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Análisis:FRANK O. GEHRY | ARQUITECTURAS
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El milagroso "efecto Guggenheim"

Cuando en 1977, Berta, la mujer de Frank Gehry, le propuso comprar una casa en Santa Mónica después del nacimiento de su primer hijo Alejandro, nadie imaginaba que la carrera profesional de Gehry iba a cambiar radicalmente a sus 48 años.

La casa estilo colonial holandés de los años 20 que había seleccionado Berta necesitaba una reforma y una pequeña ampliación: entonces fue cuando Berta le propuso a Frank que experimentara en su casa aquellas ideas de las que siempre hablaba y que no ponía en práctica, pues sus clientes le pedían una arquitectura convencional.

Al año siguiente, 1978, la reforma estaba acabada (con chapas onduladas y mallas metálicas), tras sufrir las críticas de los vecinos y algún que otro tiroteo a sus ventanas.

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No reaccionaron igual el arquitecto Philip Johnson o el escultor Richard Serra, entre otros, a quienes cautivó inmediatamente e imùlsaron la publicación del proyecto en las revistas de mayor prestigio, comenzando a convertir a Gehry en una estrella. Hasta el punto de que diez años después (1989) recibía el premio Pritzker, con una obra construida de tan sólo unas cinco viviendas unifamiliares, las primeras fases de la Loyola Law School, el Aerospace Hall y el Centro Comercial Edgemar.

Cuando en 1991 ganaba el concurso restringido para el Museo Guggenheim Bilbao, ya había logrado en 1987 el concurso para el Walt Disney Concert Hall en Los Angeles, un edificio cuyo proyecto ha vivido de lleno en la polémica desde que se agotó el primer presupuesto presentado por Gehry en la construcción de los sótanos: finalmente se ha podido inaugurar el pasado mes de octubre de 2003 (16 años). Por estos motivos (poca obra y parón en el Disney Concert Hall), para Frank O. Gehry el éxito del proyecto de Bilbao suponía algo trascendental en su carrera profesional.

Lo mismo se puede decir de la ciudad de Bilbao y su área metropolitana, sumergida esos años en un doloroso proceso de desindustrialización que conllevaba una elevada tasa de paro y una baja en la autoestima de los bilbaínos.

Así pues, desde finales de 1992 en que se inicia el proyecto hasta finales de 1997 en que se inaugura el edificio, todas las partes implicadas en el proyecto dimos lo mejor de nosotros mismos, quizá por una especie de visión de la enorme importancia que iba a tener el Museo Guggenheim Bilbao.

Y mereció la pena, pues ya durante la fase de construcción acudían visitas y revistas internacionales, que transmitieron al mundo lo que el arquitecto neoyorquino Peter Eissemann definió en 1997 como el "efecto Bilbao" esto es, que cada alcalde de cada ciudad del mundo quería tener "un Guggenheim Bilbao".

Pero quizá el efecto que más me interesa del Museo Guggenheim Bilbao, es el producido sobre el propio País Vasco. Claramente el éxito del Museo ha hecho recuperar la autoestima y el orgullo de ser vasco y bilbaíno, además de haber supuesto el motor de abundantes cambios en el Bilbao metropolitano: turismo, hoteles, tiendas, cruceros... Ahora es habitual ver a gente de todas las edades patinando por Abandoibarra (la zona del Museo Guggenheim Bilbao), como los veíamos a principios de los años 90 en el paseo de la playa de Santa Mónica.

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