El caos en Wall Street impulsa a Obama
Un 65% de los electores opina que el demócrata es mayor garantía de cambio - McCain se desmarca del partido y dice que echaría al jefe de la autoridad bursátil
El terremoto de Wall Street, que se prolonga y se complica, ha acabado por decantar la carrera electoral del lado de Barack Obama, a quien los votantes parecen ver hoy como un más auténtico agente del cambio que a John McCain. A menos de cincuenta días de las elecciones y con la campaña monopolizada por la economía, el candidato presidencial demócrata dispone del mejor escenario imaginable para hacerse con el papel de favorito.
Los republicanos acusan a Obama de "estar alentando esta crisis"
Los dos candidatos han sido criticados por su falta de soluciones
Las encuestas conocidas ayer confirman el giro que se apuntaba desde el estallido de la crisis financiera: la preocupación por la marcha de la economía ha hecho que los electores abracen la marca original del cambio, la que ofrecía desde hace meses Obama, y echen una mirada más profunda -y desconfiada- a la atrevida apuesta que la designación de una inexperta Sarah Palin constituía.
Los electores consideran hoy por un 65% contra un 37% que Obama es mayor garantía de cambio que McCain, según la encuesta publicada por el diario The New York Times y la cadena CBS, mientras que sólo un 17% estima que Palin fue elegida como candidata a la vicepresidencia por estar bien preparada para el cargo.
Esa misma encuesta, la más amplia de las publicadas desde las convenciones de ambos partidos, le reconoce aún algunos puntos fuertes a la candidatura republicana, como la mejor valoración de McCain como comandante en jefe o la revitalización de las bases republicanas como consecuencia de la inclusión de Palin en el tique.
Pero, en términos generales, los datos de los últimos sondeos tienden a poner en evidencia los límites del efecto Palin, incluso sus consecuencias negativas, así como las ventajas estructurales de la candidatura demócrata, especialmente el alto porcentaje de votantes que desaprueban la gestión económica de George Bush (68%) y que consideran que el país avanza en la dirección equivocada (81%).
El efecto Palin, y su combinación de populismo y pasión religiosa, ha dado lugar a que cerca del 70% de los registrados republicanos se confiese entusiasmado con la candidatura de su partido. Pero, al mismo tiempo, ha elevado el apoyo a Obama entre los demócratas y, sobre todo, entre los electores que se definen como moderados o independientes.
La consecuencia es una ventaja de cinco puntos por parte de Obama en la encuesta de The New York Times-CBS y porcentajes similares en los otros tres sondeos conocidos ayer, lo que supone retrotraerse, con ligera mejoría para el candidato demócrata, a la situación existente antes de los congresos de Denver y Saint Paul.
Las perspectivas no son más halagüeñas para el candidato republicano si se considera que esas encuestas no recogen aún completamente el estado de ánimo provocado por el hundimiento de Wall Street. John McCain intentó ayer anticiparse a esa situación con una vuelta de tuerca en su estrategia de romper con el establishment financiero y con su propio partido.
En un discurso pronunciado en Iowa, McCain dijo que él ya habría despedido al presidente de la SEC (Securities and Exchange Comission), el organismo regulador de la Bolsa, Christopher Cox, un congresista republicano desde hace 17 años nombrado para su cargo actual por el presidente Bush en 2005. "No podemos esperar más para corregir nuestro sistema financiero", dijo McCain.
Los dos candidatos han recibido críticas de los medios de comunicación por su falta de soluciones concretas a la crisis actual, pero McCain había sido especialmente blanco de ataques por su propuesta de crear una comisión para analizar la situación, que ha sido interpretada como el clásico recurso burocrático al que echan mano los políticos cuando no saben qué hacer.
Sin haber ofrecido tampoco ideas novedosas para regenerar Wall Street, la simple definición de esta crisis como "el saldo final de ocho años de una política fracasada" le ha sido suficiente a Obama como para rentabilizar electoralmente la situación.
Por supuesto, no está dicha la última palabra ni nadie puede descartar nuevas y bruscas sorpresas en esta carrera. Cualquier político sabe, por ejemplo, que la utilización excesiva de un acontecimiento negativo puede acabar resultando perjudicial. El cuartel general republicano ha comenzado ya a atacar ese flanco. El principal estratega de McCain, Steve Schmidt, acusó ayer a Obama de estar "alentando esta crisis", mientras que su candidato está "buscando soluciones bipartidistas".
Pero no va a ser fácil vender esa estrategia. Después de muchos avatares en esta larga y tormentosa campaña, el prestigio y la credibilidad de Obama entre los electores apenas se ha resentido: un 65% sigue creyendo que es el mejor para manejar la economía, y un 66% todavía cree que Obama representa los valores con los que se siente identificado.
La consistencia de estos datos hace pensar que el público tiene ya formada una impresión del senador de Illinois y que no será sencillo que la cambie a menos que algo especialmente dramático ocurra todavía. La primera oportunidad de que eso suceda llegará el próximo día 26 con la celebración del primero de los tres debates electorales. En eso -y en un milagro en Wall Street- pone ahora todas sus esperanzas el Partido Republicano.
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