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Senadores checos ultiman un recurso para impugnar el Tratado de Lisboa

La iniciativa del partido de Klaus vuelve a poner en peligro el proceso europeo

Andreu Missé

La presentación de un nuevo recurso contra el Tratado de Lisboa ante el Tribunal Constitucional checo por parte de un grupo de senadores de ese país ha disparado las alarmas en Bruselas. Todo el proceso institucional europeo quedará de nuevo paralizado si prospera la iniciativa de los senadores del ODS (Partido Democrático Cívico), de centroderecha, fundado por el presidente Vaclav Klaus, reconocido euroescéptico y enemigo declarado del nuevo texto legal. El Tratado de Lisboa está pendiente de ratificación por parte de Irlanda, para lo que ha convocado un referéndum el 2 de octubre, y de la firma de los presidentes de Alemania, Polonia y la propia República Checa.

Los senadores conservadores, que presentarán el recurso en los próximos días, llevan el asunto con "el máximo sigilo" ante el temor a que el Constitucional rechace el recurso por "considerar que se refiere a una materia ya juzgada", según fuentes jurídicas comunitarias. En efecto, el pasado noviembre, los jueces del Constitucional checo fallaron que el Tratado de Lisboa no era contrario ni al espíritu ni a la letra de la Ley Constitucional checa.

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Posteriormente, en febrero y mayo de este año, el Parlamento y el Senado aprobaron el Tratado de Lisboa, quedando sólo pendiente de la firma del presidente Vaclav Klaus, que en repetidas ocasiones ha dicho que "será el último en firmarlo". Para facilitar su aprobación por los diputados y senadores, se aprobó una ley con "un mandato especial" en la que se establecía que "el Gobierno nunca transferiría nuevos poderes a Bruselas sin el acuerdo del Parlamento". Ahora los senadores exigen que esta disposición sea aprobada por un mínimo constitucional del 60% de todos los diputados. Los anima también la decisión del Constitucional alemán, que exigió una nueva ley para la aprobación del tratado.

El ministro checo para Asuntos Europeos, Stefan Fuele, expresó la semana pasada su preocupación por el recurso de los senadores, "porque puede tener un impacto internacional y cuestionar la capacidad de la República Checa de cumplir sus compromisos". Richard Falber, eurodiputado socialista, expresó ayer su confianza en que "los jueces rechacen el recurso porque ya se han pronunciado" y consideró que "no se trata de un recurso serio sino de maniobras estúpidas para justificar que Klaus no tenga que firmar el Tratado de Lisboa".

Bruselas teme que la sola aceptación del recurso por parte del máximo tribunal checo retrase la entrada en vigor hasta después de las elecciones británicas. El líder conservador, James Cameron -favorito en las encuestas-, ha prometido que celebrará un referéndum sobre el nuevo tratado si aún está en el aire cuando él llegue al poder. Si esto sucede, podría ser el fin del acuerdo.

El problema que crearán los checos coincide con un inicio del curso político en Bruselas que está marcado por otro contencioso institucional, el nombramiento del nuevo presidente de la Comisión Europea. El único candidato, su actual titular, José Manuel Barroso, podría ser confirmado el próximo 16 de septiembre por el Parlamento Europeo.

Barroso cuenta ya con el apoyo de los líderes de los Veintisiete y de Jerzy Buzek, presidente de la Eurocámara. Buzek dijo que la decisión de celebrar la votación se acordará el próximo día 10. La idea es que la UE unifique una posición con vistas a la cumbre del G-20 en Pittsburg, el 24 de septiembre.

Los obstáculos

- Referéndum irlandés.

El 2 de octubre los votantes se pronunciarán por segunda vez sobre el tratado, después de que rechazaran su ratificación en junio de 2008.

- Freno en Alemania.

El Constitucional condicionó en junio la ratificación a que se dote al Parlamento de mayores competencias en la adopción de las normas europeas.

- Elecciones británicas en primavera. David Cameron, el líder de los tories, ha prometido un referéndum si el tratado no está en vigor cuando eventualmente su partido llegue al poder.

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