Más del 60% de los cadáveres donados a la ciencia son de ciudadanos extranjeros
En la última década se ha incrementado el número de donaciones de españoles
Los extranjeros, ciudadanos comunitarios en su mayoría, siguen nutriendo las facultades de Medicina españolas de cadáveres donados para la ciencia. Más de la mitad, "quizá hasta un 65% de estas donaciones, son de extranjeros, que viven en las comunidades del arco mediterráneo o en las grandes ciudades, Madrid, Barcelona", explica el presidente de la Sociedad Anatómica Española, Francisco Sánchez del Campo. Pero las donaciones españolas "se han incrementado extraordinariamente en la última década, debido, sobre todo, al mayor nivel cultural de la gente".
Donar el cuerpo a la ciencia es una decisión que divide España en extrañas regiones. El arco Mediterráneo y en general las zonas turísticas no tienen problemas para encontrar cuerpos que sirvan de estudio en las universidades. Alicante podría ser el ejemplo. La Universidad Miguel Hernández tiene excedentes, incluso presta a quienes no tienen tantos cadáveres para Anatomía. Muchos extranjeros que viven y mueren allí prefieren donar el cuerpo. Con ello se ahorran una onerosa repatriación del cadáver y satisfacen una práctica arraigada en sus países. "Para los ingleses es un orgullo. En la Universidad de Cambrigde no tienen problemas", asegura el doctor Murillo, de uno de los departamentos de Anatomía de la Complutense.
Hay otras razones que siguen contribuyendo a la peculiar geografía de las donaciones. José Luis Bueno, de la Universidad del País Vasco y secretario general de la Sociedad Anatómica Española, cree que cabe hablar de tradición, de espectro sociopolítico, de esfuerzo publicitario. Pero se reafirma en la "gran solidaridad de todo el mundo". Ellos la notan con creces. En 2003 se inscribieron como futuros donantes unas 80 personas; en 2004 subieron a 117 y el año pasado alcanzaron las 209 donaciones. Este curso ya van por 100. Pero la solidaridad es desigual, en esto, como en la donación de órganos, aunque a veces, manda la capacidad técnica de los hospitales, servicios más perfeccionados, que la solidaridad del territorio.
En la facultad de Medicina de Badajoz, por ejemplo, apenas tienen cinco cadáveres al año. Necesitan, en ocasiones trasladarlos desde otros sitios, "con el consiguiente gasto de dinero en funerarias, salvo que el finado tuviera un seguro que lo cubra", explica Virginio García Martínez, catedrático de Anatomía de la Universidad de Extremadura. Creen que la publicidad supondría una inversión de tiempo y dinero que no sería del todo rentable.
La antigüedad de los departamentos de Anatomía es crucial porque los donantes no se convierten, por fortuna, en inmediatos cadáveres. "La gente suele decidir que dona su cuerpo a la ciencia entre los 50 y lo 70 años, más o menos. Hasta que fallecen pasan algunas décadas, así que, las universidades más antiguas están ahora recibiendo los cuerpos de aquellas primeras donaciones", explica Alberto Prats, del Departamento de Anatomía de la Universidad de Barcelona (UB). En Cataluña, como en Madrid, entre otros sitios, no hay pegas, por esa razón. Los cerca de 520 alumnos que practican disecciones con estos cadáveres en la facultad de medicina de la UB, más de 30 años con este servicio, se reparten holgadamente un centenar de 100 cuerpos en el curso.
Barcelona tiene antigüedad, pero también experiencia en publicidad. Hace algunos años ya que el doctor Domingo Ruano, ahora jubilado, difundía en radio los beneficios de donar el cadáver para uso científico. "Y se notaba, las donaciones subían, claro". En esta universidad editan folletos para potenciar esta solidaridad. Y ya es tanta, que si en un pueblo alejado alguien manifiesta su intención de donar debe hacerse cargo de que el departamento de Anatomía sólo cubrirá los gastos de traslado del cadáver una vez que éste entre en el radio de acción, unos kilómetros a la redonda de cada facultad. La familia, no obstante, se ahorrará los gastos de entierrro.
La donación siempre ha sido una práctica desinteresada que, sin embargo, contribuía al ahorro familiar. Personajes famosos, publicidad, homenajes, todo ello puede contribuir a animar las donaciones. El escritor británico Gerald Brenan donó su cuerpo a la facultad de Medicina de Málaga para evitar costes a la familia. Estuvo en una bañera de formol durante años hasta que las adminsitraciones decidieron enterrarlo con cierta solemnidad. También ahora algunas universidades organizan homenajes para agradecer al muerto y sus familias la decisión. Tras la incineración de los restos, las cenizas se entierran, por ejemplo, junto a un monumento. O se devuelven las cenizas a los familiares.
Solidaridad probada
Cualquier cadáver no sirve para uso de los estudiantes de Medicina. Ninguna persona que muera en circunstancias violentas (crímenes, accidentes) cuyo caso esté sujeto a intervención judicial servirá para ello. Las autopsias impedirían el necesario tratamiento que estos cuerpos reciben antes de destinarlos a la universidad.
No es usual que sea la familia quien decida entregarlos a la ciencia de un día para otro. Por lo general la maquinaria se pone en marcha si hubo una declaración previa del donante en la que expresaba esa voluntad. A pesar de ello si, llegado el caso, los familiares se muestran reticentes a entregar el cadáver, los departamentos de Anatomía respetan la decisión y el cuerpo no se reclama. "No basta con que alguien recuerde que el muerto manifestó su interés en algún momento, porque puede aparecer otro familiar que oyera lo contrario ", explica Alberto Prats, de la Universidad de Barcelona.
Pero la facultad de Medicina está en manos de los familiares para que les comuniquen la muerte del donante, porque, de no ser así, no podrán acudir para trasladar el cuerpo; difícilmente podrían enterarse de que el donante ha fallecido.
Los servicios de los departamentos de Anatomía tienen protocolos detallados que los donantes deben formalizar para que se cumpla su deseo. Lo que sí hacen los responsables de estos departamentos es visitar las residencias de ancianos en busca de un penúltimo gesto solidario.
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