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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

A primarias en Madrid

La negativa de Tomás Gómez a renunciar abre en el PSOE un proceso lleno de incertidumbre

La candidatura socialista para las elecciones autonómicas de 2011 se decidirá, finalmente, en primarias. Este es el desafío que José Luis Rodríguez Zapatero, secretario general del PSOE, y Tomás Gómez, líder de los socialistas madrileños, sellaron ayer tras una tensa reunión en la que el presidente del Gobierno fue incapaz de convencer a su interlocutor de las bondades de la ministra Trinidad Jiménez para plantar cara a Esperanza Aguirre. Gómez no dio su brazo a torcer y, como mucho, ofreció una candidatura conjunta en la que él iría de número uno y Jiménez, de número dos. Zapatero rechazó de plano esta posibilidad. Las primarias son un procedimiento democrático que el PSOE ha utilizado en el pasado. Sin embargo, no es menos cierto que una batalla interna de meses, con el consiguiente desgaste para el partido y sus líderes, no parece la mejor manera de definir una alternativa en una comunidad tan importante y difícil para los socialistas como es Madrid. Un candidato sólido, con auténticas opciones y apoyado por todos los sectores del partido habría sido el mejor camino para una empresa muy complicada: volver al poder en Madrid tras lustros en la oposición.

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Es evidente que lo sucedido estos días -la escalada de declaraciones, la suspensión de la primera entrevista prevista en La Moncloa, entre otras circunstancias- no ha ayudado a la imagen del partido, al margen del coste que para la autoridad de Zapatero supone la negativa de un líder regional que él mismo aupó. Sin duda, el presidente apelará a que su partido es, ante todo, un colectivo que respeta los procedimientos internos, pero es evidente que lo sucedido no le deja en buen lugar ni habla bien de cómo se ha gestionado este asunto por ambos bandos.

Fue Zapatero quien, tras la derrota repetida de Rafael Simancas frente a Aguirre, señaló al entonces alcalde de Parla, Tomás Gómez, como nuevo mirlo blanco capaz de capitanear al socialismo madrileño. Lo hizo por razones estrictamente electorales: Gómez había sido en dos elecciones consecutivas el alcalde más votado de España. Además, ha conseguido en estos tres años mantener el partido bastante cohesionado, superando las taifas tradicionales de la antigua FSM (ahora PSM). La paradoja de este embrollo es que el principal argumento contra él, que era poco conocido, ha quedado superado: su resistencia le ha convertido en un personaje famoso.

El PSOE quería que las elecciones en Madrid atrajeran el foco de las próximas autonómicas por dos razones. La primera, porque las encuestas internas del partido, con Jiménez al frente, mostraban alguna posibilidad de éxito. La segunda, porque los líderes del partido preferían centrar en la capital la atención antes que en otras comunidades en las que las posibilidades de éxito se ven muy mermadas por las pésimas expectativas electorales del PSOE, las peores desde que Zapatero accedió al poder. El foco ya lo han conseguido. Está por ver que el camino ahora elegido sea el mejor.

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