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Tensión en Irán

El líder supremo impone la represión

Miles de personas vuelven a las calles pese a las amenazas de las autoridades - Por primera vez el ayatolá Alí Jamenei es criticado en público por un político

Ángeles Espinosa

El miedo no ha podido con los iraníes. En claro desafío al líder supremo de la revolución, miles de ellos volvieron a mostrar ayer su descontento con el resultado de las elecciones presidenciales de la semana pasada. El ayatolá Alí Jamenei, la máxima autoridad de la República Islámica, les había advertido el día anterior de que no toleraría nuevas manifestaciones y mencionó el riesgo de un baño de sangre. Una barrera de fuerzas de seguridad, tanto regulares como irregulares, impidió el acceso de los opositores a la plaza de Enghelab, donde se habían dado cita, pero los focos de protesta se extendieron entonces por todo el centro de Teherán. Los agentes del régimen respondieron con cañones de agua, gases lacrimógenos y porras, según varios testigos.

Los testigos hablan del ensañamiento de los 'basiyís', algunos de civil
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"Había muchos antidisturbios, policías de paisano y de uniforme, y sobre todo, muchos basiyís [paramilitares religiosos]", explicó a este diario una persona ajena a las protestas que se encontraba en la zona. Los medios extranjeros acreditados en Irán tenemos prohibido cubrir cualquier acto al que no estemos expresamente invitados. Según la fuente, la policía utilizó cañones de agua, gases lacrimógenos y porras para evitar que la gente se concentrara en la plaza de Enghelab, como pidió el jueves Mir Hosein Musaví, el principal de los candidatos derrotados en las elecciones de la semana pasada.

Musaví, que al final no acudió a esa cita, reapareció en un barrio del sur de Teherán donde, según testigos citados por las agencias France Presse y Reuters, acusó al líder supremo de querer imponer un nuevo sistema político y pidió a sus seguidores que, si le detienen, hagan una huelga general. Jamenei, a quien nadie del estamento político había criticado antes en público, dijo el viernes que si se producía un baño de sangre, los responsables serían quienes convocan las manifestaciones.

Los miles de descontentos que decidieron ignorar las advertencias de las autoridades no se dieron por vencidos ante el muro policial. En la esquina de Kargar con Fatemí, frente a la Universidad de Teherán, en el bulevar Keshavarz o en la plaza de Val-i Asr, grupos de jóvenes y no tan jóvenes coreaban "Marg bar diktator" (Muerte al dictador) y levantaban sus manos haciendo el signo de la victoria. Los embates policiales les empujaban hacia las callejuelas laterales, donde muchas personas les acogían en portales y tiendas que enseguida echaban abajo las persianas para protegerles. Si alguno era capturado, el quejido de la multitud sonaba como un rugido desde los edificios cercanos.

Un viandante despistado que recibió un porrazo, incluso se atrevió a encararse con los antidisturbios. "Le molieron a golpes", relató un espectador. No fue el único. Otros testigos hablaron de ensañamiento por parte, sobre todo, de los basiyís, no siempre uniformados, que se comunicaban por radio, ya que los móviles volvieron a quedarse sin línea. A otra persona le llamó la atención la descoordinación de las patrullas que salían corriendo detrás de los manifestantes, pero regresaban "nerviosos y desorientados" cuando no lograban darles alcance. Un enorme atasco de tráfico dificultaba sus movimientos y, a ratos, los automovilistas tocaban el claxon al unísono, una forma de protesta que las autoridades prohibieron a principio de la semana.

"Hemos actuado con poca severidad, pero creo que a partir de hoy, debemos aplicar la ley y actuar con mayor firmeza", declaró el general Esmail Ahmadi Moghadam en la televisión estatal. "Los sucesos se han hecho agotadores, molestos e intolerables. Quiero que se tomen las advertencias de la policía en serio porque definitivamente vamos a enfrentarnos con firmeza a quienes violen las leyes".

A la misma hora en que se estaba desarrollando la manifestación, la cadena iraní PressTV daba cuenta de un atentado suicida en el Mausoleo del Imam Jomeini. Las primeras informaciones hablaban de ocho heridos, aparte de la muerte del responsable. Sin embargo, el hecho de que el origen de la noticia fuera la agencia Fars suscitó dudas. El día anterior, la misma agencia anunció que la fiscalía había prohibido la salida del país de Fatemeh y Mehdi Hashemí, dos de los hijos de Alí Akbar Hashemí Rafsanyaní, algo que fue desmentido ayer por un portavoz judicial.

Las restricciones al movimiento de los periodistas impidieron la confirmación independiente del atentado. Igualmente era imposible verificar algunos mensajes de Twitter que aseguraban que se habían producido dos muertos durante las protestas de ayer, o que había habido tiros al aire para dispersar a la multitud. La mayoría de los agentes desplegados para reprimir a los manifestantes no llevaban armas de fuego visibles, según los testigos con los que habló esta corresponsal.

La falta de transparencia informativa está alentando una batalla de propaganda e intoxicación. Los medios oficiales iraníes ven una mano extranjera detrás de los disturbios. Los disidentes de fuera de Irán, por su parte, tienen interés en exagerar la gravedad de los incidentes y la brutalidad de la represión. En medio, los iraníes, cuyas protestas son el mayor desafío al régimen islámico desde la revolución de 1979, tratan de que su voz se oiga en el mundo grabando lo que acontece con sus teléfonos móviles y colgando las imágenes de Internet.

En una otra prueba de que la intervención del líder no ha amedrentado a los iraníes, miles de ellos volvieron a subir anoche a las azoteas para airear su malestar, como vienen haciendo cada día desde hace una semana. A los ya familiares "Dios es el más grande" y "Muerte al dictador", se unieron gritos contra los basiyís y en algunos barrios incluso contra el líder supremo.

Policías iraníes en motocicletas bloquean el paso a los manifestantes en las calles de Teherán.
Policías iraníes en motocicletas bloquean el paso a los manifestantes en las calles de Teherán.AFP

Semana turbulenta

- Sábado 13 de junio. Ahmadineyad gana las elecciones y Musaví califica los resultados de ?farsa?. La policía carga contra sus seguidores en Teherán.

- Domingo 14 de junio. Musaví pide al Consejo de Guardianes que anule las elecciones.

- Lunes 15 de junio. Mueren siete personas en el centro de Teherán durante una marcha masiva en apoyo de Musaví. Se suceden las manifestaciones en otras ciudades del país.

- Martes 16 de junio. El disidente Mohamed Alí Abtahi, ex vicepresidente, es detenido. Los partidarios de Ahmadineyad y de Musaví se manifiestan a la misma hora en el centro de Teherán. Las autoridades prohíben cubrir las protestas a los periodistas.

- Miércoles 17 de junio. Ahmadineyad defiende la legitimidad de las votaciones. Se suceden las manifestaciones y los arrestos por todo el país.

- Jueves 18 de junio. El Consejo de Guardianes accede a estudiar 646 quejas por irregularidades en el voto. Musaví se dirige a cientos de miles de sus seguidores en Teherán.

- Viernes 19 de junio. El Líder Supremo, Alí Jamenei, ratifica a Ahmadineyad como ganador y pone fuera de la ley cualquier tipo de protestas callejeras.

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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