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Un pacto de hierro

Augusto Delkáder

La noticia de la muerte de Jesús de Polanco sobrecoge y sorprende a todos los profesionales del grupo, por lo que significa la desaparición del creador y constructor, en sólo 30 años, de la primera empresa de comunicación de habla española.

Sobrecoge porque Jesús fue siempre, y sobre todo en las circunstancias difíciles y adversas, el mayor apoyo con que contamos los periodistas para resistir las presiones y acometidas de los poderes, deseosos de configurar la realidad a sus intereses.

Respetuoso de la actividad de los profesionales, apoyó decidida e imaginativamente el desarrollo de PRISA como un conglomerado multimedia al servicio de los lectores, oyentes y telespectadores.

Como periodista y testigo de la historia de este Grupo, puedo certificar que su pacto de hierro y el de sus hijos, como referentes de la propiedad y la empresa, con el equipo profesional, simbolizado en la figura de Juan Luis Cebrián, fue, es y será la clave de este éxito vertiginoso que, partiendo de la editorial Santillana y la fundación de EL PAÍS, deja hoy como legado de emprendedor.

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Su visión de futuro, proyección latinoamericana y el compromiso férreo con el progreso y modernización de la sociedad española constituyen algunas de las claves de nuestra manera de ser.

Jesús fue un hombre de convicciones, que las defendía con pasión y firmeza, pero siempre tendía a comprender las razones y planteamientos de los demás. Su figura arbitral ha sido en PRISA impagable, poco conocida, y en muchas ocasiones injustamente recompensada.

La sencillez de sus costumbres, la sobriedad de su forma de vida y la autoexigencia que se imponía en su trabajo como presidente del grupo, constituían toda una declaración de intenciones, que impregnaba de arriba abajo la práctica cotidiana de los medios de PRISA y el comportamiento deseable de sus profesionales.

En muchas ocasiones, de broma, solía decir que ese Polanco, ladinamente dibujado por algunos difamadores, él no le conocía y, por tanto, debía ser otro.

Su pasión vital se desbordaba en el trabajo al desarrollo de la empresa y continuaba en todos los aspectos de su existencia, por lo que los tiempos de ocio resultaban con él inolvidables.

A los profesionales del Grupo su desaparición también nos sorprende, porque hasta el último día estuvo al frente de PRISA, como si nada ocurriera, y nunca pudimos sospechar que el final estaba tan próximo.

Un sentimiento de soledad y orfandad recorre la vida de nuestro grupo. Su figura ha impregnado estos más de 30 años de una manera indeleble y es la herencia más preciada que recibimos para recorrer el horizonte de oportunidades y retos que su obra encara. La solidez de su legado no permite dudas del éxito del futuro. Quienes hemos trabajado y aprendido con él exhibimos hoy este compromiso público, por agradecimiento a su figura y responsabilidad ante la sociedad española.

Augusto Delkáder es consejero delegado de Unión Radio.

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