La UE fracasa en su relación con Turquía
Un grupo de expertos juzga el primer año de acción diplomática con el Tratado de Lisboa
La crisis libia ha abierto una nueva y grave grieta política en Europa, con Francia y Reino Unido a la vanguardia de la intervención militar, y Alemania en desacuerdo. Esta enésima fractura vuelve a evidenciar las enormes dificultades a las que se enfrenta la construcción de una política exterior común europea. Pero, más allá del principal foco de interés actual, ¿qué tal fue en el conjunto el primer año de política exterior de la nueva Unión configurada por el Tratado de Lisboa?
A esta pregunta ha querido responder con un detallado informe el think-tank Consejo Europeo de Relaciones Exteriores , que ha sometido al juicio de un amplio grupo de analistas 80 distintos capítulos de la acción exterior europea en 2010. El resultado es un gran fresco, con muchas sombras -que siempre tienen gran repercusión mediática-, pero también algunas luces -que normalmente pasan desapercibidas-.
Sombras
Entre los apartados que han recibido la peor valoración de los analistas consultados destacan las relaciones con China, en tema de derechos humanos y Tíbet, y con Turquía. La cuestión turca es notoriamente motivo de profunda división en la UE: Alemania y Francia encabezan el grupo de quienes rechazan la hipótesis de integración de Ankara en el club; Reino Unido la defiende. La incapacidad de desbloquear semejante estado de parálisis ha contribuido a la preocupante reorientación de la política exterior turca, cada vez más asertiva e independiente de los deseos de Occidente. La UE tampoco ha sido capaz de lograr avances en la cuestión chipriota.
En cuanto a la relación con China, el informe crítica una Europa que parece tener "poca voluntad y pocas ideas" sobre cómo influenciar Pekín en materia de derechos humanos. Algunos Estados miembros tienden a descuidar la cuestión en nombre del establecimiento de ventajosas relaciones económicas. El temor a represalias chinas también acobarda a muchos Estados miembros en la cuestión tibetana, al punto que casi ningún jefe de Estado y de Gobierno europeo se atreve a recibir el Dalai Lama.
Luces
Un árbol que cae hace más ruido de una foresta que crece. Los éxitos de la UE no es que sean actualmente un bosque enorme, pero sí hay elementos dignos de alabanzas de los que se habla poco. Las relaciones con EE UU sobre terrorismo, por ejemplo, son una historia de éxito. La Eurocámara rechazó un acuerdo entre el Consejo Europeo y Washington que, en nombre de la seguridad, ofrecía a EE UU amplio acceso a datos sobre transacciones financieras de ciudadanos europeos. Esa oposición y una renegociación unitaria llevaron a una segunda versión del acuerdo más respetuosa del derecho a la privacidad de los ciudadanos.
Otras políticas exitosas destacadas por los analistas consultados son la liberalización de los visados para países balcánicos y la acción europea en el seno de la Organización Mundial del Comercio. Frente a la evidente desunión de los europeos en varios asuntos, el informe subraya los muchos otros en los que Europa se mantiene unida: por ejemplo en las negociaciones sobre cambio climático, en el esfuerzo diplomático en la cuestión iraní o en la estabilización de Irak.
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