Chávez pierde fuelle
La popularidad del presidente venezolano se desploma por los apagones, la crisis y la inseguridad - La oposición no logra capitalizar el voto de castigo
La empresa Electrificación del Caroní (Edelca), que gestiona el complejo hidroeléctrico del embalse del Guri, el más importante de Venezuela, hace todo lo que puede por darle energía de la buena al país, que hoy afronta la crisis eléctrica más grave de toda su historia. El viernes, la directiva de la compañía convocó a sus trabajadores a una misa, para rogarle a Dios por la pronta solución de la emergencia eléctrica que el 8 de febrero decretó el presidente Hugo Chávez. "Oremos por el Guri y por la energía de Venezuela", ha suplicado José Bastidas, trabajador de Edelca y pastor evangélico, y los fieles han respondido alzando las manos al cielo.
José Rondón, dirigente sindical, miraba la escena con escepticismo: ni todas las plegarias, cree él, servirán para arreglar un problema que pudo resolverse con inversión. O, a estas alturas, con una danza de la lluvia. Porque una de las causas de la crisis que mantiene en jaque al Gobierno venezolano es que el embalse de la hidroeléctrica del Guri, que surte de energía a más de 70% del país, ha reducido sus niveles de agua y su capacidad de generación a consecuencia de la sequía.
Ante los cortes de luz, las amas de casa salan la carne para conservarla
Caracas recurre a la ayuda cubana para tratar de salir del atolladero
Hugo Chávez culpa de lo que ocurre al fenómeno climatológico El Niño, al calentamiento global y al consumismo capitalista. Y según un estudio de la firma Datanálisis realizado en diciembre pasado, el 80% de los venezolanos culpa al mal desempeño de su Gobierno a la hora de enfrentar la crisis eléctrica, y el 29%, a él directamente. Una culpa que comienza a tener consecuencias en la popularidad del presidente-comandante. "Por primera vez, Chávez comienza a ser visualizado como uno de los responsables de los problemas del país, y eso ha incidido en el descenso de su popularidad", señala Luis Vicente León, director de Datanálisis. "No es verdad que Chávez esté destruido, pero sí es cierto que ha descendido 10 puntos en las encuestas", agrega.
En febrero de 2009, la popularidad de Chávez superaba el 60% y, desde diciembre pasado, se encuentra por debajo del 50%; aún bastante alta después de 11 años de Gobierno, y suficiente como para ganar las dos terceras partes de los escaños en las elecciones parlamentarias de septiembre próximo. La oposición, sin embargo, no ha logrado capitalizar este descenso; la desunión de los partidos que la conforman, que van desde la derecha hasta la extrema izquierda, ha sido el mayor obstáculo que han confrontado los opositores en cada elección, por encima de Chávez, incluso.
Humberto Villalobos, miembro de la red para defensa del voto ESData, calcula que en este momento los partidos que se oponen a Chávez tienen la oportunidad de ganar sólo 30 diputados de los 165 que conforman la Asamblea Nacional. Pero deja lugar al optimismo: si los partidos y las organizaciones sociales se unen para tener presencia en todos los centros electorales, dice Villalobos, podrían llegar a obtener 90 escaños.
El aparente desencanto no lo explica sólo la falta de electricidad. La crisis general de los servicios, que hasta hace un año no era siquiera tema de conversación, se percibe hoy como uno de los problemas que más afecta a la vida cotidiana de los venezolanos. En algunas ciudades de provincias del país, donde el racionamiento de electricidad es hasta de ocho horas por día, las amas de casa comenzaron a tomar la previsión de salar la carne que compran en el súper, como si se tratara de una pieza que acaba de cazar su marido, para que no se descomponga en medio de un apagón. Los hogares de Caracas son como acuarios sin peces: en cada rincón hay envases, ollas, baldes donde se almacena agua para afrontar los cortes programados del servicio, que duran entre tres y cuatro días. El día a día se dificulta.
En las encuestas, sin embargo, la primera preocupación de los venezolanos de todas las tendencias políticas sigue siendo la inseguridad ciudadana. Por menos de 250 euros, un chico puede comprar una pistola ilegal; se calcula que de éstas hay más de 9.000 rodando de mano en mano en las calles. Esas armas suelen dispararse, de preferencia, los fines de semana: sólo en Caracas, de viernes a domingo, llegan a las morgues de los hospitales entre 30 y 50 personas asesinadas en asaltos, en enfrentamientos de bandas o por balas perdidas. A nivel nacional, la ONG Observatorio Venezolano de Violencia calcula que en 2009 hubo 100 muertes por cada 100.000 habitantes.
Los tiroteados que llegan con vida a los centros de salud tampoco tienen muchas probabilidades de sobrevivir. La red sanitaria Barrio Adentro, la que mejor funciona en todo el país con ayuda de más de 11.000 médicos cubanos, sólo ofrece atención médica primaria: atiende fiebres, diarreas, nada de emergencias y, mucho menos, heridos de bala.
La siguiente opción son los hospitales públicos, administrados por el Ministerio para la Salud. Pero, al menos en Caracas, los 15 que funcionan adolecen de falta de personal y equipos. Los pacientes deben esperar hasta dos y tres meses para una operación. Y ha ocurrido que cuando llega el momento, la crisis eléctrica hace lo suyo: a María Chacón, por ejemplo, la operaban de un absceso abdominal cuando cortaron el servicio eléctrico; convaleció una semana, con la herida abierta, hasta que pudieron darle otro turno al quirófano.
En medio de la crisis, el presidente Chávez ha vuelto a recurrir a la ayuda de Cuba. Después de todo, dos ideas que tuvo Fidel Castro en 2003 le salvaron, según ha reconocido él mismo, de ser revocado en el referendo de 2003: la puesta en marcha de la Misión Robinson de alfabetización, y la creación del sistema de salud Barrio Adentro.
Esta vez, el Gobierno cubano ha enviado al auxilio de Chávez al comandante Ramiro Valdés, de 77 años, actual ministro de Informática, que ha desarrollado su larga carrera en los servicios de seguridad del Estado. También han viajado a Venezuela Julio De Vido, ministro argentino de Planificación, y algunos técnicos brasileños. Pero, sobre todo, Chávez ha dicho tener especial fe en los cubanos, porque si alguien sabe de crisis parecidas a la que hoy atraviesa Venezuela son ellos.
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