_
_
_
_

El PSOE encaja el golpe de la huelga

Zapatero, tres ministros y el 60% de sus parlamentarios son afiliados a UGT - La consigna es evitar la ruptura y que todo quede en un "desencuentro"

Anabel Díez

"Esta vez no habrá noche de los carnés rotos porque vamos a luchar para que el desencuentro sea coyuntural". Esta apreciación de un veterano socialista marca una diferencia abismal entre la ruptura del PSOE con la UGT por el paro general del 14 de diciembre de 1988 y la situación actual "de desencuentro" con la del 29 de septiembre. En "la huelga con mayúscula, la única que de verdad ha habido en España", según dice el entonces presidente, Felipe González, se rompieron muchos carnés en las dos organizaciones. La herida profunda costó mucho tiempo cerrarla.

Hoy, cada uno sabe cuál es su función y existe un respeto escrupuloso. "El partido está menos sindicalizado que en los años 80, por lo que la discrepancia se vive con preocupación pero no como una deslealtad", señalan en la dirección socialista.

Más información
"Hacer antes la reforma podría haber contenido parte de la destrucción de empleo"

Nada que ver con los años en que ugetistas y socialistas se declaraban hermanos. También por eso la ruptura fue desgarradora. La reconciliación no empezó hasta 1996, tras perder el PSOE las elecciones. Muy despacio el diálogo fue resultando más fluido, y la relación se estrechó con la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero a la secretaria general, en 2000. Ahora, la "paz social" que el presidente ha cuidado con mimo acaba de romperse por la reforma laboral.

Pero aunque nada es igual, hay que resaltar que un 60% de los diputados y senadores socialistas están afiliados a UGT, según fuentes parlamentarias. La lista la encabeza el propio Zapatero. El presidente del Gobierno se afilió en la Federación Estatal de Trabajadores de la Enseñanza (FETE-UGT) nada más empezar a trabajar, a principio de los años 80, como profesor universitario.

También es miembro de UGT, desde los años 70, el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. El vicepresidente tercero del Gobierno, Manuel Chaves, se afilió en 1970, antes que al PSOE. También lo son el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, y los secretarios de Estado de Política Territorial, Gaspar Zarrías; de Seguridad Social, Octavio Granado; y de Deporte, Jaime Lissavetzky.

En la ejecutiva federal del PSOE hay más ugetistas. Leire Pajín, secretaria de Organización, y otros altos dirigentes, como Elena Valenciano, Antonio Hernando, Jesús Caldera, Pedro Zerolo, Hugo Morán, Maru Menéndez (portavoz en la Asamblea de Madrid) y José María Barreda (presidente de Castilla-La Mancha). Otros son militantes de CC OO, como la portavoz en el Senado, Carmela Silva, y el diputado Antonio Gutiérrez, ex secretario general de este sindicato.

En el lado de los convocantes de la huelga, muchos afiliados a UGT tienen también el carné del PSOE. Para empezar, el secretario general del sindicato, Cándido Méndez. "¡Tengo el carné del partido desde hace casi 40 años!", exclama.

Con especial consternación vivió la huelga de funcionarios del pasado día 8 Consuelo Rumí, secretaria de Estado de la Función Pública, que inició su compromiso político en UGT, precisamente en la federación de la función pública. A ella le correspondió dar cuenta de los datos del paro, muy por debajo de las expectativas de los sindicatos. Rumí trató la situación con ostensible delicadeza para no ofender ni provocar a estos, con los que ya ha reanudado el diálogo.

Esa es la línea por la que discurren todas las manifestaciones y actitudes de los socialistas. Ahora bien, ni un paso atrás en la decisión de respaldar la reforma laboral. "No hay duda de que la lealtad está con el Gobierno y con el Grupo Parlamentario, por lo que se respetará absolutamente la disciplina de voto", dice la diputada del PSC Isabel López Chamosa, muy vinculada a UGT. Es la misma posición que mantiene Jesús Membrado, secretario general de UGT de Aragón hasta que cambió su actividad sindical por la de diputado. Aunque no hay duda de que no se romperá la disciplina de voto, son muchos los parlamentarios que se acercan estos días a Membrado para que les aclare las acusaciones de los sindicatos.

El diputado Manuel De la Rocha resalta la diferencia entre ser afiliado y ser militante. Él es militante, como otra decena de diputados. La mayoría ha optado por respaldar al Gobierno incluso en el tema de fondo, y no solo en lo que al voto se refiere. De la Rocha se siente "más cercano a UGT en los planteamientos de reforma laboral". Pero por encima del desencuentro se superpone "la gravedad de la crisis" y la embestida de toda la oposición contra el Ejecutivo de Zapatero.

SCIAMMARELLA

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Anabel Díez
Es informadora política y parlamentaria en EL PAÍS desde hace tres décadas, con un paso previo en Radio El País. Es premio Carandell y Josefina Carabias a la cronista parlamentaria que otorgan el Senado y el Congreso, respectivamente. Es presidenta de Asociación de Periodistas Parlamentarios (APP).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_