"Asuman la quita del 50% o prepárense"
Merkel y Sarkozy desafían a la banca P La dirigente alemana advirtió a los representantes del sector de las consecuencias de rechazar el acuerdo
¿Merkel y Sarkozy o Merkozy, como apodan en Bruselas a la inestable pareja que gobierna Europa han logrado domar a los banqueros esta semana? O mejor dicho, ¿están los banqueros dispuestos a perder el 50% de su inversión en Grecia, es decir, unos 100.000 millones de euros? Esta es la mayor de las incógnitas que quedan por descifrar de los acuerdos alcanzados en las cumbres de esta semana. Lo cierto es que a pesar de las múltiples y dilatadas reuniones de los líderes europeos, la clave del encuentro se sustanció en dos brevísimos encuentros en el despacho del presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, con Merkel y Sarkozy y los representantes de la banca, encabezados por Charles Dallara, director general del Instituto Internacional de Finanzas (IIF), que representa a los 400 bancos más importantes del mundo
En el primer encuentro, que se celebró hacia las ocho de la tarde del pasado miércoles, Merkel y Sarkozy, ante la presencia de José Manuel Barroso y el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, expusieron al jefe de los banqueros la necesidad de que la banca asumiera una quita del 50% de la deuda griega, como única manera de que Atenas pudiera devolver el resto. El presidente francés insistió en que "no fue una negociación". "Nosotros", añadió, "dimos unas directrices y ellos tomaron nota".
Los banqueros no se dejaron impresionar demasiado por esta advertencia. Poco después de la medianoche, Dallara manifestó: "No hay acuerdo sobre ningún elemento" de un pacto global.
Mientras transcurría la noche y empezaba a flotar la idea de convocar una nueva cumbre, el Grupo de Frankfurt intensificaba sus conversaciones con los banqueros. Este grupo se había constituido el pasado 19 de octubre, con ocasión de la despedida de Jean-Claude Trichet, al frente del Banco Central Europeo. En él participaron también la directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, el ministro de Economía alemán, Wolfgang Schäuble, y el comisario Olli Rehn, recién elevado al rango de vicepresidente de la Comisión y comisario del euro. Pero las gestiones no avanzaban.
Poco antes de las dos de la madrugada, Sarkozy y sobre todo Merkel, viendo que la cumbre, la número 14 desde que hace 21 meses estalló a crisis del euro, se abocaba al fracaso, convocaron por segunda a vez a los banqueros. En este segundo encuentro, al que también asistieron Barroso, Juncker y Lagarde, la canciller alemana lanzó su órdago. "O asumen una quita del 50% o prepárense para las consecuencias de una suspensión de pagos de Grecia. Merkel reprochó a los banqueros que no querían perder más de un 40% pensando que los líderes de la UE carecían de margen de maniobra y no podían finalizar la cumbre sin un acuerdo.
Dallara se quejaba de que dadas las circunstancias difícilmente se le podía llamar a esto un "acuerdo voluntario". Uno de los mandatarios de la UE asistentes a la reunión insistió en las palabras de Sarkozy: "En ningún momento hubo negociación".
Es difícil saber cuál era mayor el farol, el de Dallara negándose a aceptar las condiciones pensando en el escaso margen de la UE o el de Merkel amenazando con la suspensión de pagos de Grecia. Una fuente comunitaria que ha seguido las negociaciones desde primera línea aseguró: "La línea roja de la UE fue la suspensión de pagos de Grecia. Se podía aceptar todo menos eso".
Al final los banqueros se plegaron. Pero, ¿qué es lo que realmente han aceptado? En su declaración posterior a la cumbre, el presidente del IIF, Josef Ackermann, presidente del Deutsche Bank, mostró con la retórica habitual su "satisfacción por el acuerdo alcanzado". "El resultado", añadió, "es bueno para Grecia, Europa y los inversores y deseamos su pronta aplicación". Dallara fue más cauteloso al afirmar: "Deseamos trabajar con las autoridades griegas y europeas para convertir este marco en un acuerdo concreto que pueda reducir la deuda griega a un ritmo sostenible".
Si se lee atentamente la declaración final de la cumbre, "el nuevo programa deberá ser acordado para finales de 2011 para que el intercambio de bonos pueda aplicarse a principios de 2012". Quedan, por tanto, todavía dos meses de negociaciones. Uno de los aspectos ligados a ellas es la garantía ofrecida por la UE de 30.000 millones de euros sobre el resto de la deuda para endulzar la aceptación por la banca. ¿Cuánto perderá de verdad la banca? ¿Qué bonos y a qué precios tenía contabilizada la deuda griega?
A medida que pasan las horas crecen las dudas sobre el alcance de los acuerdos de Bruselas. Una de ellas es la ampliación de la potencia del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) desde los 280.000 restantes hasta un billón de euros. Janis A. Emmanuoilidis, analista senior del European Policy Centre (EPC), considera que "falta un número de detalles clave, que todavía se han de elaborar y dejan muchas cuestiones por contestar". Tampoco queda clara cuál será la participación del FMI y la UE se limita a "pedir que continúe participando en el nuevo programa griego".
Sobre la conversión del fondo en una especie de aseguradora que garantice el 20% de las nuevas emisiones de deuda de los países en apuros, Daniel Gros, director del Centre for European Policy Studies, cree que es "ilegal, porque el Tratado no permite a los Estados de la UE garantizar la deuda de otros". También hay dudas de si para la recapitalización bancaria bastarán los 106.000 millones acordados, cuando se estimaban 200.000.
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