Mejor en bicicleta
Un medio de transporte sostenible y saludable que se hace hueco en las ciudades. Más carriles, vehículos públicos y mayor concienciación. Pero aún queda por hacer.
En unos años, Juan Merallo se sorprenderá cuando recuerde las veces que le han llamado Indurain por ir en bicicleta al trabajo. "¿En qué me parezco a él si voy con chaqueta y zapatos?", se pregunta este miembro de Conbici, la coordinadora de asociaciones de ciclistas. Merallo lleva 18 años con este vehículo como compañero de viaje diario. "Antes éramos bichos raros", asegura.
El cambio cultural se está produciendo ahora, aunque no sin cierto retraso. España ocupa el último lugar en Europa en espacio recorrido en bicicleta por habitante en un año, con 24 kilómetros, 40 veces menos que Holanda o Dinamarca, según un estudio de Conbici. Un dato que contrasta con una de las mejores climatologías del continente para el uso de este medio de transporte y con el 66% de la población que prefiere la bicicleta al coche, lo que no implica que la usen. La conclusión, según Alberto Lorente, miembro de la coordinadora, es que la población española está preparada para incorporar este medio de transporte sin motor a su existencia cotidiana, pero faltan infraestructuras y un cambio en la concepción estructural de las ciudades.
Los ciclistas reclaman poder viejar en el metro y en Cercanías con su vehículo
Las causas del retraso español hay que buscarlas en el pasado siglo, cuando la incipiente industria de los años veinte se vio truncada por la Guerra Civil y una posterior dictadura que, como explica Albert García, de la asociación barcelonesa Amics de la Bici, prohibió el uso de la bicicleta si no era con fin deportivo o la utilizaba un niño. El desarrollo industrial y económico de la década de los sesenta llegó con una explosión del automóvil y la consiguiente transformación de las ciudades para facilitar su paso. "De ir andando o en burro se pasó al seiscientos", apunta Lorente.
Hubo quien se resistió tenazmente al automóvil. Leonor Fernández, de 80 años, era conocida en Madrid por ser la única mujer que montaba en bici en 1955. "Mis vecinas me decían que me dejara de tonterías y me pusiera a coser calcetines", recuerda. No lo tuvo fácil. Salía de casa con faldas y cuando llegaba a la carretera de A Coruña se ponía unos pantalones. Ni las críticas de los vecinos ni su expulsión de muchos lugares públicos la alejaron de su pasión. Lo consiguió el miedo a una ciudad que en 1970 ya se había convertido en un nido de coches.
Desde entonces, el nido no ha dejado de crecer. El miedo se multiplica y explica, en cierta medida, las bajas estadísticas españolas, que cifran en 11 millones el número de bicicletas en uso. "Montar es peligroso, tienes que tener los cinco sentidos funcionando al 100% porque en España el resto de vehículos no respeta la bici. Decidirme por este medio sostenible era lo único que me faltaba después de optar por un modelo de vida diferente. Había decidido vivir con menos dinero y corté con el bono de metro", explica Gahdiel Andrade, de 30 años. Según Juanma Mellado, de la asociación A Contramano, hace unos años los ciclistas respondían al tópico: jóvenes, universitarios, hippies, deportistas o niños. Hoy día, sin embargo, "hay personas de todas las edades, condiciones sociales y vestidos a su manera", dice.
Estos ciclistas concienciados de los problemas de un desarrollo exacerbado han impulsado medidas que favorecen el uso de este medio de transporte. Y en este sentido, Barcelona es la ciudad modelo. El concejal de Movilidad de esta ciudad, Francisco Narváez, asegura que es imposible pasear sin ver una bicicleta. El Ayuntamiento comenzó a introducir cambios para fomentar su uso en la década de los ochenta y ahora circulan entre 53.000 públicas y 50.000 particulares diariamente. Una población concienciada, un carril bici unificado, la bicicleta pública y medidas de tráfico para que puedan convivir todo tipo de vehículos se unen en la fórmula perfecta a la que aspiran las ciudades españolas y los ciclistas. Barcelona está cerca, aunque Albert García, de Amics de la Bici, apunta a un posible estancamiento con respecto a otras ciudades que han empezado más tarde. Ahora, todas las miradas están puestas en Sevilla, que en dos años se ha trasformado. Juanma Mellado, de A Contramano, reconoce el cambio de considerar la bici como algo residual a representar un modelo ejemplar como ciudad sostenible. Otras ciudades más pequeñas, como Zaragoza o San Sebastián, suponen modelos de actuación para otras localidades menores. Gijón, por ejemplo, ha experimentado con el ecobarrio, una zona en la que la bici es el primer medio de transporte. En otras ciudades, el intento por introducirla comienza ahora. Es el caso de Málaga, donde su concejal de Movilidad, Juan Ramón Casero, reconoce el retraso. "Vamos por detrás, pero tenemos previsto cambiarlo en esta legislación", señala.
El problema es que, hasta ahora, las políticas locales han caminado por separado, una cuestión que espera solventar la Red de Ciudades por la Bicicleta, creada en marzo de este año y que reunirá ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas y otras corporaciones locales y regionales para fomentar la circulación con este vehículo y la seguridad. Alberto Lorente cree que esta red puede ser una oportunidad para que las ciudades más avanzadas guíen a las que se incorporan, pero recuerda que se necesita la cooperación del Ministerio de Fomento. "Esperamos con ansiedad el plan estratégico de medios no motorizados que prepara Fomento", señala Lorente.
Los avances en la promoción del uso de la bicicleta son visibles, pero todos los ciclistas coinciden en que queda mucho por hacer. ¿Las causas pendientes? Poder viajar en metro y Cercanías con la bicicleta y a cualquier hora, apoyar las medidas locales con una estrategia nacional y escuchar a los usuarios. Medidas que, según los ciclistas, están superadas en otros países de la Unión Europea.
La bicicleta ha representado un papel marginal y alternativo hasta que la congestión en las carreteras la ha empujado al protagonismo. En trayectos cortos, de entre dos y tres kilómetros, este medio de transporte demuestra ser incluso más rápido que otros vehículos al poder sortear el tráfico. Además, los médicos destacan sus beneficios para la salud. A estas ventajas se suma su labor en la reducción de la emisión de dióxido de carbono. Sea por razones de salud o por el rechazo a la cultura del motor, los usuarios vislumbran unos "momentos dulces para la bicicleta".
Nuevas ideas
La instalación de carriles bici no es la única medida para favorecer su uso. Algunas campañas e infraestructuras consiguen revolucionar el mundo de este vehículo a pedal en zonas concretas. La Universidad de Alcalá de Henares (Madrid) ha puesto en marcha un proyecto de alquiler personal de bicicletas. El solicitante puede obtener una durante un año para circular por el campus, e incluso fuera, a cambio de una fianza de 100 euros. Antonio Gómez, delegado del campus externo de esta universidad, asegura que 150 personas la han pedido en la primera fase. "Estamos convencidos de que este número aumentará cuando se vean las posibilidades", afirma. Este campus, con 250 hectáreas, es de los más grandes de España, y el uso de este medio de transporte facilita el trayecto de un edificio a otro. La universidad cuenta también con una oficina denominada Ecocampus, que persigue fomentar la participación del personal en la concienciación del daño medioambiental. La empresa Geofotón trabaja en el mismo sentido. Su proyecto, Bike-In, se encuentra todavía en fase experimental y consiste en un sistema de aparcamiento con cargador para bicicletas eléctricas tanto de propiedad pública como privada. El aparcamiento también es válido para las bicis convencionales. El ingeniero y socio de la empresa Bartolomé Navarro apunta las ventajas del sistema: "Son los únicos aparcamientos que funcionan para cualquier bicicleta. Muchas empresas se han propuesto instalarlo para fomentar el uso de este medio entre sus trabajadores". Estas y otras ideas intentan dar solución a los problemas de esfuerzo y espacio que presenta la bici.
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