Faltaba la tasa por ir al lavabo
El bajo coste impone sus reglas en la aviación - Ya se cobran cargos extra por llevar un bebé, portar una bolsa o reservar asiento - Los consumidores denuncian abusos
-¿Pasillo o ventanilla?
Ojo con abrir la boca. Cualquiera que sea su respuesta le costará entre 5 y 60 euros, según la compañía.
-¿Cuántas maletas factura? ¿Sólo una? El "sólo" no le exime de otros 15 euros.
-¿Le gustaría ahorrarse la cola?
El detalle tampoco sale gratis. Entre 5 y 12 euros más.
No es la tómbola ni la ruleta rusa, son algunos de los infinitos "extras" de las líneas aéreas para exprimir el bolsillo del viajero. Algunos obligatorios, la mayoría más o menos voluntarios. El afán recaudatorio no distingue entre líneas, pero las llamadas de "bajo coste" sorprenden por su imaginación para extraer del pasajero nuevas fuentes de ingresos. El penúltimo grito lo ha dado Ryanair. Su consejero delegado, Michael O'Leary, dejó caer en una entrevista a la BBC que estudia instalar en sus aviones aseos de pago. La justificación es, cuando menos, chocante: "Siempre estamos buscando vías de hacer los vuelos más baratos", explicó O'Leary. Preguntado por qué pasaría si algún pasajero necesita ir al baño y no lleva dinero, contestó: "No creo que nadie en la historia se haya subido a un avión de Ryanair con menos de una libra [1,10 euros]" (probable tarifa del aseo).
Las compañías baratas tienen una gestión eficiente y cada día más poder
El precio por ir al lavabo afectaría a la seguridad, según el personal de cabina
El año pasado las líneas baratas trajeron al 48% de los visitantes
La probabilidad de que un vuelo salga y llegue a tiempo es prácticamente nula
"Es una iniciativa condenada al fracaso", anuncia Antonio Escobar, presidente de SITCPLA, sindicato de los tripulantes de cabina de pasajeros, antes auxiliares de vuelo, personal sobre el que recae el objetivo de sacar el máximo jugo del pasajero. "Creo que Ryanair quiere hacerse publicidad; que un pasajero necesite ir al baño no es un tema de extras sino de la misma seguridad de vuelo, y con eso no hay que jugar".
El SITCPLA tiene afiliados de 21 compañías, muchas de ellas de bajo coste. "En estas líneas la rotación de personal es grande, las diferencias de régimen de trabajo y descanso entre unas compañías y otras, abismal; pero el límite está en jugar con la seguridad o con la atención al pasajero, misiones de los tripulantes de cabina". Escobar reconoce que en los chárter siempre hubo una tendencia a intentar desnaturalizar la profesión. "En tiempos de Viva Air rifaban viajes y British Airways cobraba el sobrecargo por ofrecer a la gente pasar de una clase a otra. Todos los intentos fracasaron al poco tiempo", recuerda.
Baladronada o no, la iniciativa de Ryanair no es tan descabellada. Acaba de anunciar que a final de año no tendrá ningún mostrador de facturación en los aeropuertos. "Es la salida natural cuando sólo uno de cada cinco pasajeros factura maletas", según O'Leary. Cualquiera se atreve. "Recientemente hemos subido las tarifas a los clientes que facturan en el aeropuerto en lugar de en la web", declaró al diario The Telegraph. Volar con maletas puede ser causa de tu ruina, dependiendo de la compañía. Hay extras por exceso de peso y exceso de tamaño. Una mala combinación de ambos conceptos puede acarrear un plus de 300 euros (si es tu primera maleta; si es la tercera, véndete la casa).
En la escalada de Ryanair por añadir extras o, en lenguaje de O'Leary, "abaratar los vuelos", a la bolsita con las compras del duty free se le carga una tarifa de 28,50 libras (32 euros), a no ser que quepa en el bolso. La ley cae de su parte: sólo se permite embarcar con un objeto de mano. El periódico y el libro ya son dos.
-¿Quiere reservar su asiento con 24 horas de antelación?
El "no" le costará peleas de última hora; el "sí", otro extra, unos 20 euros en el caso de Air Canadá. Eso sólo garantiza que tienes el asiento que deseas, pero no espacio para dejar tu bolso encima de la butaca. Eso se evita entrando pronto a la cabina. Para ello Easyjet se inventó el Speedy Boarding (en Ryanair, Priority Boarding), el abordaje rápido, o, realmente, ¡al abordaje! Cuesta entre 5 y 10 euros.
La tarifa no cubre la tranquilidad. Hay que estar en la cola antes de que comience el embarque, rezar para que no se les haya ocurrido lo mismo a 60 personas (número límite) y, finalmente, que el traslado al avión no sea en autobús. En ese caso, la compañía que te ha cobrado se lava las manos. La finalidad del Speedy Boarding es elegir el mejor asiento, es decir, el de más espacio, y de éstos, según el modelo de aeronave, hay una docena como máximo.
La escalada para cobrar afecta a todo tipo de líneas en Estados Unidos; en Europa aún hay una línea divisoria entre líneas de bandera y de bajo coste.
El pasado año, las compañías baratas transportaron a España 149,5 millones de personas, el 48% del turismo que eligió este transporte. De ellas, 57,5 millones en Ryanair y 44,6 millones con EasyJet. La línea del grupo Iberia, Clickair, con 6,3 millones de viajeros, es la primera spanish low cost. "Nacimos para dar un punto más de servicio al viaje de negocios", explica la portavoz Ana Fernández. Por eso entre los extras hay uno de 30 euros para mantener vacío el asiento de al lado (en Vueling, 25 euros), y otros 10 por elegir pasillo o ventanilla. También se premia al pasajero sin maleta, o lo que es lo mismo se penaliza al que factura: 20 euros en aeropuerto, 10 online. Algo que, según la Unión de Consumidores de España (UCE), es ilegal.
El verano pasado la UCE denunció ante las autoridades de consumo a trece compañías que cobran por facturar equipaje. Según la Ley de Navegación Aérea de 1960, el precio del billete incluye viajero y maleta, con los límites de peso y volumen fijados. Las 13 compañías denunciadas son low cost.
En Estados Unidos y Canadá la política de extras se extiende a todas las líneas y con tal variedad de argumentos que el billete es lo de menos. Allí nada es gratis, ni llevar al bebé en brazos (Delta Airlines cobra hasta 100 euros) ni a la mascota (175 en United, por los 20 de Ryanair o Clickair). A veces el plus es por la subida del combustible (¿no se han enterado de que ya ha bajado?) o la reforma de un aeropuerto (¿rebajan en los que te pierdes?). Mandar a un menor sin acompañamiento cuesta unos 80 euros en American (30 euros en Clickair).
"El futuro, admitámoslo, es de las compañías low cost. Tienen una gestión eficacísima y cada vez van a tener más poder", reconoce Tomás Mazón, profesor de Sociología del Turismo en la Universidad de Alicante. El pasado miércoles le tocó sufrir en carne propia la eficacia de un vuelo de bajo coste. Viajó de Alicante a El Algarve (Portugal), pasando por Mallorca. "Pese a ser un vuelo por la península Ibérica, todos los mensajes fueron en alemán. El personal trataba de venderme cantidad de cosas. Como no entendía nada, conmigo no tuvieron éxito".
Antes o después, cae un plus en el billete. Si pagas con tarjeta de crédito -prácticamente imposible hacerlo de otra forma en Internet-, lo normal es que suba la factura final un 3%. Los 10 centímetros más para tus piernas cuestan entre 12 euros y los 109 de Jetblue o United Airlines, las más sobresalientes en este apartado (12 euros en el caso de Clickair). El viajero, que no es tonto, ya ha hecho sus cálculos: "Si me cobran diez libras por estirar mis piernas", escribe un joven en un foro británico, "y sólo una libra por utilizar el baño, está claro dónde pasaré el tiempo en mi próximo vuelo".
Pese a los extras, pese a las denuncias de los consumidores, el éxito de las low cost es arrollador. Muchas de estas compañías cerraron el año con una media de ocupación superior al 80%.
"Antes la estancia era barata, pero el vuelo caro; ahora las dos cosas son baratas", advierte Mazón, que da un dato escalofriante para la salud económica del turismo español. "En 2007, el 65% de los turistas que llegaron a Valencia no se gastó ni un euro en alojamiento. Los vuelos de bajo coste hunden el producto: un turista que no gasta, pero que llena las playas, colapsa las infraestructuras, consume agua, electricidad y genera basuras".
Pero ése no es el problema del viajero, que busca volar barato y con rapidez. Las probabilidades de que un vuelo salga y llegue a la hora son prácticamente nulas. La estadística oficial dice que en Iberia, por ejemplo, sólo el 15% de los vuelos llega con retraso, pero el concepto "puntualidad" en la aviación comercial es diferente al que existe en el resto del mundo. "On Time" se extiende hasta los 15 minutos de retraso, por ese tiempo el tren AVE te devuelve tu dinero.
Por módicos precios, las compañías ofrecen seguros de viaje. El de EasyJet cuesta nueve euros. Es tentador, pero leyendo la letra pequeña se observa que si el avión se retrasa 12 horas -algo rarísimo, teóricamente- la compensación es de 30 euros, lo que da que pensar.
Excepto al pago con tarjeta y al plus de aeropuerto, a la mayoría de las opciones se les puede decir que no antes de dar la conformidad a la compra del billete. Antes de aceptar, te recuerdan el daño que le vas a hacer a la capa de ozono y para enmendarlo lavan tu mala conciencia con un donativo. A partir de 2,10 euros en EasyJet, a partir de uno en Clickair. Si te arrepientes de todo, Ryanair ofrece la posibilidad de cambiarte el billete hasta cuatro horas antes del viaje. Por sólo 100 euros, probablemente más que un billete nuevo.
A la espera de que Ryanair implante el bonopis, el premio al plus más surrealista lo ostenta Air Canadá. Si un vuelo de su aerolínea llega tarde y tú, sufrido viajero, pierdes la conexión, no te preocupes, Air Canadá te buscará dónde cenar y dónde dormir esa noche... si antes le has pagado 15 euros por haberte dejado colgado. De aquí a que cobren por no estrellarte sólo falta un paso.
Consejos básicos
- Antes de comprar un billete aéreo, de bajo coste o no, hay que informarse de vuelos y tarifas. Son muy útiles las páginas de comparación de tarifas como www.terminala.com www.atrapalo.com
- Al contrario que antaño, los vuelos de última hora son carísimos. En las líneas de bajo coste cuanto antes se reserva es muchísimo más barato, pero también más posibilidades hay de que surja algún inconveniente. Es básico leer las cláusulas de modificación de billetes, ya que los recargos pueden ser superiores al ahorro que se pretendía.
- Para saber cuáles son los mejores asientos del avión es imprescindible visitar la página www.seatguru.com. Tienen todos los modelos de aparatos y clasifican las butacas hasta por su peligrosidad en caso de accidente. En inglés.
- Los extras, pluses y recargos que aplica cada compañía por los más variados conceptos están detallados en www.airfarewatchdog.com. Se ocupa casi en exclusiva de las líneas de Norteamérica y está en inglés, pero es muy ilustrativa.
- Conserve siempre los resguardos del billete, del embarque, de los e-mail, cualquier papel que pruebe que ha pagado por volar, o por intentarlo. A menudo es la única prueba física, y servirá para reclamar después ante las autoridades u organizaciones de consumidores. En según qué aeropuertos es muy difícil hacerlo y no siempre resulta eficaz.
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