Gerry Adams, barón de Northstead
El Gobierno británico se aferra a una arcaica norma legal para obligar al líder norirlandés a 'servir' a la reina tras dejar su escaño en el Parlamento
Es difícil decidir quién es más cínico en el esperpento que enfrentó ayer al líder del Sinn Féin, Gerry Adams, y el primer ministro británico, David Cameron. El político norirlandés, que aboga por la unión política de toda la isla de Irlanda y, por lo tanto, abomina de la relación de Irlanda del Norte con Gran Bretaña, ha anunciado que va dejar su escaño en el Parlamento de Westminster para presentarse a las próximas elecciones en la República de Irlanda.
Y Londres le ha aplicado una arcaica ley de 1642 que establece que solo se puede dejar los Comunes si se pasa a ejercer un cargo remunerado al servicio de la corona. Para cumplir ese precepto, el Tesoro le ha nombrado crown Steward and bailiff of the Manor of Northstead, algo así como administrador de la corona y alguacil del Señorío de Northstead.
La designación ha sido considerada como una burla por parte del político
Cameron se mofó ayer de Adams al anunciar ese nombramiento en los Comunes, en respuesta a una nada inocente pregunta del diputado unionista norirlandés Nigel Dodds. Según el primer ministro, Adams "ha aceptado un cargo remunerado bajo la Corona, que es, por supuesto, la única forma de retirarse de esta Cámara". "No estoy seguro de que Gerry Adams vaya a estar encantado con ser barón del Señorío de Northstead, pero, de todas formas, me complace que se haya mantenido la tradición", añadió entre las risotadas de los diputados británicos.
Adams le respondió de inmediato publicando una declaración en la que asegura que se ha limitado a enviar una escueta carta de dimisión, que nadie le ha preguntado si acepta ese cargo, que lo que ha dicho Cameron es falso y que el secretario privado del primer ministro le ha pedido disculpas por teléfono. "Aunque respeto el derecho de los parlamentarios británicos a tener sus propios protocolos y sistemas, por raros que le puedan parecer al mundo en general y a los irlandeses en particular, el primer ministro no debería reivindicar cosas que son falsas e inexactas", precisa el político republicano.
Lo que parece haber ocurrido es que, aunque Adams no ha aceptado expresamente ese cargo real, el Tesoro ha interpretado su carta de dimisión como una petición del cargo. Con la intención quizás de mofarse de él, pero también de evitar un embrollo legal y asegurarse de que se cumple la tradición secular.
El cinismo de la parte británica parece incuestionable: por mantener una ley arcaica y absurda; porque por si no fuera lo bastante absurda la ley, el cargo "remunerado" al que se refiere no está en realidad remunerado; por aplicarla de la forma en que se le ha aplicado a Adams y por hacer chanza de ello en los Comunes.
Pero Adams tampoco está exento de cinismo. Primero, porque dimite de un cargo de diputado del que nunca ha tomado posesión, aunque sí ha cobrado los gastos parlamentarios. Segundo, porque la dimisión no es necesaria: tanto la ley irlandesa como la británica consideran compatible ser diputado en ambos países a la vez. Y, tercero, por decir que dimite para que los votantes de Belfast Oeste sigan bien representados en Londres cuando en la práctica él no ejerce como diputado en Westminster. Y todo eso con la economía de ambos países por los suelos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.