El olvidado beso de Dalí y Tierno
La azarosa creación y reforma de la única plaza diseñada por el genio
"Un dolmen... y el Newton, ¡el Newtooon!". Salvador Dalí estaba mayor y enfermo, pero sabía lo que quería. "Aunque habla con dificultad porque tiene una sonda en la nariz y está poco activo, tiene una mente lúcida y muestra terquedad en las discusiones", declaró Jesús Jiménez Cañas, ingeniero de Urbanismo, allá por 1985, cuando fue a visitar al de Figueras con una delegación del Ayuntamiento para diseñar la que sería la plaza de Salvador Dalí. Hizo falta un diccionario Dalí-humano. "Tuvimos que interpretar sus palabras, pero él supervisó el proyecto y dio el visto bueno a todos los bocetos que le presentamos", explica Enrique Bardají que fue gerente de Urbanismo entre 1982 y 1987. Describe aquella época como "un huracán": "Cambiamos radicalmente el concepto urbanístico". Se pavimentaron calles, se crearon 35.000 viviendas sociales, se rehabilitaron barrios como Vallecas, incluso se colorearon las tristes medianeras con murales para conseguir una ciudad más humana y alegre. "El gran debate eran las plazas", explica Bardají. "Para nosotros lo moderno era apropiarse de los espacios públicos para el peatón porque hasta entonces mandaba el coche". A mediados de los ochenta el final de la avenida de Felipe II era un jolgorio de paradas de autobuses, aparcamientos en segunda fila y semáforos.
Todo empezó el 13 de mayo de 1985, cuando a las 13.13 Enrique Tierno Galván, brocha en mano, encoló en la Puerta del Sol el primer cartel de la exposición ¡Viva la Gala!, en honor a la difunta musa del pintor. El gesto emocionó a Dalí, que regaló al alcalde un bastón que había pertenecido a Victor Hugo. El regidor decidió dedicar una plaza al pintor. Una delegación del Ayuntamiento lo visitó en su casa hasta 10 veces. Siguiendo sus indicaciones dibujaron el dolmen -que debía medir 13 metros y 13 centímetros, "¡exactamente!"- y encontraron el Newton al que se refería Dalí en una de sus esculturas del Museo de Figueras y en el cuadro Fosfene de Laporte. Tierno y Dalí se reunieron en Torre Galatea, firmaron el contrato y lo sellaron con sendos besos en la frente. Para su inauguración a las 13.13 del 17 de julio de 1986, Tierno ya había muerto. Dalí, que lo haría tres años después, no pudo asistir, pero mandó un telegrama que acababa "¡Vivan los madrileños!".
La crónica detallada de todo el proceso -recortes de prensa, bocetos, contratos- la guarda Juan Antonio Aguilera, portavoz de la Plataforma Ciudadana en Defensa del Dolmen de Dalí, un grupo de 100 personas que defiende lo que consideran, "sin fisuras", un proyecto integral de Dalí: "Su última obra y su única plaza en el mundo". Surgió en 2003 cuando el proyecto de reforma del Ayuntamiento de Álvarez del Manzano quiso desplazar unos metros el Newton y llevarse el dolmen a otra parte. Al final el monumento no se movió -y una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de 2009 evita que se pueda hacer en el futuro-, pero la plataforma sigue teniendo tres reivindicaciones: que se restaure el suelo original -retirado en la reforma final-, que se declare Bien de Interés Cultural y que se dé a conocer. "La tienen marginada, no aparece en ninguna guía oficial y el proyecto original ha desaparecido de los archivos", explica Aguilera. "Parece que alguien quisiese borrar la memoria de Enrique Tierno Galván". "Además, es una pena", continúa, "tal como está ahora no es ni la plaza de Dalí ni la de Mangado".
El arquitecto Patxi Mangado reformó la plaza en 2005. Considera "misteriosa" la autoría de Dalí, y el dolmen le parece "una cosa troglodítica", pero comprende que los vecinos lo defendiesen. "Los problemas de esa plaza son otros", dice. "El Ayuntamiento se gastó un dineral en reformarla, pero no pone un duro para su mantenimiento y, sobre todo, la ha convertido en un centro comercial siempre lleno de tenderetes. Es una vergüenza, es la privatización del espacio público". En ambos extremos están de acuerdo con el arquitecto el antiguo gestor de Urbanismo y el vecino. Las plazas, además de ser de sus autores, son, ante todo, de la gente.
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