"Aunque sea de forma lenta, los cambios llegarán"
El ex comandante de la revolución cubana Eloy Gutiérrez Menoyo (Madrid, 1934) conoció a Fidel Castro en enero de 1959. Durante la lucha contra el régimen de Batista, Menoyo creó su propio frente guerrillero y el primero de enero bajó de las montañas al mando de una fuerza guerrillera de 3.000 hombres, aunque pronto se desencantó por el rumbo personalista y radical que tomó la revolución. En 1961 marchó al exilio y regresó cuatro años después para alzarse en armas, acción que le costó 22 años de cárcel, de donde lo sacó el ex presidente del Gobierno español Felipe González. Después de 17 años en Miami, en 2003, siendo líder del grupo opositor Cambio Cubano, se quedó en la isla a la brava durante un viaje familiar. Desde entonces no ha dejado de reclamar "un espacio legal para la oposición independiente en Cuba", sin ningún resultado.
"Si hoy se pudiera hacer una encuesta, el 90% de los cubanos estaría a favor de los cambios y las reformas, las altas esferas y los humildes"
"No se puede seguir considerando que hacer negocios es delito. José Martí dijo que un país de pequeños propietarios es un país rico"
"La mejor forma de contribuir a la democratización es que la disidencia dé una imagen de una independencia total"
Menoyo se declara adversario de Castro, pero a la vez "opositor leal", que piensa en el mejor futuro para su país. Desea "suerte" a la "fórmula sucesoria encabezada por Raúl Castro", pero le pide que realice los cambios que mayoritariamente reclaman los cubanos. Estos llegarán, advierte, "por las buenas o por las malas".
Pregunta. ¿Cómo ha recibido la noticia de la enfermedad de Fidel Castro?
Respuesta. Con mucha preocupación. Considero que Castro tiene la suficiente experiencia para darse cuenta de la situación crítica que está viviendo el país, y sería deseable que él fuese el primero en contribuir a un cambio pacífico. En lo humano, aunque Fidel y yo estamos separados por nuestras concepciones y la visión de la democracia, como adversario leal en estos momentos me toca enfundar el sable de la lucha política, y lo primero que le deseo es que se restablezca. El diálogo civilizado puede traer soluciones que no se consiguen con la mera desaparición de un adversario.
P. ¿Qué puede suponer para Cuba en estos momentos el fallecimiento súbito de Castro, o su incapacidad definitiva para gobernar?
R. El momento es delicado, la situación de las clases más humildes es desesperada, y un vacío de pronto puede generar un caos en el país. Creo que Raúl, en ese aspecto, sería propicio a realizar cualquier tipo de cambio, siempre y cuando no estuviera bajo la tutela del hermano. Mientras esté bajo esa tutela, simplemente se hará lo que él diga.
P. ¿Existe el riesgo de que en la isla se instale el inmovilismo, si regresa un Fidel con las facultades mermadas?
R. Creo que los cambios no los frena nadie. Más tarde o más temprano tienen que llegar. El país no tiene ninguna posibilidad de levantarse sin cambios políticos y económicos. Estoy convencido de que si hoy se pudiera hacer una encuesta verdadera, el 90% de los cubanos está a favor de los cambios y las reformas, tanto en las más altas esferas del Gobierno como en la población más humilde. Pero este deseo se ve frenado por la intolerancia que el propio Fidel ha creado.
P. ¿Puede gobernar Raúl a la sombra de Fidel?
R. Sí, si se decide a hacer los cambios necesarios. Como la mayoría está por el cambio, tendría un apoyo tremendo.
P. ¿Regrese o no el bastón de mando a Fidel Castro, después de lo ocurrido algo va a cambiar en Cuba?
R. A partir de ahora, aunque sea de una forma lenta, los cambios han de llegar. Lo deseable es que se diera cuenta el propio Fidel de que éste no es un momento de avanzar por evolución, sino por revolución. El país requiere de una nueva revolución; quienes estamos a favor del cambio somos los revolucionarios; los que se oponen son los contrarrevolucionarios.
P. Usted conoce a Fidel desde hace 47 años. ¿Cree que puede reponerse y volver a gobernar?
R. Yo creo que sí. Las noticias que tengo en este momento son que ya le han quitado los tubos que tenía, que está conversando y de buen humor. Lo importante, si regresa, es que se dé cuenta de que el país no puede seguir así. Castro es un hombre eminentemente político. Lo demuestra el hecho de que cuando tuvo que dolarizar la isla y admitir inversiones extranjeras lo hizo. Cuando no le queda más remedio toma medidas, pero su vocación impresionante de poder es el mayor obstáculo para cualquier cambio.
P. ¿Qué primeras medidas debiera tomar el Gobierno de sucesión, tanto si es provisional o definitivo?
R. Lo primero es dar pasos en el orden económico y político. No pasos desestabilizadores, pero es que ahora no dar esos pasos de apertura es lo más desestabilizador debido al ansia de cambio de la gente. Se impone levantar el embargo a la creatividad de los cubanos.
P. ¿Se refiere a permitir la iniciativa privada y permitir la creación de medianas y pequeñas empresas?
R. No se puede seguir considerando que hacer negocios es delito. No hay que perseguir a un carpintero porque compra madera o barniz ilegalmente; lo que hay que hacer es vendérselo y permitir que trabaje. Es preferible que los cubanos puedan desarrollarse a traer los muebles de China, pienso yo. Luego, que paguen impuestos o lo que haga falta. Ya que se habla tanto de José Martí, Martí dijo que un país de pequeños propietarios es un país rico.
P. ¿Qué papel debe jugar ahora la oposición?
R. Lo primero, darse cuenta de que en Cuba la mayoría de la gente es nacionalista y que pide cambios que no tengan nada que ver con el Gobierno norteamericano. La mejor forma de contribuir a la democratización de Cuba es que la disidencia de una imagen de una independencia total, una imagen de una oposición civilizada.
P. ¿Cuál es su estrategia de trabajo con vistas al futuro?
R. Seguir insistiendo en que se le conceda un espacio legal a una oposición independiente, algo que vengo reclamando desde que llegué aquí hace tres años, sin resultados. El país y la democracia se hacen y se construye desde la diversidad, no desde el totalitarismo.
P. ¿Cómo juzga la primera reacción de EE UU a lo que está ocurriendo en Cuba?
R. Por desgracia, es la misma posición de los grupos minoritarios extremistas del exilio. Ese tipo de propósitos injerencistas, de continuar por la vía de la presión, puede generar un caos que conduzca a una situación violenta, y puede ser fatal. Yo le pediría a Estados Unidos que se mantuviera distante, que entendiera que la transición en Cuba corresponde a los cubanos y que ellos no tienen por qué meterse. Si hubiera un presidente norteamericano más objetivo y realista, lo correcto sería levantar el embargo y todas las medidas injerencistas; ésa es la mejor vía para contribuir a un transición pacífica y a la democratización.
P. ¿Puede un Gobierno sin Fidel mantenerse sin realizar reformas económicas y políticas?
R. Eso es imposible. El 90% de los cubanos están a favor de las reformas, y éstas se producirán, por las buenas o por las malas.
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