitario La Paz (Madrid), y su investigación sobre el tiroides no está lejos de los pacientes de ese gran centro sanitario, aunque ella deja muy claro que lo suyo es la ciencia básica. "Estoy estudiando cómo se forma esa glándula, que produce las hormonas tiroideas esenciales en el desarrollo del cerebro, y si conoces cómo funciona a nivel molecular es posible después entender las patologías y encontrar tratamientos", explica. La prueba que se hace a los recién nacidos pinchándoles en el talón detecta problemas congénitos de tiroides y, si los hay, se tratan en el bebé para que tenga un desarrollo normal, pone a modo de ejemplo.
"A los científicos nos fiscalizan euro por euro hasta límites insospechados"
Santisteban investiga ahora por qué en algunos pacientes de cáncer de tiroides no se asimila el iodo radiactivo que se utiliza tanto en el diagnóstico como en el tratamiento de la enfermedad. "Estamos buscando moléculas para remediarlo", dice.
Del tiroides puede seguir hablando horas: se ocupa de esta glándula desde su tesis doctoral, en los años ochenta, y ha marcado toda su carrera científica. En el laboratorio que dirige esta profesora de Investigación del CSIC, en el Instituto de Investigaciones Biomédicas, se habla de ciencia y de colaboración con los médicos. "Estoy muy contenta con las aplicaciones clínicas porque me han dado una visión nueva de la investigación", comenta. Pero en los últimos meses, la comunidad científica esta revuelta: tras varios años de notable aumento de la financiación pública de la I+D, han llegado a los laboratorios los recortes presupuestarios. "A mí me acaban de conceder el proyecto de investigación del Plan Nacional y no me han descontado nada de lo que pedí", explica. "Pero en el ambiente se percibe que los recortes han sentado bastante mal. La situación es compleja y hay sensación de que la cosa puede ir a peor: ¿cuánto tiempo se va a seguir recortando? Nos exigen estar en la frontera del conocimiento y la ciencia es cara".
¿Se va a resentir la ciencia española con el recorte presupuestario? "Es difícil contestar, porque a veces se sacan fuerzas de flaqueza, pero sí, creo que es inevitable que el sistema se resienta", contesta. La ciencia española, añade, "tiene ahora un buen nivel, aunque nos gustaría que fuera más, ¡claro!, y me refiero al área que conozco, la biomedicina".
El tijeretazo al I+D -que se recortó casi un 15% para el Ministerio de Ciencia e Innovación en los Presupuestos del Estado de este año y que está por ver cómo se refleja en la propuesta del Gobierno para 2011- afecta a los proyectos del Plan Nacional de I+D, pese a que se aseguró que se salvarían, dada su importancia clave. Se han recortado 50 millones de euros, fijándose este año la cantidad total en 380 millones frente a los 430 del año pasado. "Esto no afecta a todos por igual: los equipos punteros van a seguir siendo financiados, y se lo merecen, pero el recorte va a afectar a los grupos intermedios y a los que están empezando, a los jóvenes investigadores", dice Santisteban.
No hay que extrañarse cuando en ciencia se habla de clasificación, de equipos más fuertes y menos, porque los investigadores, en todos los países desarrollados, se someten constantemente a exámenes a partir de los cuales se adjudica la financiación de cada uno. Santisteban ha sido cinco años la gestora del Plan Nacional en el área de biología molecular y celular y conoce muy bien el proceso. "Antes de concederte el dinero del proyecto, se evalúa (por comités científicos) el interés de la propuesta y la originalidad, pero también la trayectoria del investigador, la viabilidad de la idea...", explica. "Luego tienes evaluaciones científicas anuales así como del gasto, y nos fiscalizan euro por euro hasta límites insospechados, lo que me parece bien".
El equipo de Santisteban está integrado por una decena de personas, la mitad predoctorales y la otra mitad posdoctorales. Además, colabora con los endocrinólogos de La Paz, por lo del tiroides. No cambiaría su ciencia por nada, asegura, y si volviera a empezar, volvería a encaminarse a la investigación. "Pero es muy duro, es un trabajo continuo, absorbente y muy competitivo, con alegrías y con momentos duros, aunque las primeras superan a los segundos", dice. Desde luego hay que tener decisión, empuje y muchas ganas para dedicarse a la ciencia. Esta bióloga tiene un hijo ingeniero aeronáutico y una hija que siguió los mismos estudios que la madre en la Universidad, pero ninguno de los dos se ha encaminado a la investigación.
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