Manhattan se blinda ante Irene y desactiva las redes de transporte
El ayuntamiento ordena evacuar a 370.00 personas.-Durante el fin de semana se suspenden los vuelos de entrada y salida de la ciudad, el sistema de transporte público, cierran puentes y túneles, y se anula todo espectáculo
En pleno fin de semana, Nueva York empieza a poner en práctica todos sus preparativos para recibir al huracán Irene, dispuesto a dejar una huella violenta en la ciudad. Irene, el ciclón de categoría entre 1 y 2 que tiene previsto 'besar' Nueva York hoy por la noche con lluvias y vientos de hasta 130 kilómetros por hora, ha provocado una situación de alarma sin precedentes en una ciudad que solo se ha enfrentado otras cuatro veces a un huracán de estas características en los últimos 200 años. Desde este mediodía, Nueva York se ha quedado ya sin transporte público, del que depende una media de siete millones de personas para movilizarse por la ciudad. Como medida preventiva, el servicio de autobuses, metro y trenes ha echado el cierre hasta nuevo aviso. Los responsables de la Autoridad Metropolitana del Transporte (MTA, por sus siglas en inglés) estiman que el metro volverá a abrirse el lunes a las 7.00, aunque todo depende de las condiciones meteorológicas.
"Lo que tenemos aquí es un huracán que se prevé que llegue a la ciudad acompañado de vientos que podrían superar los niveles en los que sería seguro operar nuestros servicios", ha explicado el director de la MTA, Jay Walder. Es la primera ocasión que las autoridades suspenden el servicio por problemas meteorológicos en toda la red de transportes, la más grande del país, que incluye los trenes que conectan Nueva York con Long Island y el condado de Westchester, en los suburbios de la Gran Manzana, y los estados de Nueva Jersey y Connecticut.
Evacuación obligatoria de 370.000 personas, clausura del sistema de transporte público, cierre de puentes y túneles, suspensión de espectáculos teatrales, musicales, cines, museos y tiendas... Nunca antes los responsables de la ciudad habían tomado medidas tan extremas ante un fenómeno que raramente afecta a la costa este y que ante la llegada de Irene ha convertido en ley el dicho popular más vale prevenir que curar. En la memoria de todos, por supuesto, el huracán Katrina y la catástrofe que desencadenó a su paso por Nueva Orleáns en 2005, donde las medidas de prevención fueron escasas y aún más torpe fue la falta de reacción posterior de las autoridades tras la rotura de los diques que inundaron la ciudad, provocando la muerte de casi mil personas.
"Nunca hemos ordenado una evacuación y no lo haríamos si no pensáramos que la tormenta es potencialmente muy peligrosa", declaró el alcalde Michael Bloomberg en una rueda de prensa en la que en tono solemne aseguró: "Esperamos que no ocurra pero nos preparamos para lo peor". Bloomberg trata así de salvar el tipo y se juega con Irene su credibilidad, después de haber sido vapuleado por su ciudadanía por la falta de previsión ante una tormenta de nieve que colapsó Nueva York en diciembre.
Cerca de 370.000 personas, incluidos los residentes del distrito financiero de Manhattan y la mayoría de los que habitan en la llamada Zona A (zona con peligro de inundación), es decir, zonas costeras de los barrios de Brooklyn, Queens, Bronx y Staten Island, tenían la orden de dejar sus casas antes de las cinco de la tarde de hoy sábado. Para ello la alcaldía ha pedido a los ciudadanos que busquen refugio entre amigos o familiares que residan fuera de las zonas de riesgo o acudan a alguno de los centros de acogida habilitados por toda la ciudad. Además al menos cinco hospitales y varios asilos situados en zonas de riesgo ordenaron la evacuación de todos sus enfermos.
La subida del nivel del mar ante la llegada de un huracán unida a las altas mareas de esta época del año en Nueva York forman un cóctel explosivo para una ciudad que cuenta con diversos barrios artificiales, que le fueron arrancados al mar hace siglos, como la zona de Battery Park o la Zona Cero, en la isla de Manhattan. Allí, en medio del frenesí constructor con el que la ciudad se enfrenta a los preparativos del décimo aniversario del 11S, el viernes se tomaban todo tipo de precauciones para evitar los efectos de una posible inundación en el memorial del 11S, cuya construcción a contrarreloj se verá paralizada por el huracán.
Más allá de los efectos del viento y la lluvia lo que más temen los responsables de la ciudad es una inundación como la que en 1821 afectó al bajo Manhattan, donde el agua del río Hudson subió cuatro metros en apenas una hora, inundando toda la ciudad al sur de la calle Canal o como la que llevó más de un metro de agua a Times Square en 1944. Además del metro, todo el sistema eléctrico está bajo tierra y por tanto si Nueva York se inunda el mayor peligro es quedarse sin electricidad, con todo lo que eso implica en el siglo XXI. Y no hay que olvidar que todos sus aeropuertos están a escasos metros del mar, por lo que las comunicaciones con la ciudad podrían quedar colapsadas durante días -de momento todos los vuelos de entrada y salida a la ciudad del sábado y el domingo se han suspendido-.
Pese a ser uno de los epicentros de la modernidad planetaria, cuando en Nueva York caen cuatro gotas la ciudad se colapsa: las calles, llenas de socavones y con un alcantarillado obsoleto, se convierten en ríos y es habitual que algunas estaciones de metro tengan que cerrarse a causa de la lluvia. Por eso ante la llegada de Irene, la perspectiva se presenta bastante negra. Y lo peor, según algunos expertos, no son los daños que podría causar la tormenta si no la falta de costumbre de los neoyorquinos ante un huracán de estas características. Según Nicholas Koch, un sociólogo experto en huracanes "el mayor peligro para la ciudad son los propios neoyorquinos. Se creen que lo han vivido todo pero nunca han estado en el ojo de un huracán y no saben la fuerza que puede desencadenar".
No obstante, el bombardeo informativo ha sido tal que los neoyorquinos han tomado precauciones claras: ayer las pilas y el agua volaban a toda velocidad de la droguería Duane & Reade de Times Square, una zona transitada principalmente por turistas y oficinistas y donde una de las empleadas aseguró a este diario: "Ha sido un día agotador. No ha parado de venir gente. Creo que se han tomado muy en serio esto del huracán".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.