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Brasil y China, contra el dólar

Lula emprende la segunda visita oficial al gigante asiático para lograr un frente común y consolidar un liderazgo conjunto del grupo de países emergentes

El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, desembarca hoy en Pekín con el firme propósito de sellar un pacto estratégico entre Brasil y China que puede consolidar a ambos países como la punta de lanza de las potencias emergentes en el nuevo tablero global. Tras su paso por Arabia Saudí, Lula llega a China rodeado de una comitiva de 200 empresarios brasileños y varios de sus ministros, y repleto de proyectos, unos más realistas que otros, centrados principalmente en los ámbitos financiero, comercial y tecnológico. Se trata de la segunda visita oficial del mandatario brasileño al gigante asiático, y se produce en un momento inmejorable: el mes pasado, China se convirtió en el primer socio comercial de Brasil, desbancando por primera vez a EE UU.

Lula, que pretende acabar su segundo mandato coronado como uno de los más brillantes estadistas de esta década, pretende convencer a su homólogo, Hu Jintao, de reducir su dependencia de la economía estadounidense y, para ello, de prescindir del dólar en el comercio bilateral entre sus países. Brasil, que ha convertido este asunto en uno de sus caballos de batalla en las relaciones comerciales con varios de sus socios, ya aplica el nuevo sistema cambiario con Argentina y ha entablado conversaciones para implantarlo con Uruguay y Colombia. "No necesitamos el dólar. ¿Por qué dos países importantes como China y Brasil tienen que usar el dólar como referencia en lugar de sus monedas nacionales? Esto es absurdo, así como dar a un solo país el poder de imprimir esta moneda. Necesitamos dar más valor a las monedas china y brasileña", afirmó Lula la semana pasada a la revista china Caijing.

Aliados

China ha encontrado en Brasil un sólido aliado, no sólo en el ámbito comercial sino también en los foros multilaterales, en los que últimamente ambos países han hecho frente común. Ocurrió en la última reunión del G-20 en Londres, donde Lula y Hu Jintao insistieron en la necesidad de reformar las instituciones financieras mundiales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, que ambos consideran obsoletas y poco representativas del nuevo orden económico planetario. "Brasil y China coinciden en muchas cosas en cuanto a las reformas y las transformaciones en el orden internacional. El único tema en el que las posiciones son distintas es la reforma del Consejo de Seguridad de la ONU, ya que en este asunto China tiene sus propias preocupaciones por cuestiones regionales", explica una fuente próxima al presidente Lula.

Pese a la embestida de la crisis financiera, China seguirá registrando este año una tasa de crecimiento superior al 6%, según las últimas previsiones del Banco Mundial. Brasil, por su parte, acusa mucho más la tormenta económica y los mercados pronostican que en 2009 el producto interior bruto (PIB) del país suramericano caerá en el pozo de los números negativos. En este contexto, el año pasado la balanza comercial entre China y Brasil se inclinó considerablemente a favor del asiático, si bien las exportaciones brasileñas no pararon de crecer exponencialmente en la última década hasta los más de 16.400 millones de dólares registrados en 2008.

Lula desembarca en Pekín con un argumento de peso para afianzar las relaciones bilaterales con China: en abril, el comercio bilateral entre ambos países movilizó 3.200 millones de dólares, superando los 2.800 millones registrados en las transacciones entre Brasil y EE UU en el mismo periodo. El dato es significativo, ya que hasta el mes pasado Estados Unidos ostentaba la categoría de primer socio comercial de Brasil. Estos resultados se deben a que entre los meses de enero y abril las exportaciones brasileñas a China crecieron un 65% en comparación con el mismo periodo del año pasado. La gran traba para Brasil es que entre el 70% y el 80% de estas ventas corresponden a materias primas, como soja o hierro, mucho menos rentables que los productos transformados. Lula pretende en esta visita convencer a su homólogo de la necesidad de revertir esta situación.

Aunque desde el Gobierno brasileño no se diga claramente, para Brasil es de vital importancia cerrar un acuerdo clave para la estatal Petrobras. Lula pretende que el Banco de Fomento chino financie con 10.000 millones de dólares la exploración de nuevas bolsas de crudo en el denominado pre sal, una inmensa área submarina frente a las costas de Río de Janeiro y São Paulo, donde se cree que siguen ocultas ingentes cantidades del preciado líquido. A cambio, Brasil garantizaría a su socio asiático la venta diaria de 200.000 barriles de crudo.

Pero no sólo de petróleo quiere hablar Lula. Como ya hiciera recientemente con el presidente estadounidense, Barack Obama, está previsto que Lula desgrane ante Hu Jintao las excelencias del etanol como nueva fuente de energía verde y alternativa al crudo.

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