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Reportaje:EL RINCÓN

El lector incansable

Juan Cruz

Mario Vargas Llosa dijo una vez de Francisco Ayala, cuando el autor de Recuerdos y olvido se acercaba a su centenario: "Yo ando, pero él me gana. Sube las escaleras de la Academia a saltos, y yo me canso". Fernando Savater dijo, cuando el académico pasaba ligeramente de los 90: "Yo quisiera estar como Ayala, pero como él está ahora". Hay gente que se encuentra con Ayala, por la calle, en restaurantes y reuniones, y se asombra de la información que maneja el maestro, un superviviente de todas las generaciones del siglo, incluida la del 27. No tendrían por qué asombrarse. El secreto de la vitalidad intelectual de Ayala está en ese rincón de la foto, que se realizó en la mesa de escritorio que el autor tiene en la casa de su mujer, Carolyn Richmond, en Madrid. Allí lee, ayudado por una cámara muy sofisticada que le permite seguir día a día libros, prensa, cartas, correos electrónicos, y todo lo que el hombre ha inventado para saber más, y para saber menos. Ayala ha ido perdiendo la vista, pero nunca se resignó a dejar de leer. Así que ahora se sirve de la técnica para no desactivar la pasión que le hizo escritor, espectador, partícipe de la vida que se siente y de la vida que se ve. Carolyn describe el artilugio del que ahora se vale Ayala, y que se distingue en la fotografía de Gorka Lejarcegi, como "una cámara integrada en un brazo articulado con soporte que se conecta a una pantalla de televisión y que permite la lectura en dicha pantalla de textos que de otro modo no podría leer la persona que tales deficiencias sufre". Ahí, en ese rincón, que es el rincón de un hombre informado y activo, lee la prensa del día, y los que alguna vez le hemos entrevistado sabemos hasta qué punto, con qué vigor, lee Ayala lo que se publica, cómo se indigna ante la falta de rigor o ante el descuido, cómo sigue la política nacional, con qué inquietud, y con qué perspicacia ocupa su mente en lo que viene de América Latina. Ha sido periodista -ahora están, de nuevo, los seis volúmenes de Realidad, la revista que dirigió en el exilio, editada por Renacimiento, la Sociedad Estatal de Conmemoraciones y la Fundación Francisco Ayala-, articulista frecuente en este periódico y antes, y todo lo que ha hecho, lo que ha escrito y lo que ha dicho, sobre su infancia, sobre su generación, sobre la guerra y sobre el exilio, ha sido escrito con la pasión del que pinta. Su madre pintaba, él vivió su niñez mirándola pintar, en su casa se conserva algún cuadro que aún le dice qué pulso tuvo su madre. Así que a los 101 el hombre que pinta escribiendo sigue leyendo. Siempre.

Francisco Ayala, en su casa madrileña.
Francisco Ayala, en su casa madrileña.GORKA LEJARCEGI

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