Irlanda dice 'no' al Tratado de Lisboa
El 'no' logra el 53,4% de los votos frente al 46,6% de síes. -El presidente de la Comisión, Durao Barroso, aboga por continuar con el proceso de ratificación y espera las propuestas del Gobierno irlandés
Irlanda ha dicho 'no' al Tratado de Lisboa, con un 53,4% de los votos frente al 46,6% que ha dicho 'sí', según los resultados finales tras el escrutinio de las papeletas depositadas en el referéndum celebrado ayer. El resultado mete a la UE en un nuevo y profundo atolladero.
El primer ministro de Irlanda, Brian Cowen, ha declarado su "inmensa decepción" por la victoria del 'no' y ha señalado que "no hay un remedio rápido" para el resultado del referéndum, que ha tildado de "serio revés" para la Unión Europea.
Antes de conocer los resultados definitivos, el ministro irlandés de Justicia, Dermot Ahern, había reconocido que el 'no' que adelantaban los primeros resultados del recuento era ya una tendencia imparable. "Parece que el voto va a ser 'no'", ha dicho en una comparecencia en televisión. El rechazo irlandés al plan B de la Constitución Europea supone un varapalo de gran calibre para Bruselas, que apuesta, no obstante, por continuar el proceso de ratificación, como ha adelantado el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso. Además, ha emplazado a escuchar las explicaciones del Gobierno irlandés en el Consejo Europeo de la semana que viene y ver qué soluciones propone Dublín.
Con una participación final del 51%, el resultado supone la aceptación de una nueva derrota de Europa en Irlanda -ya rechazó en 2001 en Tratado de Niza- y una derrota propia, puesto que el partido gobernante hizo suyo el 'sí', junto con todo el arco parlamentario, excepto el Sinn Fein. "Por muchísimas razones, la gente ha hablado", ha dicho Ahern.
Según esos datos, el 'no' de los irlandeses ha sido, además, rotundo, incluso en Dublín, donde las posibilidades del 'sí' debían ser mayores que en las zonas rurales. En casi todas las circunscripciones de la capital, el 'no' obtiene un 60% de los sufragios. Los porcentajes son similares en el resto de las 43 circunscripciones irlandesas. Es decir, dos de cada tres votantes irlandeses ha votado en contra del tratado, según estas estimaciones.
Durao ha destacado que 18 Estados miembros han ratificado hasta ahora el Tratado y sólo uno lo ha rechazado, por lo que entiende que el proceso de ratificación "debería continuar". "El Tratado no está muerto, creo que sigue vivo", ha dicho. No obstante, no ha querido adelantar ninguna salida a la crisis a la que el 'no' irlandés aboca a la Unión. "El Consejo Europeo -jefes de estado y de Gobierno- se reúne la semana que viene y ése es el lugar donde deben tomarse las decisiones que nos conciernen a todos", ha dicho Barroso. Allí, "escucharemos el análisis del primer ministro [irlandés, Brian] Cowen, así como sus ideas sobre como gestionar las preocupaciones de aquellos que han votado 'no'", ha dicho. También escuchará las "aportaciones" que tenga que hacer Dublín sobre cómo salir del atolladero.
Una nueva crisis
El rechazo al Tratado de Lisboa en el único país europeo que lo sometía a referéndum -la ratificación en los demás países debe tener o ha tenido lugar en el Parlamento- sume a la UE en otra nueva crisis, para la que hasta ayer decía no tener salida. "No hay plan B para el plan B", era más o menos el leit motif. No obstante, se intenta ahora buscar el final de un túnel en el que la UE ya estuvo cuando holandeses y franceses dijeron 'no' a la Constitución, rechazo que obligó a descafeinar el proyecto.
Precisamente, el fruto de esa rebaja de la Constitución fue el tratado de Lisboa, cuyo objetivo, a grandes rasgos es agilizar el proceso de toma de decisiones de un club de 27 miembros. Reduce el número de asuntos para los que es necesaria la unanimidad, establece una estructura más racional de la Comisión -un presidente elegido cada dos años y medio, en vez de la presidencia rotatoria cada seis meses-, reducción de los comisarios, refuerza el poder del Parlamento y establece un sistema de toma de decisiones basado en una doble mayoría -55% de Estados y 65% de población. Además, refuerza la figura del responsable de Exteriores.
Salidas
Con el 'no' sobre la mesa, el Consejo Europeo -reunión de los jefes de Estado y de Gobierno- de la próxima semana, cobra una nueva dimensión. Los líderes de los 27 tendrán que buscar cómo hacer frente a la nueva crisis abierta desde Dublín. Fuentes diplomáticas ya han adelantado que el orden del día de la cumbre, que pone fin a la presidencia eslovena para dar el relevo a Francia, se verá alterado, al igual que el de la reunión preparatoria de los ministros de Exteriores, el lunes.
Según ha declarado el secretario de Estado francés para Asuntos Europeos, Jean-Pierre Jouyet, si vence el 'no', habrá que encontrar "un arreglo jurídico" entre Dublín y los otros 26 miembros de la UE. "Lo más importante [en caso de rechazo irlandés] es que el proceso de ratificación continúe en los demás países y ver con los irlandeses qué arreglo jurídico podemos encontrar", ha declarado Jouyet.
Ante la negativa irlandesa, las opciones que se abren a la UE son varias. Por un lado, puede olvidarse del Tratado, dejar las cosas como están prorrogando el tratado de Niza, diseñado para la Europa a 15, e intentar poner en marcha Lisboa en mejor momento. Significaría esta opción olvidar un proceso que ha causado enormes quebraderos de cabeza a la UE: empezando por el difícil parto de la Constitución y siguiendo por el rechazo inesperado en Francia y Holanda a este texto; la rebaja para hacerlo asumible a todas las capitales y finalmente, el proceso de ratificación, en el que sólo Irlanda se aventuró al referéndum.
Otra de las opciones, quizá más viable, es que Irlanda repita la votación en unos meses, tiempo en el que el Gobierno de Brian Cowen tendría que hacer una extensa labor pedagógica para que sus ciudadanos den su visto bueno a un texto que hoy por hoy no entienden y que les genera dudas sobre aspectos como la tradicional neutralidad irlandesa y sobre la pérdida de peso del país en las instituciones europeas.
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