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Reportaje:

La alcaldesa Otaola amansa Lizartza

La responsable del único Ayuntamiento del PP en Guipúzcoa ha mantenido a raya a los violentos - "Me hubiese gustado poder estar más con la gente en la calle"

Mikel Ormazabal

Un concienzudo dispositivo de seguridad espera a Regina Otaola cada vez que llega a Lizartza para ejercer como alcaldesa. A punto de cumplir tres años en el cargo, la situación se ha sosegado bastante en este municipio guipuzcoano de 641 habitantes, la mayoría simpatizantes de la ilegalizada Batasuna. "Ahora no me recibe el comité de bienvenida para insultarme. Me veían como un demonio, pero nos hemos ganado la confianza de algunos vecinos", asegura Otaola. La primera edil del único Ayuntamiento que el PP gobierna en Guipúzcoa recalca que en todo este tiempo no ha hecho otra cosa que "servir al ciudadano" y "aplicar la ley para ganar en libertad". Eso sí, lamenta por encima de todo no haber podido "estar más cerca de la gente". EL PAÍS la acompañó anteayer en una jornada de trabajo como alcaldesa.

"Aquí nadie me va a dar trabajo. Así que me iré al paro y lo buscaré fuera"
"Si esto ha servido para ganar en normalidad, me doy por satisfecha"
El consistorio gasta 5.000 euros anuales en limpiar las pintadas

Solo en una ocasión -recuerda que fue un día de verano- entró en un bar del pueblo a tomar café. Sus movimientos en Lizartza resultan muy limitados y tan repetidos como sincronizados. Antes de que llegue a la localidad, una patrulla de la Ertzaintza, avisada con antelación, ya tiene tomada una posición estratégica a 200 metros de la casa consistorial y agentes de paisano vigilan el entorno. El vehículo que traslada a Otaola se detiene a pocos pasos del ayuntamiento y su escolta le acompaña hasta el despacho de alcaldía. Ahora los vecinos más radicales no le increpan como antes, ni siente tanto la presión de ese entorno. Sin embargo, y con el pueblo en completa calma, declinó tajante posar en la calle para las fotografías, o en el balcón del consistorio, donde colgaban las banderas oficiales, incluida la española.

"Cuando llegamos aquí teníamos muy claro que veníamos a trabajar por el pueblo. No se trataba sólo de hacer cumplir la ley de Banderas y deslegitimar el terrorismo con la retirada de fotos de presos y pintadas, sino que teníamos que hacer cosas para el pueblo", sostiene. El PP se hizo con Lizartza en las municipales de 2007 porque fue la única formación que presentó una candidatura a su Ayuntamiento. La lista popular logró 27 votos, frente a las 142 papeletas en blanco, opción que defendió el PNV, que gobernó la localidad entre 2003 y 2007, y los 186 nulos que se atribuyó la izquierda abertzale ilegalizada.

El 3 de julio de 2007, Otaola tomó posesión como alcaldesa en un pleno muy bronco en el que ella y su equipo tuvieron que oír cómo les llamaban "fascistas", "ladrones" y "perros". "Aquello fue muy duro. Mucha gente no daba un duro por nosotros", comenta ahora. La alcaldesa, quien ha compaginado su quehacer municipal con un escaño en las Juntas Generales de Guipúzcoa, narra aquellos episodios con absoluta normalidad, como si fuese el peaje que había que pagar para "normalizar" un municipio "atenazado por los batasunos".

Su primera decisión tras asumir el cargo fue ordenar la retirada de todos los carteles con fotos de etarras, las pintadas y las pancartas que colgaban de la fachada del consistorio. Con el paso del tiempo ha tenido que estampar su firma para sacar adelante la construcción y mejora de caminos rurales, la adecuación de conducciones de agua, la remodelación de la plaza del pueblo o la instalación de juegos infantiles. Con un presupuesto anual de 819.000 euros, ahora tiene entre manos proyectos para construir 56 viviendas -30 libres y 26 protegidas- y una nueva ikastola, y para rehabilitar un puente y el paseo que bordea el río Araxes. "Pensaban que íbamos a limitarnos a poner la bandera española. La pusimos, claro que sí, y borramos las pintadas, por supuesto, pero también hemos hecho muchas cosas más", enfatiza. El Ayuntamiento ha gastado desde que ella lo encabeza 5.000 euros anuales en la limpieza de pintadas.

La alcaldesa acude al pueblo una o dos veces por semana y convoca cada dos o tres meses los plenos, que se celebran "con toda normalidad" porque sólo acuden los ediles del PP. "Al principio, la gente venía a los plenos a armar cancha. Eso se acabó, porque decidimos hacerlos a puerta cerrada. El Ayuntamiento está para trabajar, no para mantener batallas campales", destaca. Otaola es así, de medidas drásticas. Ahora no organiza las fiestas patronales, porque un año, siguiendo sugerencias vecinales, encargó juegos para niños y contrató a unos aizkolaris. Le boicotearon todos los actos.

Su paso por Lizartza seguirá en la misma línea durante el año que resta para concluir su mandato. "No quiero ninguna despedida. Si esto ha servido para ganar en normalidad, me doy por satisfecha", concluye.

"Dejo la política vasca"

"Yo me voy. Dejo la política en el País Vasco". Regina Otaola pondrá fin dentro de menos de un año a una trayectoria política que inició en 1995 cuando entró en el PP. "Yo estaba más cómoda con María San Gil [anterior presidenta del PP vasco]. Lo lógico es que, si no estoy tan a gusto con quienes mandan ahora en el partido, me vaya", explica para justificar su retirada. Otaola no ha conectado ni con Antonio Basagoiti, sucesor de San Gil, ni con el actual presidente del partido en Guipúzcoa, Borja Sémper.

Enfoca su futuro a la empresa privada. Acaba de seguir un curso sobre responsabilidad social empresarial y tiene previsto apuntarse a otro sobre recursos humanos: "Aquí [en Euskadi] nadie me va a dar trabajo, así que me iré al paro y buscaré trabajo fuera", indica.

Se marchará satisfecha si en las próximas municipales se presentan en Lizartza todos los partidos democráticos: "Hace tres años, el PP fue el único partido que apostó por presentar su lista. No entiendo que un partido nacionalista como el PNV deje a un lado un pueblo como Lizartza". El anterior alcalde de la localidad fue el actual presidente del PNV guipuzcoano, Joseba Egibar, sobre cuya gestión municipal su sucesora prefiere no hacer comentarios.

Asegura que su decisión de tomar las riendas del municipio se basó en "un ejercicio de responsabilidad y en la defensa de unos ideales y unos valores elementales. No puede haber espacios de impunidad, y lo más importante es que los ciudadanos de Lizartza vivan libres, sin chantajes ni presiones".

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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