Un adulterio creativo
El Cuerpo Nacional de Policía detiene a una mujer por decir a su marido que la habían secuestrado para quedarse más días en Barcelona con su amante
Por alargar unas vacaciones con su amante sin que se enterara el marido, una mujer de Guatemala ha montado un culebrón que ha movilizado a decenas de policías y a personal diplomático. La mujer, de familia acomodada, dijo haber sido víctima de un secuestro y de varias agresiones sexuales -todo ello resultó ser falso- para quedarse unos días más en Barcelona y no regresar al domicilio conyugal. Su aventura (y la imaginación que derrochó para ocultarla) le ha salido cara: el Cuerpo Nacional de Policía la ha detenido por simulación de delito.
La falsa víctima había llegado a España para mantener un encuentro con un hombre al que, meses antes, había conocido a través de Internet. Pero los amores de verano están condenados a un final abrupto: la mujer tenía que regresar a su país. En vez de eso, decidió tirarse a la piscina: envió mensajes de texto al teléfono móvil de su marido en el que le explicaba su trágica (y absolutamente inventada) historia. Según el relato, había sido retenida "en un lugar desconocido" y era obligada a mantener "relaciones sexuales" con su captor. En su fantasiosa historia no estaba sola: otras mujeres compartían su fatal destino.
Lo que no supo (o no quiso) imaginar es que la maquinaria policial se pondría en marcha con singular rapidez. El 28 de julio, la Embajada de Guatemala informó a las autoridades españolas del posible secuestro de una ciudadana que había aterrizado, sola, en Barcelona. Al marido, lógicamente angustiado por la desgracia de su esposa, le dieron un teléfono para estar en contacto con los agentes. Éstos descubrieron el paradero de la mujer, quien, al ser descubierta, dijo que había logrado escapar de sus captores.
La realidad tumbó a la fantasía al llegar al hospital. En la exploración, los médicos no hallaron lesión alguna que explicara las supuestas violaciones. Y en comisaría, los agentes observaron contradicciones en su declaración. Al final confesó que había mentido y por qué. Pero jugó su última carta: dijo que el hombre con el que había tenido el romance, el amante conocido en la red, le había robado unas joyas. Los agentes comprobaron que también eso era falso. Y la mujer ya no pudo fabular más.
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