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Fracasa el primer intento de la ONU para condenar la represión siria

Las potencias, que seguirán hoy con los contactos, temen el caos que supondría la caída del régimen.- Ban Ki-moon pide una investigación independiente

Enric González

Estados Unidos y los cuatro países europeos en el Consejo de Seguridad de la ONU (Reino Unido, Francia, Alemania y Portugal) fracasaron anoche en su primer intento por lograr una resolución de condena de la represión en Siria, que se ha empezado a discutir hoy otra vez en medio de un panorama muy oscuro en el país. Según testigos citados por Reuters, un convoy con 30 tanques ha recorrido una de las principales carreteras de Damasco.

En la reunión de la ONU de ayer, fue significativo que nadie expresara el deseo de una caída del régimen de Bachar el Asad, y que la presión diplomática se limitara a las formas, no al fondo. En general, se consideraba que un desplome del régimen entrañaría un alto riesgo de caos con efectos sobre el conjunto de Oriente Próximo. Durante su intervención ante los 15 miembros del Consejo, el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, condenó la violencia contra los manifestantes y exigió una investigación independiente.

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Entre lo más reticentes a la declaración están Rusia y China, dos de los miembros permanentes y con derecho de veto habitualmente reacios a inmiscuirse en "asuntos internos" de un país, tal y como ya sucediera cuando Naciones Unidas aprobó la resolución que permitía llevar a cabo todas las medidas necesarias para proteger a los libios de los ataques de Gadafi.

El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, telefoneó a El Asad y le pidió simplemente "moderación". Si aún le quedaba alguna duda, el presidente sirio debió tranquilizarse ante esas reacciones: no iba a sufrir el mismo tipo de condena que el libio Muamar el Gadafi, aunque él también estuviera utilizando tanques contra la población civil y el número de muertos siguiera en aumento. Las organizaciones sirias de derechos humanos estimaban la cifra de cadáveres en un mínimo de 400, 120 de ellos en las cuatro últimas jornadas.

"Los sirios necesitan reformas, no represión", dijeron fuentes diplomáticas británicas al término de la reunión del Consejo. "Hemos decidido reunirnos de nuevo mañana (por hoy) para tratar la situación en Oriente Próximo, específicamente en Siria", indicó el embajador de Colombia, Néstor Osorio, cuyo país preside el Consejo de Seguridad en abril. Agregó que los países "no se están apresurando por nada. Mañana (por hoy) seguiremos con nuestras reuniones, recibiremos un informe más sobre la situación en Siria y de ahí veremos cuál será la actitud del Consejo", explicó Osorio, quien aseguró que hay "borradores circulando, pero todavía nada en concreto".

Más dura fue la embajadora de EE UU en la ONU, Susan Rice, que calificó la violencia empleada por el Gobierno sirio de "brutal", "detestable y deplorable", y reiteró que Washington estudiaba la posibilidad de sanciones contra Damasco. Por su parte, el secretario general expresó su preocupación por la situación en el país. "Condeno totalmente el continuo uso de la violencia contra los manifesantes pacíficos en Siria, particularmente el uso de tanques y fuego de artillería que ha provocado cientos de muertos y heridos", sobre la que pidió una investigación independiente.

El enviado sirio en la ONU, Bashar Ja'afari, respondió que su Gobierno es capaz de "llevar a cabo cualquier investigación con total transparencia", y aseguró: "No tenemos nada que ocultar".

Ataques en Deraa

Deraa permaneció ayer igual que la víspera, tomada por miles de soldados apoyados por tanques. Las patrullas militares y los shabiha, bandas de matones fieles al régimen, iban casa por casa deteniendo a presuntos opositores o participantes en las manifestaciones. El Ejército no permitía siquiera que se retiraran de la calle los cadáveres del lunes. Un hombre, identificado como Zaher Ahmad Ayyash, fue tiroteado y muerto cuando intentaba recoger los cuerpos de dos de sus hermanos, según un activista local. La organización de derechos humanos Sawasiah ha elevado a 35 la cifra de muertos en esta ciudad desde el lunes.

El hospital fue cerrado y los enfermos y heridos, enviados a sus casas. La zona, sin electricidad ni teléfonos y con escasez de agua, estaba acordonada, aunque el activista que logró hablar con el exterior con un móvil vía satélite dijo que varios refugiados palestinos, habituados a las situaciones de violencia y a cruzar clandestinamente la frontera con Jordania, introducían víveres.

Otras ciudades donde la revuelta contra El Asad resultó intensa el fin de semana, como Duma y Jableh, también se encontraban bajo control de patrullas militares y eran objeto de redadas casa por casa, aunque sin intervención de tanques. La intención de El Asad era diáfana: acabar con la revuelta, aunque costara cientos de muertes y miles de detenciones. Pero esa brutalidad entrañaba el riesgo de que la oposición se radicalizara y se armara. Siria tiene fronteras especialmente porosas con dos países rebosantes de armamento, Irak y Líbano.

El Gobierno español convocó ayer al embajador de Siria en Madrid para expresarle su "condena por la represión violenta de las manifestaciones", informa Miguel González.

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