Pornografía para todos
Sonría a la cámara es el debut literario del crítico Roberto Valencia. Doce relatos sobre la influencia del consumo de cine X en la sociedad contemporánea.
Aunque Sonría a la cámara, su primer libro de relatos, abunda en adolescentes adictos a las webs porno más bizarras, maestras que son filmadas en larguísimas sesiones amatorias o parejas que intentan desesperadamente emular las extenuantes formas copulativas que reproduce la pantalla del ordenador, Roberto Valencia (Pamplona, 1972) no es un autor sicalíptico. Ni siquiera es un pornófilo. Es más bien algo así como el tío entrañable al que confiarías a tu hija de 12 años. Un tipo serio. "La pornografía es más seria de lo que parece", dice sin inmutarse. "Trata de borrar las fronteras entre realidad y ficción". Leo: "Malditos los hombres que nos follan con la cuchara de sus penes", y pienso: explíqueme esa frase como si yo fuera una niña de cinco años. "Bueno, se trata de una metáfora arriesgada. Trata de unir la violencia del acto sexual con la fascinación por el sexo oral". Pero, confiese, ¿participa usted de la "orgía digital" o no? "Ver pornografía es como votar a la derecha. Todo el mundo lo niega, pero resulta que el PP maneja un suelo electoral de 10 millones de españoles. O más".
Cuando no está viendo porno, Valencia es crítico literario. Intuyo que la sesuda tarea de hacer crítica puede ser un ejercicio que reclama cada dos por tres saltar del Word a alguna web porno, así que le pregunto con cuánta frecuencia hace zapping virtual entre, digamos, Foucault y Sasha Grey. "En realidad, firmar crítica literaria es bastante excitante; lo dijo Piglia: es como la investigación de un crimen, se trata de encontrar al asesino". Uno de sus personajes afirma que hay gente a la que la pornografía redime, contraataco. ¿Usted también lo cree? "En lo privado, sí. La fantasía, a pesar de sus innumerables trampas, nos da aire. La realidad es en realidad una broma bastante pesada".
Sonría a la cámara no es un libro complaciente. No es algo que se disfrute de manera fácil. Valencia especula con sus ideas, las rodea de una parafernalia formal clásica, pero exhaustiva, y a menudo hay que trabajar la lectura para llegar al meollo del asunto. El resultado ?una serie de relatos que van desde la cosificación de la mujer y de su cuerpo hasta la búsqueda del amor (o de su imagen), a través de una geografía española que se parece bastante a una página web? puede ser muy gratificante.
El autor bebe de libros cuyos autores exploran la anomalía, la perversión (Faulkner, Foster Wallace, Delillo, Houellebecq), pero se centra en algo exclusivo de esta generación: el consumo de lo pornográfico, lo pornográfico del consumo... en la web. Lo tenemos al alcance de la mano (o del dedo). ¿Afecta eso a nuestras relaciones de pareja, nuestras estructuras familiares, nuestra conducta social? Felicidades, usted acaba de ser seleccionado para responder a nuestra encuesta, sonría a la cámara.
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