Más certero que Hugo
Higuaín, que empezó como suplente en el Madrid, mete un gol cada 69 minutos, por uno cada 80 del mexicano
El ex portero Rubén Cousillas fue compañero de Jorge Pipa Higuaín en San Lorenzo hace 30 años. Hoy Cousillas es el ayudante de campo de Manuel Pellegrini en el Madrid y dedica varias horas diarias a entrenar a Gonzalo, alias Pipita, hijo de su ex compañero. No es tarea fácil. Sobre todo en los partidos en campo reducido que Cousillas se encarga de arbitrar. Allí el Pipita vive cada jugada, cada acción, como si fuese la última. "Tres a dos para los naranjas", va cantando el técnico, según entran los goles. Y el Pipita, que va con el peto amarillo, estalla. Suelta un alarido estremecedor que suena raro en un tipo que, habitualmente, se maneja con moderación: "¡La concha de la lora nos están robando! ¡Vamos tres a tres!".
Pellegrini: "A los defensas les cuesta aguantarlo cuando toma velocidad"
Cousillas asiste a la escena impasible como un domador de leones. Higuaín vuelve a intentar marcar. Está encendido. A sus 22 años vive el fútbol con esa mezcla de violencia y placer que caracteriza a los deportistas rioplatenses. El espíritu competitivo le ha permitido pasar de ser suplente de Raúl y Benzema, al principio de la temporada, a convertirse en el único jugador capaz de mantener un duelo artillero con Messi.
El jueves, después del partido de Getafe , a los jugadores y a los técnicos del equipo local les sorprendió el aplomo con que se movía por el túnel de vestuarios. "Se siente el jugador más importante del Madrid", recordaba ayer un técnico; "se siente más importante que Ronaldo".
Higuaín tiene motivos para estar orgulloso. Suma 22 goles, por 25 de Messi, en un campeonato que él empezó con dos meses de retraso. Hasta la novena jornada su situación habitual fue el banquillo. Aunque ayer Pellegrini afirmase que siempre supo que su delantero se convertiría en el goleador que es. "Para mí no es una sorpresa", dijo el técnico, "lo vemos entrenarse todos los días. Sabíamos que iba a ser un goleador. Es un jugador joven que año tras año ha ido mejorando. Tiene una potencia que hace que a los defensas les cueste muchísimo aguantarlo cuando toma velocidad. Y todavía tiene una importante cuota de mejoría".
Pellegrini dice que sabía muchas cosas. Pero prefirió reservar a su perla para darle más minutos a Raúl y a Benzema. Al parecer, obró con cautela política. Ahora el entrenador dice que el delantero tiene potencial para evolucionar. Si da un paso más, Higuaín romperá todos los techos artilleros de la historia. Le bastará con mantener sus números actuales. Hay que remontarse a Hugo Sánchez, a Puskas y a Di Stéfano para encontrar una frecuencia anotadora parecida a la suya. Higuaín marca un gol cada 69 minutos. Hugo hizo uno cada 80 en la temporada 89-90 -esa temporada batió el récord de la Liga con 38 goles-, Ferenc Puskas uno cada 86 en la 59-60, y Di Stéfano uno cada 87 en la 56-57. Son tres puntos culminantes en la trayectoria de tres de los más grandes goleadores de todos los tiempos. El Pipita está a punto de superarlos con todo un repertorio de definiciones. Ha metido 11 goles de zurda, 10 de derecha y uno de cabeza. Ocho al primer toque, seis a dos toques, y seis tras una jugada personal.
Acaba contrato en 2013. Sin embargo, está negociando un aumento con el Madrid. Gana un millón y medio de euros y pide ganar lo mismo que Benzema, que se embolsa cuatro millones netos al año. La exigencia parece justa, vista la jerarquía y las cifras de uno y otro. De momento, el Madrid le ofrece algo más de dos millones netos. Las conversaciones se prolongan en medio de especulaciones. Pasa el tiempo y a las inmediaciones de Higuaín se aproximan agentes del Manchester City, el Manchester United, el Chelsea y el Barcelona.
Florentino Pérez, el presidente, consideró a Higuaín un pimpollo por florecer. Apostó por Benzema, e incluso fantaseó con fichar a Rooney, a Forlán o Agüero. No se sabe lo que tiene en mente ahora. Una cosa es segura. La explosión del Pipita le obliga a pensar que está ante un jugador demasiado apreciado por la hinchada. Como dice un directivo: "¡No podemos vender a un tío que te mete 30 goles por año!".
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