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La difícil situación de los gitanos

George Soros

Los romaníes o gitanos han sido perseguidos en toda Europa a lo largo de los siglos. Ahora padecen una forma de discriminación que no se había visto en el continente desde la II Guerra Mundial: los desalojos y expulsiones en grupo en varias democracias europeas de hombres, mujeres y niños con el argumento de que representan una amenaza para el orden público.

La semana pasada, Francia empezó a ejecutar planes de expulsión de todos los gitanos no franceses. Los ha implicado como grupo en actividades ilícitas, pese a no existir ningún proceso legal contra ninguno de ellos para determinar si hubieran cometido delitos o representaran una amenaza para el orden público. Esas medidas francesas siguen al "plan de seguridad" de Italia de 2008, que calificaba a los denominados "nómadas" de amenaza para la seguridad nacional e imponía una legislación de emergencia que propició las expulsiones de gitanos no italianos.

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Poner coto a la actividad delictiva es una preocupación legítima de los Gobiernos. Pero expulsar a ciudadanos de la Unión Europea, criminalizándolos por su pertenencia a una etnia determinada, es una violación de sus propias directivas sobre discriminación racial y derecho a la libre circulación de personas entre dos Estados miembros de la UE.

De hecho, constituye un principio jurídico firmemente establecido que solo puede hablarse de delito cuando se ha determinado la culpabilidad de una persona ante un tribunal de justicia. Además, los delincuentes convictos no pueden ser deportados automáticamente si son ciudadanos de otro Estado miembro de la UE, ya que la legislación europea exige que la deportación de un individuo sea necesaria y proporcional al delito cometido. Hay que tener en cuenta, además, otras circunstancias, como la intensidad de los vínculos de la persona con la comunidad, por ejemplo.

Naturalmente, las sociedades europeas no deben tolerar la delincuencia ni el comportamiento antisocial, pero ningún grupo étnico monopoliza semejantes patologías y todos debemos ser iguales ante la ley. Desde la II Guerra Mundial, los europeos han considerado inaceptable someter a grupo alguno a castigo colectivo o expulsión en masa en razón de su etnia. Al dejar de lado derechos fundamentales en nombre de la seguridad, la detención de los gitanos establece un precedente muy preocupante.

El Gobierno francés hace bien, en cambio, cuando pide la adopción de medidas para mejorar el empleo y las oportunidades de desarrollo para los gitanos ensus países de origen (principalmente Bulgaria y Rumania en este caso), lo que reduciría los incentivos y la presión para que se trasladen a otros países. El Gobierno de Suecia reaccionó ante la posición de Francia pidiendo también la adopción de medidas conjuntas de la UE para fomentar la integración de los gitanos.

Los romaníes quieren -y pueden- integrarse si se les brinda la oportunidad de hacerlo, como han demostrado los programas de mi Fundación. La mayoría de los gitanos comparten las aspiraciones de las poblaciones mayoritarias: un hogar con servicios adecuados, una educación válida para sus hijos, puestos de trabajo que les permitan mantener a sus familias y relacionarse con la mayoría en su sociedad. Precisamente porque padecen una discriminación y privaciones atroces en sus respectivos países es por lo que siguen migrando por toda Europa. La UE debe reconocer que la naturaleza paneuropea de ese problema requiere una estrategia global y eficaz para la integración de los gitanos.

El deber primordial de salvaguardar los derechos y el bienestar de todos los ciudadanos corresponde a los Estados miembros de la UE. La aplicación de las políticas y programas para fomentar la integración en el empleo, la educación, la atención sanitaria y la vivienda debe hacerse en los ámbitos locales y nacionales, pero a la UE corresponde un papel decisivo para motivar, coordinar, ayudar financieramente y supervisar esas medidas mediante un plan general de toda la UE.

En 2009, la UE hizo suyo el principio de "prestar asistencia explícita, pero no exclusiva" a los gitanos y la Comisión Europea permitió que se utilizaran los fondos estructurales para financiar las intervenciones en materia de vivienda a favor de comunidades marginadas, centradas en particular en los romaníes. Es una medida bien acogida que debe hacer extensiva "la asistencia explícita, pero no exclusiva" a la educación, la atención sanitaria y el empleo. Lo más importante es que se modifiquen las normas que rigen la asignación de los fondos estructurales para permitir su utilización en la prestación de atención sanitaria y educación desde la primera infancia y no solo para la formación profesional.

La pobreza estructural de las comunidades romaníes está estrechamente vinculada con la deficiente educación y el desempleo. La iniciativa Europa 2020 de la Comisión establece metas concretas para aumentar las tasas de escolarización completa y los niveles de empleo para todos los ciudadanos de la UE. En esas dos esferas, los gitanos están tan rezagados respecto de sus conciudadanos, que las medidas específicas encaminadas a eliminar este desfase deben ser parte integrante del Plan Europa 2020.

La mayor diferencia entre los gitanos y las poblaciones mayoritarias no es cultural ni de estilo de vida -como con tanta frecuencia se presentan en los medios de comunicación-, sino que estriba en la pobreza y la desigualdad. La divisoria es física, no solo mental. La escolarización segregada es un obstáculo para la integración, produce fracasos y es perjudicial. La vivienda segregada ha propiciado la aparición de enormes barrios de chabolas y asentamientos que carecen de saneamiento y otras condiciones básicas esenciales para vivir con dignidad. La difícil situación de tantos millones de gitanos en el siglo XXI constituye una burla de los valores europeos y es un borrón en la conciencia de Europa.

No es un simple problema a corto plazo que se pueda abordar mediante medidas draconianas para trasladar por la fuerza a personas de un Estado miembro a otro. Eso no solo socava los valores europeos y los principios jurídicos, sino que, además, no aborda las verdaderas causas del problema.

Por ser la minoría étnica más numerosa de Europa, los gitanos constituyen dentro de la UE el segmento demográfico más joven y de crecimiento más rápido de la población. Por ejemplo, en el año 2020, los jóvenes constituirán la tercera parte de las nuevas incorporaciones a la mano de obra de Hungría.

Europa no puede permitirse otra generación perdida. Se trata de un asunto de derechos humanos y de valores básicos que es vital para la paz y la cohesión en las sociedades de toda Europa.

George Soros es presidente de Soros Fund Management. © Project Syndicate, 2010. Traducido por Carlos Manzano.

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