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Reportaje:

Los golpes empiezan a ser duros... y bajos

Acusaciones y descalificaciones protagonizan la campaña electoral de Sarkozy y Royal a tres meses del voto en Francia

Los golpes empiezan a ser duros y... bajos. A 84 días de la primera vuelta de las presidenciales, la campaña electoral francesa ha tomado velocidad de crucero. Atrás quedan las eliminatorias. El primer asalto, aunque sólo sea de tanteo, se lo ha llevado claramente el candidato de la derecha gubernamental, el ministro del Interior Nicolas Sarkozy. Su principal rival, la socialista Ségolène Royal, no ha dado una a derechas desde que éste fuera consagrado, hace dos semanas, por su partido la Unión por un Movimiento Popular (UMP). Ambos siguen encabezando los sondeos y acaparan más de un 60% de intención de voto. Pero Sarkozy ha tomado ventaja.

Royal ha cometido errores, ninguno de gran calado, pero que han sido bien explotados por el engrasado y potente aparato electoral de la UMP que hace el trabajo sucio. Sarkozy se queda al margen. Lleva dos semanas vestido de blanco, con el disfraz con el que entró en campaña -"he cambiado", dijo- y repite una y otra vez que no caerá en la política de las alcantarillas. Y no menciona el nombre de su rival. Lo hacen otros.

Sarkozy tiene un gabinete exclusivamente dedicado a vigilar los movimientos de su rival

El banal episodio de pasillo filmado con una webcam en el que Royal le dice al líder del Partido Quebequés, André Boisclair, que sus afinidades son "conformes a los valores que nos son comunes, es decir, la soberanía y la libertad de Québec", ha sido reproducido una y otra vez en todas las televisiones y amplificado por los analistas como mejor ejemplo de la "incompetencia" de la candidata socialista. Y para rematarlo, como por casualidad, el humorista e imitador Gérald Dahan consiguió acceder al móvil personal de Royal haciéndose pasar por el primer ministro de Québec y preguntarle si los franceses estarían de acuerdo con la independencia de Córcega.

Riéndose y de forma claramente irónica, Ségolène le dijo que sí, que podría ser, pero que no lo fuera diciendo por ahí porque podría montarse un escándalo. Pero minutos después Dahan -a quien desde el PS se le atribuye una relación personal con Sarkozy- repartía la grabación por las emisoras de radio para gran satisfacción de la derecha. "La hipótesis Royal es inquietante para nuestro país", dijo el ex primer ministro Jean Pierre Raffarin. Y el candidato conservador, solemnemente, remachó: "sobre Córcega no se pueden hacer bromas".

Estas dos últimas semanas no ha habido un día sin un mal paso de Royal. El equipo de Sarkozy intenta darle la vuelta a la etiqueta que más pesaba sobre sus posibilidades de llegar al palacio del Elíseo: la "inquietud" que despertaba en los franceses su sed de poder, su desmesurada ambición, sus ideas radicales en lo económico, su agresividad y sus maneras ásperas. Ahora es Royal la que debe causar "inquietud" por la inseguridad que desprenden algunas de sus respuestas, la falta de contenido de su discurso, la endeblez de sus posturas y la sensación de incompetencia que intentan hacer aflorar.

A Sarkozy, es obvio, le sobran medios. Mezcla sin rubor su condición de candidato con la de miembro del Gobierno. Ocupa los medios de comunicación. Su equipo de campaña ha adoptado el modelo norteamericano. Tiene un gabinete dedicado exclusivamente a vigilar todos y cada uno de los movimientos de su rival socialista. Bautizado como "célula de respuesta", lo forman varios diputados veteranos, jóvenes tecnócratas capaces de producir argumentos y especialistas en el universo socialista. Se reunen dos veces al día; a las 8.30, antes de empezar la jornada y a las 21.00, después de los informativos de televisión.

El papel de Internet en la campaña es interesante. La polémica sobre la supuesta fortuna de Royal lo ilustra muy bien. La información sobre la ficha de la sociedad de derecho civil (SCI) de los bienes de la pareja Royal-Holande la colgó en la red el colectivo libertario Bella Ciao a finales del pasado verano. Muchos periodistas políticos recibieron a finales de noviembre correos electrónicos insistiendo. En Libération investigaron y no encontraron nada irregular, pero a principios de enero detectaron "una difusión viral organizada por internautas cercanos a la UMP inundando blogs, foros y buzones de correo" con un mensaje acusando a la pareja socialista de evadir impuestos. Finalmente, el diputado conservador Jacques Gonfrain dio la información a La Depeche du Midi y estalló la polémica.

Mientras entre las filas de Sarkozy sube la adrenalina, en el campo socialista, falta pegada y cohesión. Varios episodios han mostrado la brecha existente entre la candidata y el aparato del partido. Y, mientras el candidato de la UMP no deja pasar un día sin hacer propuestas, Royal sigue insistiendo en que "escucha" y aplaza para el 11 de febrero la presentación de su programa electoral. Pero la campaña es muy larga, faltan casi tres meses y el PS parece jugar a largo plazo.

Sarkozy sí que es "inquietante", insisten. Y golpean el flanco débil de su contrincante: el abuso de poder. Le Canard Enchaîné publica que los Renseignements Generaux (RG), los servicios de información de la policía dependientes del Ministerio del Interior, han recibido la orden de investigar a Bruno Rebelle, ex director de Greenpeace Francia y miembro de la campaña de Royal. Y los RG se ven obligados a admitir que tienen una ficha de esta persona.

Sarkozy, niega y reniega que tenga nada que ver, califica las acusaciones de "ridículas",pero no puede negar que sigue siendo el ministro del Interior bajo cuyo mando están los RG. La incompatibilidad entre ser candidato y seguir pilotando el organismo encargado de organizar las elecciones, hace tiempo que se plantea. Royal pide a Chirac que fuerce la salida de Sarkozy del Gobierno. Los editoriales del viernes en casi toda la prensa eran unánimes en el mismo sentido. Y ahí es donde el candidato de la UMP muestra su verdadera cara: se niega a dejar su cargo poniendo en evidencia lo mucho que necesita estar en el poder para seguir adelante.

Nicolas Sarkozy,  durante un acto electoral el pasado viernes en Poitiers.
Nicolas Sarkozy, durante un acto electoral el pasado viernes en Poitiers.REUTERS

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