Malas noticias para los anfibios
Un estudio alerta de que estos vertebrados se están extinguiendo a más velocidad de la prevista - El 30% de las especies del planeta están amenazadas
En una supuesta -y macabra- carrera hacia la extinción, los anfibios serían sin duda el grupo ganador entre los vertebrados, con mucha ventaja. El 30% de las especies de anfibios en el planeta figuran como amenazadas en el catálogo de la UICN, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Hace décadas que los investigadores estudian el fenómeno, y uno de los últimos hallazgos empeora el panorama. Las ranas, salamandras y cecilias -los tres grandes tipos de anfibios- podrían desaparecer mucho más rápido de lo esperado.
Las causas de esta gran extinción siguen investigándose, pero los científicos han identificado tres amenazas principales para los anfibios: la destrucción de su hábitat por los cambios en el uso del territorio; el cambio climático; y un hongo llamado quitridios.
El calentamiento, la destrucción de su hábitat y un hongo les hacen peligrar
En España al menos tres especies han sufrido una mortandad masiva
Lo que ha detectado ahora un grupo del que forma parte Miguel B. Araújo, del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), es que las regiones donde hay más biodiversidad de anfibios son también aquéllas donde son más graves estas tres amenazas, que a menudo se superponen. Esto sugiere que los ritmos de extinción que se barajaban hasta ahora eran demasiado optimistas, porque se basaban en el análisis de una única causa.
"En conjunto, las áreas con más anfibios se ven afectadas por una o varias amenazas en una proporción muy superior a las áreas con menos anfibios", escriben los autores del trabajo en la revista Nature. "Es muy probable que el declive de los anfibios se acelere en el siglo XXI, porque la multiplicidad de causas puede afectar a las poblaciones mucho más de lo que sugerían las estimaciones previas", dicen.
Estos investigadores estudiaron la distribución geográfica, en todo el planeta, de 5.527 especies de anfibios, prácticamente todas las conocidas. Paralelamente, buscaron en qué áreas se dan las tres principales amenazas para estos animales. También usaron modelos computacionales para estimar la evolución de estas amenazas hasta el año 2080.
Sus resultados aparecen al superponer los mapas de biodiversidad y amenazas. Así, los investigadores observan que donde el cambio climático pega más fuerte es también donde más cambian los usos del territorio, y más se destruye el hábitat de los anfibios. Esto ocurre sobre todo en África, algunas regiones del norte de Sudamérica y en los Andes. Las áreas donde hay más hongo quitridios tienden a ser diferentes.
Esto sugiere que una parte importante de la extinción, la debida al hongo, tiene lugar de forma silente en áreas donde la huella humana es menor, y por tanto puede haber pasado más inadvertida. Por otro lado, en las zonas donde se superponen amenazas diferentes pueden darse entre ellas sinergias aún poco estudiadas.
"El estudio es relevante porque analiza conjuntamente tres factores que se sabe que afectan negativamente a los anfibios, como son el cambio climático, el uso de la tierra y los patógenos, como los quitridios", explican Xavier Bellés y Salvador Carranza, del Instituto de Biología Evolutiva (IBE), del CSIC, y la Universitat Pompeu Fabra. "El análisis conjunto de los tres factores demuestra que la probabilidad de extinción de los anfibios es más alta de lo se pensaba hasta ahora, utilizando estudios en los que solo se consideraba una única causa", dicen.
También en España los anfibios son el grupo de vertebrados que está declinando más rápidamente. De las aproximadamente 30 especies de anfibios que hay en España, los datos muestran que la mitad están infectadas por el hongo quitridios, y que al menos tres especies han sufrido mortalidades en masa y extinciones poblacionales. "La situación no es muy halagüeña, especialmente si progresa el cambio climático", dicen los investigadores del IBE.
El resultado ahora publicado tiene implicaciones para las estrategias de conservación. Para los autores, las estrategias actuales "fallan a la hora de identificar las acciones clave", porque no tienen en cuenta las amenazas que actúan en cada área.
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