La opinión de Blair sobre Sadam se endureció tras un encuentro con Bush en 2002
El entonces embajador de Reino Unido en EE UU afirma que la reunión privada que mantuvieron ambos líderes en el rancho de Crawford pudo ser un momento decisivo
Un encuentro informal que Tony Blair protagonizó con el presidente George Bush en abril de 2002 pudo ser crucial para que el entonces primer ministro británico comprometiera su apoyo a una intervención militar en Irak. Ese argumento que siempre han esgrimido los sectores críticos con la guerra ha sido defendido este jueves por el a la sazón embajador del Reino Unido en Washington, Christopher Meyer, en el tercer día de sesiones de la comisión que investiga la implicación británica en el conflicto.
Sólo avalan la tesis de Sir Christopher -un diplomático de carrera cuya posición crítica con el gobierno Blair es bien conocida- sus propias impresiones personales sobre aquella época, porque ni él ni ningún otro alto funcionario estuvieron presentes en la reunión que mantuvieron los dos líderes en el rancho texano de Crawford. "No puedo precisar qué grado de convergencia (entre Blair y Bush) se estableció en aquel encuentro, o si allí se firmó un pacto con sangre", ha admitido Meyer. Ha añadido, sin embargo, que un discurso pronunciado por el ex dirigente laborista tan sólo un día después presenta nítidas "claves": Por primera vez, Blair aludía públicamente a la necesidad de un cambio de régimen en Irak. Hasta entonces, la posición oficial del Gobierno británico ponía el acento en un endurecimiento de las sanciones internacionales para doblegar a Sadam Husein.
Incluso semanas antes de la cita de Crawford, el embajador ya recibió instrucciones desde Downing Street -formuladas por el asesor de política exterior del primer ministro, David Manning- sobre el cambio de sensibilidad británica hacia la cuestión iraquí. Lo que se trataba de hacer en los pasillos de Washington, ha explicado, era "aprender de las lecciones del 11 de septiembre y aplicarlas a la situación en Irak lo que condujo deliberadamente, según mi opinión, a fusionar la amenaza de Osama bin Laden con Sadam". En marzo de 2002 la estrategia británica todavía pasaba por convencer a Estados Unidos de la necesidad de buscar la aprobación de la ONU antes de emprender una acción militar, pero también existía la convicción de que se trataba de "una pérdida de tiempo", ha relatado. Aunque Manning concedió ante los americanos que existían "razones poderosas" para que EE UU interviniera en solitario en el país árabe, siguió insistiendo en la conveniencia de forjar una coalición internacional "de amigos y socios".
En Crawford, según Christopher Meyer, Blair tuvo la oportunidad de cambiar "la naturaleza de los planes" de la Administración Bush, pero acabó embarcándose en esa aventura bélica.
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