¿Faltan médicos?
Hasta hace poco, todavía se culpaba a las facultades de medicina del exceso de facultativos que hemos tenido en España en el último cuarto del pasado siglo, de favorecer el paro médico y devaluar la profesión, aun cuando la decisión de abrir las puertas de las facultades de medicina a grupos masivos de estudiantes fue responsabilidad exclusiva de los responsables políticos. Hoy el mensaje ha cambiado, y cada vez con mayor insistencia, fundamentalmente desde las administraciones sanitarias públicas, se nos dice que faltan médicos. Ante esa percepción, y sin un análisis riguroso de las causas y posibles soluciones, se plantea como acción inmediata volver a incrementar el número de alumnos de medicina.
Dicen que faltan médicos, pero es un auténtico disparate que las administraciones sanitarias hagan contratos de unas horas
En la actualidad acceden cada año a las 28 facultades españolas 4.300 alumnos. Si consideramos que los estándares europeos son de 10 alumnos por cada 100.000 habitantes, cumplimos con precisión casi matemática. Ampliar la oferta de plazas sólo en algunas facultades no solucionará el problema a las comunidades autónomas donde se ubican, pues no todos los estudiantes son de esa comunidad y, además, la directiva europea garantiza la libre movilidad de profesionales en los países de la Unión Europea. En cualquier caso, incrementar hoy el número de alumnos no tendría efecto sobre la oferta de profesionales hasta 2019. ¿Cuál será la situación entonces? De nuevo no hay respuesta.
Pero volviendo a 2006, ¿es verdad que faltan médicos? Las cifras, aunque variables según las fuentes, sitúan el número de médicos en España entre 2,9 y 3,9 facultativos por cada 1.000 habitantes. La media en la UE es de 3, aunque países como Italia y Francia la superan con 4,4 y 3,3, respectivamente, y otros están por debajo, como el Reino Unido, con 2,1.
Dicen que faltan médicos, pero el Gobierno pone en marcha el estatuto marco y algunas comunidades autónomas jubilan en un solo día a todos los profesionales de entre 65 y 70 años, en la mayoría de los casos con plena competencia. Aunque la aplicación de esta norma, como está sucediendo cada vez más frecuentemente, ha sido desigual en las diferentes comunidades, valga el caso de Andalucía, donde se jubilaron 432 facultativos en una sola semana de diciembre de 2005. Responsables del sistema sanitario, por ejemplo, en Andalucía o Cataluña, que se alarman por el "escaso" número de alumnos de medicina, afirmaron que esta medida "no mermaría la calidad asistencial".
¿Faltan médicos en España? Se estima que son más de 4.200 los médicos españoles que ejercen su profesión entre Portugal, Reino Unido y otros países de la UE. Muchos se fueron porque el sistema público español no les daba acceso a la formación especializada y allí se quedaron. Ya funcionan, con buenos resultados, empresas dedicadas a la exportación de médicos. Dudo que este tipo de empresas exista para ninguna otra profesión. Nadie puede garantizar que en condiciones de libre mercado nuestros médicos, bien formados entre la Universidad y la residencia, no sigan yéndose a otros países donde su labor sea mejor remunerada, y su reconocimiento social, mayor. Dicen que faltan médicos, pero se ha decidido aumentar en un año la formación especializada en medicina de familia, especialidad que supone más del 30% de las plazas MIR convocadas, lo que garantiza un año sin salida al mercado de médicos de familia, y está en discusión aumentar la duración de la formación de otras especialidades, con idéntico resultado.
¿Faltan médicos en el sistema público? Resultan un auténtico disparate las contrataciones precarias que realizan las administraciones sanitarias, en muchas ocasiones de sólo horas de duración (las de la guardia médica) sin estabilidad alguna en el puesto de trabajo. Esto sucede a la vez que crecen las demandas de profesionales y las remuneraciones en la sanidad privada, que capta excelentes clínicos cansados de ser maltratados por el sistema público.
También se homologan, según datos extraoficiales, hasta más de 3.000 titulados extracomunitarios al año, sin un control riguroso de la calidad de formación. En las facultades de medicina examinamos apenas un ridículo 2% de los que no consiguen la homologación directa, y somos plenamente conscientes, en general, de los grandes déficit formativos de estos titulados. Mientras tanto, nuestros alumnos necesitan notas de corte en selectividad cercanas al 8. Incluso algunas comunidades han organizado viajes a países con rentas muy inferiores a la nuestra a la búsqueda de especialistas. ¿Alguien se ha preguntado por qué no se buscan en Italia o Francia, o recuperamos a los españoles en el extranjero? ¿Quién asegura que se queden tras obtener una fácil homologación?
Meditemos si nos faltan realmente médicos. No podemos olvidarnos de promociones masivas de casi 30.000 egresados en la década de 1980 y convocatorias MIR de 3.000 plazas. No podemos olvidarnos de aquel famoso "6=0" de los médicos licenciados tras 1995, que sin tener capacidad para ejercer como médicos generales en el sistema nacional de salud, no tenían posibilidad de obtener plaza para la formación especializada, quedando en tierra de nadie, con un título cuyo valor se depreció considerablemente. Cuántas tragedias personales de compañeros conozco.
Hoy, cuando preguntamos a nuestros alumnos si estudian medicina por vocación, responden mayoritariamente que sí. Cuando preguntamos a los médicos con 25 años de ejercicio, siguen diciendo que les gusta la épica de la medicina, pero que mejor que sus hijos estudien otra cosa.
¿Se necesitan más médicos o se quiere simplemente que fluya más petróleo de los pozos, porque el aumento de la oferta abarata su coste? ¿Hay suficientes médicos, pero están mal distribuidos entre regiones y especialidades? ¿Hay que ampliar la oferta de formación MIR para acercarla a las necesidades reales de la sociedad? ¿Se ocupan todas las plazas de residentes acreditadas? ¿Tienen algo que decir la Comisión Nacional de Especialidades, el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas?
Habrá que estudiar detenida y objetivamente el problema. Las facultades de medicina españolas son instituciones al servicio de nuestra sociedad. No hay inconveniente alguno en aumentar el número de alumnos, pero necesitamos datos y argumentos, a la vez que recursos, si queremos mantener la calidad. Los problemas derivados de la organización de los recursos humanos en nuestro sistema asistencial tienen más calado y necesitan de abordajes más serios. No puede ni debe distraerse la atención sólo sobre los centros universitarios, cuando las causas y las soluciones pasan -y ustedes, políticos, lo saben- por otros meridianos distintos a la Universidad. Primar el sistema a la entrada, sin preocuparse de las pérdidas o su causa, no tiene sentido.
La duración de los estudios de medicina es mayor que la de ningún otro profesional. El médico está obligado, y lo hace de forma responsable, a un reciclaje permanente. Se le obliga a cumplir estándares internacionales de calidad. Necesita acreditarse y reacreditarse de forma permanente. ¿A cuántos jueces se les somete a tan exhaustiva y continua evaluación? ¿A cuántos maestros? ¿A cuántos funcionarios de las administraciones públicas? Por no hablar de la capacitación y/o acreditación de los políticos.
Durante años, las facultades de medicina han hecho un gran esfuerzo por mantener el número de alumnos que acceden cada año. Han adecuado el número y metodologías docentes a los estándares europeos y han mejorado la calidad formativa. Sin embargo, es evidente que deben mejorar en temas como la comunicación médico-paciente, la incorporación de pujantes disciplinas o las habilidades clínicas. Tenemos dificultades, con un profesorado envejecido, con leyes universitarias y sanitarias que aplazan sine die la compatibilización del ejercicio profesional con la carrera académica, y con unas relaciones con el sistema sanitario público, cuando menos, no fáciles. Hasta ahora, ninguna institución se ha puesto en contacto, de manera oficial, con las instancias universitarias para participar de una propuesta razonada. No deberíamos confundir las dianas de la acción política. El debate de la sostenibilidad del modelo actual de sanidad pública -particularmente en lo referente a los recursos humanos- ni empieza ni termina en la impresión, no objetivada, de que faltan profesionales. Improvisar en objetivos que tienen que desarrollarse a lo largo de más de tres legislaturas no parece recomendable. Pero no lo duden, las facultades de medicina responderán, como han hecho siempre, a las demandas que se nos planteen desde la sociedad a la que nos debemos. Hablemos.
José María Peinado Herreros es decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada y secretario de la Conferencia Nacional de Decanos de Facultades de Medicina Españolas.
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