"Wikileaks sufre una caza de brujas"
Julian Assange advierte desde su confinamiento en la campiña inglesa que su organización sufre una persecución financiera en EE UU - El Bank of America suspende todas las transacciones monetarias destinadas a la entidad
Caza de brujas. Julian Assange sostiene que Wikileaks está siendo objeto de una caza de brujas. El Bank of America se sumó ayer a lista de empresas que cortan el grifo a Wikileaks. El banco norteamericano decidió suspender todas las transacciones destinadas a la web de las filtraciones que ha destapado los cables secretos del Departamento de Estado norteamericano. El editor australiano no tardó en dar su respuesta, para denunciar "una nueva forma de macartismo financiero en EE UU", en alusión al senador Joseph McCarthy, que acosó en los años cincuenta a artistas e intelectuales por sus supuestas conexiones con el comunismo.
Corrían las dos y media de la tarde cuando el coche de Assange llegaba a las puertas de la finca en la que tiene establecido su domicilio durante su periodo en libertad bajo fianza, en Bungay, a 27 kilómetros de Norwich, este de Inglaterra. Tres bajo cero, el campo cubierto de un manto de nieve, y Assange que regresa de la comisaría de Beccles, adonde acudió a las 14.00 a informar sobre su presencia en la zona. Es uno de los requisitos de su libertad condicional: debe presentarse cada día hasta el próximo 11 de enero, día en que la justicia británica retomará su caso, la petición de extradición por parte de las autoridades suecas por supuestos delitos de índole sexual.
"Hay fiscales en EE UU que quieren abrir contra mí una causa por espionaje"
Assange negó ante la fiscalía sueca las acusaciones de abusos sexuales
Assange ofrece un aspecto sereno y relajado. Con su plumífero verde y su bufanda de colores, habló desde la posición de copiloto del coche que conducía un asistente, poco antes de entrar en la finca de su amigo y protector Vaughan Smith, fundador del Frontline Club de periodistas. "Las acciones del Bank of America han caído un 3%", se apresuró a comentar. La próxima filtración de Wikileaks tiene por objeto a un gran banco norteamericano, que podría ser el Bank of America. De hecho, la organización de Assange colgó ayer un mensaje en Twitter: "¿Haces negocios con Bank of America? Nuestro consejo es que coloques tus fondos en un lugar más seguro". En un mensaje posterior, Wikileaks pedía a la gente que cierre sus cuentas en este banco. Assange afirmó en octubre de 2009, según informa Reuters, que tenía un disco duro de cinco gigas de un directivo del Bank of America.
El fundador de Wikileaks se mostraba ayer preocupado por la situación de Bradley Manning, el analista de inteligencia que está detenido en una cárcel de Virginia como presunto proveedor de información secreta a la web. "Hay fiscales norteamericanos que están diciendo que quieren que Bradley Manning testifique contra mí para abrir una causa por espionaje. Y parece que están a punto de hacerle una oferta de modo que si confiesa contra Wikileaks obtendrá una reducción de condena. Este es un tema muy serio y la manera en que parece que lo están coaccionando también es algo muy serio". Assange, de 39 años, contaba ayer que el abogado de Manning dice que su cliente sufre un deterioro mental: "Probablemente están intentado ablandarle para ponerle en una situación en que ya no sea capaz de decir la verdad, o de decir nada".
Assange y sus abogados sostienen que un jurado secreto está intentando construir en EE UU una causa de espionaje contra él, intentando demostrar que indujo a Manning a que le pasara información secreta. Según sostiene la defensa del editor australiano, la extradición por los delitos sexuales a Suecia sería solo un paso intermedio para una ulterior entrega a EE UU, donde ya son varias las voces que han llegado a pedir incluso su ejecución, así como la de Manning.
The Guardian publicó ayer una reconstrucción de los diez días que Assange pasó el pasado mes de agosto en Estocolmo, fechas en que se gestaron los hechos que le condujeron a ser denunciado. Según relata el diario británico, que ha tenido acceso a testimonios que recogió en aquellos días la Fiscalía sueca, Assange llegó a Estocolmo el 11 de agosto. Se alojó en casa de Miss A., una de las organizadoras del seminario al que acudía el editor australiano a impartir una conferencia. Miss A, de hecho, le dejó las llaves del apartamento puesto que se iba de viaje, pero regresó más pronto de lo previsto, el viernes 13 de agosto, y se fueron a cenar.
Regresaron al apartamento por la noche y mantuvieron relaciones sexuales. Miss A. dijo a la policía que aquella noche, Assange hizo todo lo posible por no usar preservativo. Que ella le convenció de que lo hiciera pero, al final, Assange "hizo algo" de modo que el preservativo quedó dañado. Según Miss A., el australiano siguió adelante. El fundador de Wikileaks negó ante la policía este extremo. Arguyó que estuvo una semana más con Miss A. en su apartamento sin que ella le comentara nada al respecto.
El sábado 14, Miss W. acudió a la conferencia de Assange. Dos días más tarde quedó con él y mantuvieron relaciones sexuales consensuadas y protegidas. A la mañana siguiente del encuentro, según la denuncia de Miss W., Assange la sorprendió mientras dormía y no usó preservativo.
El 20 de agosto, Miss W. llamó a Miss A. para intentar localizar a Assange. Quería pedirle que se hiciera una prueba de enfermedades de transmisión sexual. Entonces, tomaron conciencia de que habían vivido dos experiencias muy similares. Miss A. llamó a Assange y le dijo que si no se hacía la prueba, Miss W. le denunciaría. Assange contestó que eso era chantaje. Ese mismo día, Miss A. y Miss W. acudieron a comisaría a presentar su denuncia. Y ahí se puso en marcha el proceso que ha conducido a la petición de extradición por parte de Suecia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.