El líder del Gobierno rebelde libio advierte que no tolerará represalias
Amnistía Internacional acusa de crímenes de guerra a ambos bandos
En la antigua plaza Verde de Trípoli, debajo de la ventana en la que apareció hace unos meses Muamar el Gadafi para llamar ratas a los rebeldes y amenazarles con todo tipo de represiones si no deponían su actitud, apareció la noche del lunes de forma sorpresiva el presidente del Gobierno provisional de Libia, Mustafá Abdel Yalil, para emitir dos mensajes importantísimos: Libia se regiría bajo los designios de la ley islámica o sharia y las mujeres se incorporarán a las tareas de Gobierno.
Ante unas diez mil personas, la mayoría jóvenes, Yalil dijo: "Buscamos un Estado de derecho y de prosperidad donde la sharia sea la única fuente de legislación, y eso requiere unas condiciones previas". Yalil, que era ministro de Justicia con Gadafi antes de unirse a la revuelta, llegó el domingo a Trípoli por vez primera desde que empezaron las protestas y solo ha tardado un día en aparecer en público. En la mañana del lunes se estaba levantando un escenario en la actual plaza de los Mártires, pero nadie sabía quién iba a hablar allí. Temeroso ante un posible atentado de leales a Gadafi, Yalil apareció casi por sorpresa en la plaza y advirtió que no tolerará ideologías extremistas. Yalil se mostró en contra de las represalias. "Necesitamos que funcionen pronto los tribunales y que ellos decidan", declaró. La inmensa mayoría de las jóvenes que asistieron al acto llevaban el cabello cubierto con velo. Para ellas tuvo el nuevo presidente un mensaje muy prometedor: "Somos una nación musulmana, con un islam moderado, y vamos a mantener eso. Estáis con nosotros y nos habéis apoyado, sois el arma contra cualquiera que trate de secuestrar esta revolución". Les prometió más cuota de poder en la nueva Libia.
Yalil apuesta por un islam moderado, pero la 'sharia' será fuente de legislación
El presidente asegura que las mujeres tendrán más cuota de poder
Alaa Murabirt, de 22 años, es estudiante de medicina. Junto a una amiga científica, dirige la ONG La Voz De Las Mujeres Libias. Ambas con sus respectivos velos, acudieron a la plaza y declararon estar encantadas con las palabras del gobernante: "Sé que vamos a desempeñar un papel determinante en este país, este es nuestro momento. En esta revolución hemos visto hasta qué punto las mujeres estamos preparadas para asumir más poderes de los que hemos visto hasta ahora. Nuestros hermanos y padres nos han visto salir a las calles al lado de ellos y saben cómo nos hemos implicado en la revolución".
Sin embargo, el camino que queda por recorrer en Libia aún es largo y tortuoso. Entre los 45 miembros del Consejo de Transición, el organismo que dirige el país, solo hay una mujer. El primer ministro, Mahmud Yibril, habló el sábado de aumentar los miembros del Consejo para admitir también a representantes de las cuatro ciudades sitiadas, pero en ningún momento mencionó a las mujeres.
Cada paso que da el Consejo Nacional de Transición en una dirección u otra parece lleno de obstáculos. Después del discurso del presidente, el líder de un partido islámico pidió en la cadena Al Yazira la dimisión del primer ministro. Pero en menos de 24 horas, a través de las redes sociales, una treintena de personas, la mitad de ellas mujeres, acudieron a las puertas del hotel Radison Blue de Trípoli, donde se aloja la prensa extranjera, para apoyar al primer ministro. "Salabi habló en Al Yazira en nombre del pueblo libio, pero el pueblo libio somos los que estamos aquí", señalaba Mawada, una ingeniera agrícola de 25 años. "La gente que hemos venido aquí", añadía el informático Walid Ben Asheher, "no nos conocemos de nada, hemos contactado entre nosotros a través de Facebook para apoyar la democracia".
Las fuerzas de los dos bandos en el conflicto de Libia han cometido crímenes de guerra y han expuesto al país a un posible círculo de violencia, sangre y represalias si las nuevas autoridades no restauran el orden, ha denunciado Amnistía Internacional en un informe de más de 100 folios publicado ayer. Según el texto presentado por la ONG proderechos humanos, los ataques indiscriminados de las fuerzas gadafistas contra los manifestantes libios fueron "crímenes contra la humanidad", mientras las torturas, secuestros y detenciones arbitrarias supusieron "crímenes de guerra". Los leales al régimen aguantan aún la arremetida de los rebeldes en sus bastiones de Bani Walid y Sirte.
No obstante, Amnistía Internacional no limita su informe a los abusos contra los derechos humanos cometidos en las filas de Gadafi. La ONG condena de igual modo la actuación del contingente militar formado por los opositores y advierte de que la caída del líder libio tras 42 años en el poder ha degenerado en un "vacío institucional y de seguridad" que puede sumir al país en una cadena de asesinatos y torturas por venganza. Por este motivo, Amnistía se ha apresurado a pedir a las autoridades del Consejo de Transición que persigan la violación de los derechos humanos para situarlos en primera línea del programa del Gobierno.
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