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La cultura china se cuela en Costa Rica

El gigante asiático intenta introducirse en Centroamérica participando como invitado en el principal festival artístico de la región

Una imagen centelleante de un dragón con una rápida voz que dice China se cuela entre las escenas de los anuncios televisivos del Festival Internacional de las Artes (FIA), el principal encuentro centroamericano, que Costa Rica celebra cada año con cientos de artistas de todo el mundo. A fin de cuentas, la vida pública costarricense es como esos avisos publicitarios desde hace un año, cuando el Gobierno de Óscar Arias se atrevió a romper la fidelidad centroamericana con Taiwán y aliarse con el régimen de Pekín.

Ahora la presencia china chispea como una luz amarilla que cada cierto tiempo se enciende y recuerda que ahí está, que importa. La donación de 20 millones de dólares para los damnificados por las lluvias, el obsequio de un nuevo estadio de fútbol valorado en 73 millones de dólares, la compra de bonos del Estado con cifras ocultas, promesas comerciales, planes en el sector petrolero y comedidas posiciones políticas en temas chinos conflictivos, como el del Tíbet, han sido las primeras muestras de la relación con Costa Rica, con la cual China ha pretendido colarse en la única región del mundo donde carecía de aliados diplomáticos. Tras tocar la economía, la política y hasta el fútbol, las artes fueron la más reciente plataforma de presencia china, al ser el gigante oriental el país invitado en el FIA que organiza el Gobierno costarricense.

La Ópera de Pekín, los populares acróbatas y una muestra de artesanos chinos justificaron la decisión de escoger China como país invitado en el festival que culminó el domingo, tras haber presentado en poco más de una semana más de 350 espectáculos con visitantes de 22 países. "Hemos querido que el público nacional tenga la oportunidad de conocer algo que está muy lejano de nosotros: la cultura china. No quisiera pensar que estamos mezclando arte y política", razona María Elena Carballo, ministra de Cultura.

Pero sí se mezclan. Solo así se puede entender la cortesía oficial para una China que antes de junio pasado carecía de Embajada en San José y en las últimas décadas se limitaba a comerciar y dialogar en los túneles de la informalidad mientras sus enemigas autoridades de Taiwán invitaban a los políticos costarricenses y los llenaban de regalos para ellos y, a veces, para el país, como ocurre aún en el resto de Centroamérica. "La relación entre China y Costa Rica es joven, pero ya ha dado muestras importantes de solidez", considera el analista de asuntos internacionales Luis Guillermo Solís.

Relación política

"Se vislumbra un mayor acercamiento", agrega el analista, quien subraya el poco impacto que la diplomacia ha generado sobre el comercio bilateral, pero también destaca la incidencia de la relación bilateral en posiciones del Gobierno de Arias ante determinados temas.

En el reciente repunte de fricciones entre Pekín y los budistas separatistas del Tíbet, Arias abogó por el diálogo y criticó a quienes han propuesto boicotear los Juegos Olímpicos de agosto, pero se guardó el apoyo a la causa tibetana que hubiera sido procedente si la relación hubiera sido otra con el régimen de Hu Jintao, quien en octubre pasado lo hizo caminar con todos los honores sobre una alfombra roja en la plaza Tiananmen. "Ha habido una gran condescendencia al no pronunciarse como hubiera ocurrido antes", advirtió Solís.

Otros mensajes que Costa Rica emite con fuerza en los altavoces internacionales a favor del medio ambiente y los derechos humanos y en contra del armamentismo bajan en volumen cuando el interlocutor es China. La oposición lo ha señalado, como también ha criticado la falta de transparencia en negocios financieros bilaterales que, según ha argumentado el Gobierno, Pekín ha ordenado mantener bajo el más estricto secreto al estilo chino. Nadie sabe aún cuántos millones de dólares ha pagado China por títulos de la deuda pública costarricense.

Esta relación es la que Arias intenta aprovechar como aliado exclusivo de China en la región, mientras sus vecinos centroamericanos exprimen la chequera taiwanesa y refuerzan su discurso contra la diplomacia china.

El Salvador puede ser el segundo aliado de Pekín si se concreta el anuncio del candidato de izquierda Mauricio Funes (FMLN), que encabeza las encuestas de cara a los comicios que se realizarán en marzo. Ni siquiera el nicaragüense Daniel Ortega parece estar dispuesto a sacrificar la cómoda relación con Taiwán por satisfacer su ideología socialista.

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