Los observadores critican el desarrollo de las elecciones rusas, pero avalan el resultado
Dicen que reflejan la voluntad del electorado, pero no han sido totalmente "libres y justas".- Medvédev garantiza una política continuista al suceder a Putin como presidente de Rusia
Los observadores occidentales enviados a las elecciones presidenciales rusas, celebradas ayer, han expresado hoy sus dudas sobre los comicios, aunque sí que han reflejado las preferencias del electorado. Como estaba cantado, el candidato del Kremlin, Dimitri Medvedev, delfín del presidente saliente Vladímir Putin, ha sido el ganador con el apoyo de alrededor del 70% de los votantes. La oposición habla de "farsa" y llama a la movilización en la calle.
Según los observadores de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, no se puede decir que las elecciones hayan sido totalmente "libres y justas", pero sí reflejan la voluntad de los electores. Andreas Gross, jefe de la misión de observadores, sostiene que "los resultados de las presidenciales son reflejo de la voluntad de un electorado cuyo potencial democrático, desgraciadamente, no ha sido explotado". Entre las pegas concretas que han observado está la falta de igualdad del acceso de los candidatos a los medios de comunicación y las dificultades para inscribirse. "Se repitieron muchos errores de las elecciones legislativas [de diciembre]. Ni una de las preocupaciones que hemos expresado ha sido tomada en consideración", ha dicho. Finalmente, entiende que los resultados suponen "un voto de confianza para el presidente actual", Putin, que eligió a Medvedev como sucesor para asegurar una política de continuidad y para poder seguir teniendo un papel en la política rusa.
De hecho, en sus primeras declaraciones, Medvédev ha garantizado que su Gobierno, cuya composición no se desvelará hasta después del 7 de mayo, día elegido para la investidura, será una "continuación" de la presidencia de Putin. "Tenemos la oportunidad de cimentar la estabilidad y recorrer la senda que hemos estado siguiendo en los últimos años", ha proclamado Medvédev, acompañado del propio Putin, quien ha asegurado que "el pueblo ha votado continuidad". El propio Putin será el primer ministro de ese Gobierno, después de aceptar la invitación que le hizo su antiguo colaborador, y los demás nombramientos contarán con su victo bueno. Dmitri Medvédev, de 42 años, que se convertirá en el jefe de Estado más joven de la historia de la nueva Rusia. En todo caso, Medvédev ha aclarado que será el presidente, y no el primer ministro, quien dirija la política exterior del país.
Las de los observadores no son las únicas dudas sobre los comicios. La oposición las ha calificado de "farsa" y ha anunciado que contestará en la calle. El partido La Otra Rusia, que incluye a liberales, nacionalistas y activistas de izquierda, y el Frente Cívico Unido, la formación del ex campeón mundial de ajedrez Gari Kaspárov, han convocado dos marchas en Moscú y San Petersburgo para protestar por la "farsa".
Una victoria aplastante
Medvéded ha arrasado, como estaba previsto, en los comicios. Ha quedado ganador, con un 70% de los votos, seguido del comunista Guennadi Ziugánov, con un 18%. En tercer lugar se situaba el ultranacionalista y demagogo Vladímir Zhirinovski, con el 10%. Cerraba la lista Andréi Bogdánov, el excéntrico líder de un fantasmal partido (con poco más del 1%).
La campaña electoral ha estado marcada por una enorme desigualdad de oportunidades. El Kremlin dio instrucciones de no registrar a ningún candidato de la oposición liberal reformista. Con pretextos técnicos, fue eliminado el ex jefe del Gobierno, Mijaíl Kasiánov, y el resto de los aspirantes -Kaspárov, el ex viceprimer ministro Borís Nemtsov y el ex disidente soviético Vladímir Bukovski- se vieron obligados a renunciar en las etapas iniciales de la contienda. Además, los candidatos autorizados han ocupado un espacio marginal en las televisiones, mientras los telediarios eran copados por Medvédev. Todo se ha hecho para poner a Medvédev como el único candidato posible y a los demás como candidatos no fiables.
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