Brasil asume el mando de los 'cascos azules' desplegados en Haití
La Misión de Estabilización de la ONU contará con 6.700 soldados y 1.600 policías
El general brasileño Augusto Heleno Ribeiro asumió ayer el mando de los cascos azules encargados de encarrilar el futuro de Haití, sumido en miseria desde hace siglos, y en una nueva incertidumbre política desde la expulsión del ex presidente Jean Bertrand Aristide en febrero pasado. La Misión de Estabilización de Naciones Unidas (Minusta) relevará, progresivamente, a los 3.600 soldados de EE UU (1.900), Canadá, Francia y Chile desplegados a principios de marzo.
Brasil ambiciona un asiento permanente en el Consejo de Seguridad y se movió en esa dirección al aceptar el liderazgo de una operación con fuerte presencia latinoamericana, a la que probablemente se unirá España. "España participará, pero aún no informó con cuántos soldados", afirmó en una conferencia de prensa Adama Guindo, representante especial del secretario de Naciones Unidas en Haití.
La misión, autorizada por la resolución 1.542 del organismo y presupuestada en 217 millones de euros, incluirá 6.700 cascos azules, 1.622 policías y consejeros de unos treinta países, desde Benin a Croacia. Uno de sus objetivos será patrullar las calles y desarmar a las facciones -no logrado hasta ahora- que aún retienen fusiles, pistolas y feudos. Algunas exigen el regreso de Aristide. La mayoría de los efectivos de EE UU serán repatriados en las próximas semanas, los franceses permanecerán hasta finales de este mes y los canadienses, hasta finales de agosto.
A la espera de la confirmación de algunos gobiernos, la previsible aportación de las naciones comprometidas es ésta: Brasil (1.200), Nepal (750), Ruanda (750), Uruguay (550), Canadá (550), Argentina (350), Chile (350), Guatemala (190) Paraguay (180) y Perú (150). Ecuador despachará un escuadrón de 12 helicópteros. "La misión será muy difícil", admitió el general Heleno. La transferencia del mando norteamericano fue efectuada en la academia de policía del barrio de Petión Ville, en Puerto Príncipe, con la presencia del presidente interino, Boniface Alexandre, y del primer ministro, Gerard Latortue, precarias autoridades. "La bandera de la ONU será izada y el contingente chileno cambiará de casco", precisó Adama Guindo, que integró el equipo de la transición en marzo.
El objetivo es permitir que las nuevas autoridades haitianas consoliden el cambio político en curso y sea posible establecer las bases de un Estado de derecho y de un modelo económico viable en una nación desquiciada desde su nacimiento, hace dos siglos, como la primera república negra de América. Haití, con el 80% de sus ocho millones de habitantes en la indigencia, penetrada por la corrupción y el narcotráfico, necesita soldados, pero también de 500 millones de dólares en los próximos dos años, así como asistencia técnica para retomar la confianza en sus propias posibilidades y superar la devastación causada por las inundaciones que se han cobrado cerca de 1.700 vidas en las dos últimas semanas. Latortue pidió, en una entrevista con el diario Folha de São Paulo, que Ronaldo y otras estrellas del fútbol brasileño viajen a Haití para jugar partidos amistosos, insuflar ánimos a la hinchada haitiana y colaborar en la promoción del Ejército brasileño.
"La crisis va a exigir una estancia de largo plazo para permitir la reconstrucción del país", subrayó el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, en la despedida de los 150 primeros soldados. La misión de la ONU dispone de un primer mandado de seis meses, prorrogables. "La comunidad internacional reconoció la capacidad de nuestro país en dar su contribución a la paz mundial", agregó. Brasil enviará un batallón de infantería de marina, otro de infantería motorizada, un escuadrón de caballería mecanizada y dos pelotones de ingeniería. La ONU, que fracasó en la misión de paz de 1995-2000, después de la invasión de los marines para reponer a Aristide, preparó el nuevo reto con un enfoque más integrador: militar, civil y de reconstrucción.
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