Washington y París amenazan con sanciones a los golpistas de Mauritania
La policía disuelve una manifestación de protesta contra la junta militar
La comunidad internacional no se acaba de creer las promesas democráticas de los militares golpistas en Mauritania. Al día siguiente del derrocamiento del presidente Sidi Ould Cheilh Abdallahi, ha endurecido su lenguaje y exige el restablecimiento de la democracia.
EE UU lleva la voz cantante. El Departamento de Estado anunció ayer la suspensión de la ayuda que brinda a Mauritania que no tenga carácter humanitario. Asciende a algo más de 20 millones de dólares (13 millones de euros).
La hija del depuesto presidente logra burlar la vigilancia para pedir ayuda
Francia, la antigua potencia colonial y principal socio comercial del país magrebí, formuló una amenaza: "La no reinstauración de la legalidad constitucional tendrá consecuencias sobre las relaciones de Mauritania con sus principales socios, incluida la Unión Europea", afirmó Romain Nadal, portavoz de la diplomacia francesa.
Horas antes Louis Michel, comisario europeo de Desarrollo, también dejó claro que el golpe "pone en riesgo la política de cooperación de la UE con Mauritania". El ministro español de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, no formuló ninguna advertencia, pero aseguró estar "no sólo informado, sino involucrado en lograr una posición común de la Unión Europea".
La comunidad internacional había depositado grandes esperanzas en este pequeño y pobre país desértico en el que otros militares iniciaron en 2005 una transición democrática modélica que culminó, en abril de 2007, con la elección de Abdallahi.
Curiosamente, solo en el vecino Marruecos han surgido voces favorables a los golpistas. El Gobierno de Rabat guarda silencio, pero el diario oficialista Le Matin resalta en un editorial que los militares que se adueñaron del poder "son patriotas apegados a la unidad nacional".
El general Mohamed Ould Abdeln Aziz, que dirige desde el miércoles el Consejo de Estado castrense que gobierna Mauritania, estudió en la academia militar de Meknes (Marruecos), Ayer hizo su primera aparición en público. "Me comprometo a preservar el Estado de derecho, las libertades y las instituciones democráticas existentes", declaró ante el millar de manifestantes que se concentraron ante su palacio para darle su apoyo. Ni siquiera disolverá el Parlamento democrático.
Su policía sí disolvió, en cambio, con gases lacrimógenos a unos 250 miembros de un recién creado frente contra el golpe de Estado integrado por cuatro de los partidos políticos que secundaban al depuesto presidente. Éste permanece detenido, junto con su primer ministro, en una dependencia militar.
Pese a estar sometida a detención domiciliaria, Amal Abdallahi, hija del presidente derrocado sorteó la vigilancia para lanzar un llamamiento por teléfono al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, instándole a intervenir: "Por favor, ayudenos a devolver la democracia al pueblo de Mauritania".

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