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Lula quiere prescindir del dólar

El mandatario brasileño apoya sustituir la divisa de EE UU por el real y el peso para el comercio con Uruguay.- La economía del país cae un 3,6%

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y su homólogo uruguayo, Tabaré Vázquez, lanzaron ayer en Brasilia la decisión de prescindir del dólar estadounidense como moneda de referencia de su comercio bilateral y sustituirlo por sus monedas nacionales (el real brasileño y el peso uruguayo). La misma lógica se aplica desde el año pasado en las relaciones comerciales entre Brasil y Argentina, y la aspiración del Gobierno brasileño es extenderla a sus intercambios comerciales con el resto de sus vecinos suramericanos e implantarla en el seno de Mercosur. "Debemos acelerar la discusión sobre el uso de monedas locales en nuestro comercio bilateral y regional", manifestó Lula en un discurso pronunciado ayer, en el que evitó alusiones directas a la sustitución del dólar. Se trata de una herramienta más para reducir los costes de las operaciones comerciales, ya que se eludiría un eslabón de la cadena cambiaria, y minimizar la influencia de la divisa norteamericana en Suramérica.

Lula y Vázquez, que están en total sintonía política al encarnar ambos a la izquierda más equilibrada del subcontinente, también suscribieron el principio de evitar cualquier medida proteccionista en el comercio bilateral entre Brasil y Uruguay. La crisis mundial ya ha impactado de lleno en la región y el pasado enero Brasil anunció, aunque nunca llegó a implementar, nuevas restricciones para la entrada de 3.000 productos (aproximadamente, el 60% de sus importaciones) en su mercado. Las airadas protestas de socios comerciales estratégicos, como Argentina, obligaron a Lula a reconsiderar la medida y dar marcha atrás. "Debemos rechazar con vehemencia la adopción de medidas proteccionistas", dijo ayer el presidente brasileño.

En este contexto ayer se hicieron públicos los peores datos de crecimiento en Brasil desde 1996. Según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), la economía del gigante suramericano registró en el último trimestre de 2008 una caída del 3,6%. No obstante, la pésima noticia no ha sido impedimento para que el mayor país de Suramérica haya cerrado el ejercicio 2008 con un crecimiento del 5,1%. Esto se debe a las excelentes cifras registradas en los primeros nueve meses del año, en los que Brasil creció una media de 6,4%. Con estas cifras en la mano, ningún analista tiene ya la menor duda de que la crisis mundial comienza a tener claros reflejos en la economía brasileña, que muchos creían blindada.

Lula, como tantos otros líderes, el año pasado negó en varias ocasiones cualquier posibilidad de que la tormenta económica llegase a su país. Y como todos ellos, erró en el diagnóstico. Lo peor aún queda por llegar, ya que las primeras proyecciones realizadas por analistas financieros y recogidas en el último informe semanal del Banco Central de Brasil rebajan las previsiones de crecimiento para 2009 al 1,2%. La única nota positiva es que para 2010 los economistas auguran un inmediato repunte del crecimiento brasileño, que podría rondar el 3,5%.

Lula tomó en enero tres decisiones para hacer frente a la crisis: primero, inyectar 42.500 millones de dólares (34.000 millones de euros) al Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES), que concede créditos blandos a empresas brasileñas que desarrollan proyectos dentro y fuera de Brasil. De esta manera, el líder brasileño pretende evitar que la falta de crédito a empresas (y consecuentemente la falta de inversión) contraiga aun más la economía.

En segundo lugar, la petrolera estatal brasileña Petrobras anunció que invertirá casi 175.000 millones de dólares (140.000 millones de euros) hasta 2013 en la exploración de nuevos pozos y en la producción, refinamiento y distribución del petróleo que ha sido descubierto en los últimos dos años. Lula sabe de sobra que en Brasil la gallina de los huevos de oro se encuentra ahora a unos cinco kilómetros de profundidad, frente a las costas de Río de Janeiro y São Paulo, en un lugar conocido como presal. Varios países han mostrado interés en el abundante petróleo brasileño; el primero de la lista es EE UU.

Por último, el Gobierno brasileño anunció en enero el bloqueo del 25% de los gastos previstos en los presupuestos generales de 2009. La cantidad que ha quedado congelada asciende a 37.200 millones de reales (unos 12.827 millones de euros) y las políticas que se verán más afectadas por los recortes son las de turismo (-95,6%), deportes (-94,5%), medio ambiente (-79%), cultura (-79,4%), justicia (-69,8%), desarrollo agrícola (-63%), agricultura (-61,7%) y defensa (-59,5%).

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Trabajadores despedidos por el grupo alemán Bekum, en una fábrica de São Paulo que han ocupado para reclamar sus indemnizacionesAFP

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