Aislados en el hospicio del terror
La policía lucha por romper el muro de silencio sobre los crímenes de Jersey
En la isla de Jersey se vive y se muere en silencio. Este lugar de apenas 120 kilómetros cuadrados y 90.000 habitantes, dependiente de la corona británica pero enclavada a unos pocos kilómetros de la costa francesa, vive de la opacidad que rodea a su sistema financiero: es un paraíso fiscal que permite a sus habitantes gozar de una renta por habitante sólo superada por las Bermudas y Luxemburgo, unos 37.500 euros por persona en 2005.
Pero en Jersey también se muere del silencio. A sus habitantes les gusta lavar la ropa sucia en casa e incluso a veces esconderla en el armario sin lavarla. El secretismo, tan propio de culturas herméticas como las de una isla tan pequeña como ésta, ha permitido que durante años se abusara sistemáticamente de los niños y niñas que han pasado por el hospicio de Haut de la Gerenne.
Los abusos y malos tratos a los niños eran ocultados sistemáticamente
Una veintena de personalidades locales está bajo sospecha
La isla es un paraíso fiscal en el que la norma para todo es el secreto
No se iniciaron las pesquisas hasta que se cambiaron los jefes de la policía
En Jersey se sabía de los abusos físicos y las torturas mentales a los que eran sometidos los jóvenes descarriados, discapacitados o simplemente abandonados por sus familias que acababan allí. Ahora se sabe que muchos de ellos fueron sometidos también a abusos sexuales y se sospecha que algunos incluso fueron asesinados.
La policía ha encontrado ya el cráneo de un niño, enterrado bajo el pavimento en un sótano de lo que en 1867 era escuela industrial, luego refugio de chicos, en la segunda guerra mundial estación de comunicaciones de los nazis; desde los años 50 hasta 1986, entre hospicio y reformatorio y ahora, tras estar varios años cerrado, hotel para jóvenes.
Ha sido la perrita Eddie, la misma que olió a cadáver en un coche de alquiler utilizado por los padres de la tristemente célebre Madeleine McCann, la que localizó los restos humanos en Haut de la Garenne y ha reaccionado con excitación en varios otros puntos dentro y alrededor de esas instalaciones. La policía lleva ya varios días escarbando en tres sótanos tapiados desde hace años.
En uno de ellos ha encontrado unos grilletes y un retrete, confirmando los testimonios de varios antiguos alumnos sobre la existencia de unos calabozos subterráneos en los que los niños que se portaban mal eran encerrados hasta durante dos semanas.
Las sospechas sobre el siniestro pasado de Haute de la Garenne empezaron hace un año, cuando la policía de Jersey investigaba denuncias de abusos sexuales en una organización juvenil llamada Cuerpo de Cadetes del Mar, muy extendida por todo el Reino Unido. Las pistas señalaban que el refugio podía haber servido para suministrar niños y niñas a una red de pederastas. La policía hizo públicas sus sospechas en noviembre pasado y desde entonces ha recibido más de 160 testimonios de antiguos alumnos denunciando abusos, una veintena en los últimos días.
En el pasado, la policía de Jersey no hizo caso de las denuncias que de vez en cuando recibía. A menudo, la escuela despedía a la persona responsable de los abusos pero todo quedaba ahí. Ahora se cree que todo ha sido distinto porque la policía no está dirigida por gentes del lugar, sino por oficiales nacidos en el Reino Unido: el jefe de la policía es de Yorkshire, su adjunto es de Irlanda del Norte y el responsable de la protección de los niños es de Glasgow.
La policía ha aclarado que en estos momentos no sospecha de ningún político en activo, pero se estima que al menos 20 personas están en la lupa policial por los abusos que ocurrieron sobre todo en los años setenta y ochenta, y algunos de ellos podrían ser prominentes figuras de la sociedad de Jersey de aquel tiempo que, o bien participaron en los abusos, o bien colaboraron para que prevaleciera la ley del silencio. Una ley que aún prevalece en la isla: en agosto pasado, el senador Stuart Syvert fue obligado a dejar su cargo de ministro de Salud al poco de hacer pública su preocupación por la dureza con que eran tratados los niños de Greenfields, otro refugio para jóvenes en Jersey.
"Creía que nada podía ser peor que la escuela o mi casa hasta que me llevaron a Haute de la Garenne. Los castigos corporales eran mera rutina", rememora en la página web de la BBC un antiguo alumno. "Pero no había dónde ir. Jersey es una isla. Yo me escapé varias veces pero no sabía dónde ir. No había escapatoria posible", recuerda.
Brenda es el apodo que ha elegido una mujer que pasó siete años en Haute de la Garenne y ha accedido hablar anónimamente para la BBC. "Durante 25 o 30 años he tenido el mismo sueño de un hombre de pie junto a mi cama. A veces me despierto gritando, pero no puedo ver su cara", rememora. Su memoria ha borrado lo que ocurrió allí cuando era niña, pero está convencida de que abusaron sexualmente de ella porque se lo dijo a su madre cuando tenía nueve años. La dirección despidió a la persona denunciada pero no llamó a la policía y presionó a Brenda y a su madre para que no denunciaran el caso.
Tony y Morag Jordan son un matrimonio que trabajó en Haute de la Garenne entre 1971 y 1984. En una nota publicada a través de su abogado explican que se han puesto a disposición de la policía. "Fue una experiencia muy gratificante ayudar a niños discapacitados a superar sus problemas", afirma la nota. Los Jordan "no notaron nada desagradable en el cuidado de los niños" y aseguran que "no tienen nada que ocultar", explica la nota del abogado.
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