España queda fuera del optimismo internacional sobre la recuperación
El BCE y la OCDE revisan al alza el crecimiento de la eurozona - Salgado: "La mejora es una percepción general"
Corre por ahí un trabajo de un economista serio, Barry Eichengreen, titulado Un cuento de dos Depresiones, con varios gráficos demoledores que comparan la situación actual con la de los años treinta del siglo pasado. Durante dos años el pesimismo ha campado a sus anchas entre los expertos y las autoridades económicas, sepultados bajo un alud de datos negativos. Pero en los últimos meses han empezado a surgir los primeros destellos de optimismo: primero con timidez -los polémicos brotes verdes-, y progresivamente con mayor atrevimiento. Ese cambio de tendencia culminó ayer con un buen puñado de noticias positivas que anuncian, por lo menos, un cambio de estado de ánimo en la economía global del que España apenas participa.
El eurobanco mantiene los tipos de interés en el 1%
El Banco Central Europeo (BCE) y la OCDE revisaron al alza el crecimiento de la eurozona, aunque el organismo que agrupa a los países ricos avisó de que España estará en el furgón de cola de la recuperación, una percepción que coincide con los datos recientes del propio Gobierno. La salida de la crisis será lenta en toda Europa; pero aún mucho más lenta (hasta un año de retraso) en el caso de la economía española, atenazada por el paro.
Con todo, también aquí empiezan a verse signos de luz: el Instituto de Crédito Oficial anunció que mejora la confianza del consumidor, y los analistas de Funcas, la fundación de cajas de ahorros, aseguraron que el batacazo podría ser menor de lo esperado en 2010. Eso le bastó a la vicepresidenta económica, Elena Salgado, para asegurar que la mejoría de la situación de España "es ya una percepción general que empieza a extenderse, y no únicamente un discurso del Gobierno".
Salgado citó la recuperación de las ventas de coches, el efecto balsámico del sorprendente crecimiento de Francia y Alemania y la mejoría -por sexto mes consecutivo- de la confianza, pese a que eso no se traduce aún en el consumo privado. "Quedan trimestres complicados, pero lo peor, lo más agudo, está quedando atrás", sentenció la ministra.
No es ésa la percepción que existe fuera de España. "Hay buenas noticias: vamos por buen camino", abrió fuego ayer el economista jefe de la OCDE, Jörgen Elmeskov, al presentar en París las previsiones para los próximos meses de los países desarrollados. Eso sí, España "tendrá más problemas que otros", avisó Elmeskov, con dos escollos peligrosos: la crisis inmobiliaria y el desempleo. La OCDE pronostica una salida de la recesión más rápida de lo que veía hace meses en la eurozona (una caída del 3,9% este año, frente a la previsión anterior del 4,8%) y Japón, pero no en EE UU.
El economista jefe de la OCDE señaló que esta crisis global ha diferenciado dos grandes grupos de países: los que se han visto estragados por el desempleo y los que no lo sufren. España destaca en el primer grupo, con más de cuatro millones de parados, según la Encuesta de Población Activa. Varias casas de análisis internacionales señalan en rojo ese dato como un problema que puede explotar en varias direcciones: mayor déficit público, menor consumo y dificultades para alcanzar el crecimiento potencial "hasta 2011", según Goldman Sachs.
El BCE se sumó al optimismo de la OCDE. Su presidente, Jean-Claude Trichet, dejó intactos los tipos de interés en el 1% y mejoró sensiblemente las previsiones para 2009 (con una caída del 4,1%, frente al 4,6% anterior) y sobre todo para 2010, con un crecimiento medio del 0,2%. Eso sí, con la ambigüedad habitual: "Sería del todo erróneo anunciar que ha vuelto la normalidad. La incertidumbre sigue siendo un elemento muy importante: hay un camino lleno de trampas por delante". "Cautela y precaución", pidió ante amenazas como el paro. Pablo Guijarro, de AFI, dijo que hay elementos para pensar que la economía se estabiliza, "pero Trichet acierta cuando avisa de que es pronto para hablar de normalidad, especialmente si se piensa en economías como la española".
Pese al alza del déficit, Trichet alertó del peligro que supondría retirar las ayudas públicas. Salgado coincide: "No es el momento de eliminar los estímulos, pero sí de diseñar una retirada gradual y coordinada para cuando la recuperación se consolide".
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