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EE UU y Alemania estudian nuevas estrategias para los activos 'tóxicos'

El Foro de Davos pide una regulación financiera más estricta

Pinta en bastos. La mayor recesión desde la II Guerra Mundial empieza a provocar las primeras tensiones sociales. La ministra francesa de Economía, Christine Lagarde, cerró ayer el Foro Mundial de Davos con una seria advertencia sobre los problemas que causará el aumento del paro en todo el mundo.

Los más de 40 jefes de Estado y de Gobierno que han desfilado por Davos reclaman al G-20, que se reunirá en Londres el próximo 2 de abril, una vuelta de tuerca a la regulación financiera que acabe con los desmanes en el sector bancario de los últimos años. Y que no olvide una idea que gana fuerza entre los Gobiernos a medida que avanza el huracán financiero: la creación de un banco malo que se quede los activos tóxicos y suavice la fenomenal crisis de confianza en los mercados.

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Tras más de 100 horas de debates, los políticos, banqueros y economistas que han pasado por la estación de esquí alpina constatan los problemas de descoordinación de los planes de rescate bancarios nacionales, que ahora gravitan en torno a las soluciones "banco bueno/banco malo". El Estado sueco optó por esa medida en la crisis bancaria de los años noventa, y Suiza adoptó el año pasado una solución parecida para estabilizar el gigante UBS. La nueva Administración de Obama tiene previsto poner en marcha medidas similares en las próximas semanas, e incluso el Ejecutivo germano quiere que los bancos creen vehículos individuales para sus activos tóxicos, respaldados con garantías estatales, según Financial Times.

La canciller alemana, la democristiana Angela Merkel, precisó la idea de crear bancos malos particulares, uno por cada banco privado que quiera limpiar sus cuentas. El modelo deja la responsabilidad sobre los activos ruinosos en manos de la empresa. El banco malo privado recibiría garantías estatales, mientras que el buen banco resultante de la separación podría solicitar ayudas del fondo de rescate Soffin y presentar cuentas saneadas, informa Juan Gómez.

En sus declaraciones del sábado, la canciller fue tajante: "No se puede obligar al contribuyente a que compre las malas inversiones para que los bancos sigan ganando dinero con las buenas". Sin embargo, el semanario Der Spiegel calcula que el plan costaría al Estado otros 120.000 millones de euros, a sumar a los 80.000 millones dispuestos por el primer plan de ayuda decidido el pasado octubre. Son 200.000 millones del erario público para tapar el agujero bancario.

Sin embargo, no hay unanimidad en Davos sobre la idea. El premio Nobel Joseph Stiglitz dijo que la puesta en marcha de bancos malos supondría para los contribuyentes "pagar dinero por basura" y un nuevo incremento del endeudamiento público.

Tanto Stiglitz como varias personalidades presentes en Davos apuestan, por el contrario, por crear bancos desde cero con el apoyo del Estado, de manera que el público tenga la total seguridad de que en sus balances no figuran activos tóxicos. El objetivo es recuperar la maltrecha confianza en el sector bancario. El financiero George Soros expresó una idea parecida en sus comparecencias en el foro a lo largo de la semana: dejar los activos tóxicos -hipotecas basura y otros productos financieros que ahora la banca no puede comprar ni vender- en los bancos existentes actualmente y crear nuevas entidades - "bancos buenos", dijo el multimillonario estadounidense- con los activos no dañados que cuenten con el respaldo del sector público.

Las alternativas son muchas. Reino Unido ha optado en el último año por las inyecciones de capital en los bancos y por ofrecer garantías públicas a las entidades, con la posibilidad de avalar con dinero público los activos basura. Sin embargo, en la última semana, se ha hecho un hueco la idea de la creación de un banco malo, que puede ser discutida en el Parlamento.

Alan Blinder, vicepresidente de la Reserva Federal hace una década, se mostró seguro de que el nuevo secretario del Tesoro, Tim Geithner, adoptará una de las versiones del banco malo en EE UU, informa Reuters. No será barato implantar esta medida. Su coste podría alcanzar los cuatro billones de dólares, que habría que sumar a los 825.000 millones de dólares del plan de estímulo de Obama y al programa de rescate de la banca de la anterior Administración por 700.000 millones de dólares.

En el G-20 se darán los primeros pasos con vistas a una mayor regulación financiera, al menos en dos direcciones: asegurar que los fondos públicos en los bancos son gestionados correctamente, y limitar la asunción de riesgos. En la clausura de Davos, el presidente del Foro, Klaus Schwab, reclamó "un mayor peso" de instituciones como el G-20, que reúne a los países más ricos junto con algunos de los emergentes más pujantes, y que fracasó estrepitosamente tras la última cumbre, en Washington, en la que reclamó a los Gobiernos pasos adelante en la regulación financiera y en el comercio internacional, con el cierre de la Ronda de Doha.

Klaus Schwab (izquierda) y el arzobispo surafricano Desmond Tutu, en la clausura del Foro Económico Mundial de Davos.
Klaus Schwab (izquierda) y el arzobispo surafricano Desmond Tutu, en la clausura del Foro Económico Mundial de Davos.EFE

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