De Lincoln a Obama pasando por JFK
A veces tienen que pasar generaciones. Pero hay momentos en la historia en los que el pasado muere y surge otra cosa totalmente nueva. Las sociedades pasan página. Esos momentos los protagonizan hombres que son capaces de arrastrar a los pueblos y de hacerlos soñar que se puede cambiar el mundo. Barack Obama, el nuevo presidente electo de Estados Unidos, es uno de esos líderes. Y en la madrugada del miércoles en España, muchos tuvimos la sensación de que vivimos uno de esos momentos. Recordaremos dónde estábamos y qué hacíamos esa eléctrica madrugada.
Vivimos negros tiempos de desánimo colectivo, de profunda crisis del modelo económico. Cuando nos atenaza un miedo y una incomprensión ante algo que nunca nos había pasado, nos encontramos con que un senador negro, de 47 años, nos convoca a la esperanza, al sueño de que es posible otra forma de hacer política. Independientemente de cómo concluya la presidencia de Obama, Estados Unidos y su nuevo líder nos han sorprendido.
Obama hablando a la multitud en el parque Grant de Chicago enlaza con gigantes de la política norteamericana. En primer lugar, con Abraham Lincoln, el 16º presidente de Estados Unidos que mantuvo la Unión y emancipó a los esclavos. El senador Obama recordó cómo Lincoln, en tiempos de la Guerra de Sucesión, le dijo "a una nación más dividida que la nuestra hoy" que era hora de ir al encuentro del contrario.
La gran victoria de Obama es también un triunfo lastrado con problemas históricos: la debacle financiera y la amenaza de recesión global. Franklin Delano Roosevelt, otro de los grandes presidentes, heredó una situación similar tras la Gran Depresión de 1929. Con el New Deal utilizó al Estado para reconstruir Estados Unidos con dinero público. El editorial de The New York Times afirmaba ayer que Obama ha ganado porque "vio lo que está mal en este país: el desastroso fracaso del Gobierno para proteger a sus ciudadanos".
Por último, Obama ha llegado a la Casa Blanca sobre la misma ola de ilusión y arrastre de los jóvenes que desató en 1960 John F. Kennedy. Las palabras del presidente electo coinciden con la filosofía del histórico discurso de toma de posesión de JFK.
Obama afirmó en la noche inolvidable de Chicago: "Sabemos que el Gobierno no puede resolver todos los problemas. El camino que tenemos por delante será largo. Puede que no lleguemos al final en un año o incluso en un mandato". Cuarenta y siete años antes, en las escalinatas del Capitolio de Washington, a diez grados bajo cero, Jack Kennedy advertía: "Todo esto no se acabará en los primeros cien días. No se logrará en los primeros mil; ni siquiera se conseguirá en la vida de esta Administración".
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