Los países bálticos exigen que la UE equipare crímenes nazis y estalinistas
Europa ultima una ley que castigará la negación del Holocausto
Las espadas vuelven a estar en alto entre el este y el oeste europeo. Estonia, Lituania y Polonia han bloqueado la ley que pretende castigar la negación del Holocausto en toda Europa y que los ministros de Interior de la Unión Europea deben aprobar mañana en Luxemburgo. Los antiguos miembros de la órbita soviética exigen que el texto penalice también a los que nieguen los crímenes cometidos por Stalin, a lo que el resto de países de la Unión se opone.
Alemania, el país que preside este semestre la Unión Europea y que ha convertido este texto en una de las prioridades de su mandato, barajaba ayer emitir una declaración de condena del estalinismo, el régimen que acabó con la vida de al menos 20 millones de personas según las cifras más conservadoras, para contentar a los nuevos socios europeos y lograr a cambio la aprobación de la ley.
"Los países bálticos insisten en que están sometidos a una fuerte presión interna para que incluyamos los crímenes cometidos por el régimen estalinista, veremos cómo se puede atender a su petición", indicaron ayer fuentes diplomáticas europeas. El texto que está previsto que los ministros de Interior de la UE aprueben mañana condena con un máximo de entre un año y tres de cárcel a aquellos individuos que públicamente inciten a la violencia o al odio contra un grupo de personas debido a su raza, color, religión, nacionalidad u origen étnico, según el documento al que tuvo acceso ayer este diario.
Genocidio
También serán condenados los que nieguen, o trivialicen los genocidios y los crímenes contra la humanidad, y se citan textualmente los contemplados por el Tribunal Militar Internacional, creado por el Acuerdo de Londres de 1945 para juzgar a los criminales de guerra alemanes. En este capítulo estaría incluida la negación del Holocausto, castigada hasta ahora en una decena de países europeos. España figura entre los Estados en los que la negación del Holocausto no es delito, lo que ha llevado a algún conocido negacionista a refugiarse en la península Ibérica.
La idea de castigar la negación del Holocausto no es nueva. Hace ya seis años que la Comisión Europea puso sobre la mesa la primera propuesta, pero la negativa de distintos países sepultó a lo largo de los años la iniciativa que previsiblemente verá la luz mañana gracias al empecinamiento de la presidencia alemana. La ministra de Justicia germana, Brigitte Zypries, envió una carta a sus homólogos a principios de año en la que dejó claro que convertir el Holocausto en un delito europeo era una de sus prioridades.
La prohibición de signos como la esvástica ha sido otra de las cuestiones barajadas por Alemania, un país donde ya existe esta interdicción. A principios de año, nada más conocerse el contenido de la ley, los hindúes británicos pusieron el grito en el cielo ante la posible prohibición de la esvástica, uno de sus símbolos religiosos.
Eurodiputados de países ex comunistas exigieron por su parte que también se incluyera la hoz y el martillo. Dos muestras de lo difícil que supone prohibir en toda la UE un distintivo con el que el príncipe Enrique, tercero en la línea de sucesión al trono británico, gusta presentarse en las fiestas.
Berlín se ha visto obligado a renunciar a esa alusión, en aras de un compromiso entre los Veintisiete, ya que el veto de un solo Estado echaría por tierra una ley, que como la mayoría de las relacionadas con los asuntos de Interior y Justicia, exige la unanimidad.
El consejo de mañana tratará además las leyes que regulan el matrimonio y el divorcio en Europa y la inmigración.
Religión y libertad de expresión
Los países nórdicos y Reino Unido han puesto en los últimos meses reparos a una ley que temen que podría restringir la libertad de expresión. Las caricaturas de Mahoma o la ley que prohíbe negar el genocidio armenio en Francia han sido algunas de las cuestiones que han generado un intenso debate en Europa.
Juegos malabares de los redactores de la ley han logrado que estos países pasen por el aro, eso sí, descafeinando una ley que a veces roza el absurdo. Así, no irá a la cárcel quien diga que "hay que matar a todos los judíos", pero sí el que sostenga que "hay que matar a todos los judíos de Israel". Esto obedece a las exigencias de Londres, que considera que sólo deben castigarse las alusiones a grupos religiosos si van asociados a una nacionalidad o raza. Fuentes comunitarias explican que es el conflicto de Irlanda del Norte el que ha llevado a los británicos a evitar a toda costa que el tema religioso sea delito por sí mismo.
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