Los laboristas levantan vuelo
La posibilidad de que ningún partido obtenga mayoría absoluta calienta la precampaña electoral británica - La reforma fiscal monopoliza el debate político
Gordon Brown anunciará en los próximos días la convocatoria de elecciones generales en Reino Unido. Lo más probable es que el actual primer ministro, que llegó al cargo a media legislatura cuando en junio de 2007 sustituyó al polémico Tony Blair, le comunique el martes a la reina su decisión de disolver el Parlamento y convocar a los británicos a las urnas el 6 de mayo. Serán las primeras elecciones desde 1997 con aromas de cambio político, aunque la resurrección de los laboristas en los sondeos de los últimos meses puede poner en duda el hasta hace poco esperado triunfo del Partido Conservador.
Aunque en unas elecciones generales juegan muchos factores, la economía y el choque de personalidades entre el laborista Brown y el conservador David Cameron se dibujan como los elementos clave para los electores. A diferencia de lo que es habitual en las elecciones británicas, esta vez parece realmente posible que ningún partido obtenga la mayoría absoluta, lo que puede dejar la llave de la formación de Gobierno en el Partido de los Liberal Demócratas que lidera Nick Clegg.Aunque la City ha cotizado a la baja por el temor a lo que los británicos llaman un hung parliament, un Parlamento colgado por la ausencia de mayoría absoluta, muchos votantes parecen haber llegado a la conclusión de que puede ser la mejor salida en un momento político en que los ciudadanos no parecen entusiasmados ni con la idea de que los laboristas obtengan una cuarta victoria consecutiva ni con el retorno al poder de los conservadores.
Está previsto que Brown convoque a las urnas el próximo 6 de mayo
Los conservadores han aumentado la agresividad de sus mensajes
Significativamente, un sondeo de ICM publicado ayer por The Guardian refleja una caída de dos puntos en la intención de voto tanto para los tories (38%) como para los laboristas (29%), mientras que los liberales crecen tres puntos y alcanzan el 23%. Aunque la ventaja conservadora puede parecer muy amplia, con el sistema electoral británico no es seguro que obtuvieran la mayoría absoluta.
El renacimiento laborista ha llevado a los conservadores a aumentar la agresividad de sus mensajes en las últimas semanas y redoblar los ataques contra Gordon Brown, un primer ministro que este verano parecía políticamente muerto, pero que se ha ido recuperando al mismo tiempo que ha ido mejorando la situación económica. Pero tanto la posición de Brown como la de la economía son aún frágiles.
La influencia que la situación económica puede tener en el resultado final de los comicios se ha dejado sentir con fuerza en las últimas semanas y en especial en los últimos días de precampaña. Hasta la semana pasada, los laboristas habían logrado capitalizar el debate económico a su favor. No sólo porque se atribuían a su propia gestión el retorno del crecimiento o el papel desempeñado por Brown en los momentos más críticos de la crisis bancaria mundial, sino porque los vaivenes económicos de los tories y su empeño en poner más acento en la grave situación de las cuentas públicas que en la propia recuperación de la economía parecía estar alejándoles de los votantes.
Desde hace un algunos meses, ese debate ha girado en torno a un asunto de apariencia bastante académica: ¿hay que poner en marcha recortes de gastos de forma inmediata para sanear las finanzas públicas, como dicen los tories, o hay que aplazar el ajuste un año y mantener los niveles de gasto público para consolidar la recuperación, como defienden los laboristas?
Ese debate casi metafísico ha bajado a la tierra en la última semana de la mano del Partido Conservador, cuando su portavoz de Economía y aspirante a canciller del Exchequer, George Osborne, anunció que, si ganan las elecciones, cancelarían la subida en un punto de las cotizaciones a la Seguridad Social aprobada el año pasado por los laboristas y que debería entrar en vigor el 1 de abril de 2011 y proporcionar a la Hacienda británica unos ingresos adicionales de 6.800 millones de euros. Como compensación, los tories identificaron áreas de recorte de gasto público por esa misma cantidad para este año y por otros 6.800 millones el siguiente.
La propuesta tory causó cierta perplejidad al principio porque parece contradictoria con su determinación de sanear las finanzas públicas. ¿Por qué, si ese es el objetivo, anunciar ahora un recorte de impuestos? La respuesta llegó enseguida en forma de una carta al diario The Telegraph firmada por 23 ejecutivos de grandes empresas u organizaciones empresariales, como Marks & Spencer, Next, easyGroup, Sainsbury's o las Cámaras de Comercio Británicas, apoyando la iniciativa conservadora: "Recortar el despilfarro del Gobierno no va a poner en peligro la economía, pero aumentar las cotizaciones sociales sí que la pondría en peligro", dicen.
La maniobra tory ha cogido a contrapié a los laboristas. "Es una reacción de pánico", denunció Gordon Brown. "Los empresarios han firmado esa carta engañados", aseguró el poderoso ministro Peter Mandelson, responsable precisamente de la cartera más directamente relacionada con los empresarios. Pero el pánico más bien parece surgir del cuartel general laborista porque una propuesta tan sencilla puede acabar alterando por completo el debate económico y fiscal de la campaña. De momento, ha desplazado el centro de gravedad de ese debate desde la dicotomía de los últimos meses (ajuste fiscal ahora o el año que viene) a un territorio en el que los tories se encuentran mucho más cómodos: rebajas fiscales y reducciones del gasto público al mismo tiempo.
Pero puede tener también una dimensión más directamente política al reforzar la asociación de los tories con el mundo de los negocios y a los laboristas con lo contrario. Un arma de doble filo para los dos partidos porque refuerza la imagen de los conservadores como el partido de la clase dominante e invita a resucitar el viejo cliché de los laboristas como un partido incapaz de aceptar como propio el mundo de los negocios. Precisamente los dos estereotipos que tanto intentan combatir los dos grandes partidos británicos. Quizás sea esa la mejor manera de reforzar silenciosamente las opciones del Partido de los Liberales Demócratas...
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