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Reportaje:

Asalto final en el Himalaya

La surcoreana Oh ataca desde ayer el Annapurna y Pasaban se enfrenta hoy al Sisha Pangma en la lucha por el último 'ochomil'

EL PAÍS

Amor y odio. Tensión y patrocinio. El debate es eterno: Edurne Pasaban y la surcoreana Eun Sun Oh están ahí, intentando hollar su último ochomil, el que convertirá a una u otra en la primera mujer que escala las 14 cimas más altas del planeta.

El asunto no es estéril. De ser la primera a ser la segunda (lo mismo ocurre con los hombres) hay un sensible cálculo de futuribles en los planes de la montaña. Así, Oh y Pasaban exploran sus alternativas psicológicas y deportivas en esta última etapa del Tour del Himalaya. Pasaban ataca el Sisha Pangma; Oh, el Annapurna.Todas las armas valen. Pasaban, a sabiendas de que parte en desventaja, se ha apresurado a cargar contra su rival. Cada denuncia iba seguida de un arrepentimiento espiritual. Un juego mediático que se ha instalado al pie de la montaña.

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La alpinista española acusó ayer a la surcoreana de viajar en helicóptero a los campos base, de ascender con oxígeno e incluso de no ascender a los ochomiles, falseando su andadura. Nada se ha probado. Las comprobaciones, científicamente, son imposibles. Nadie espera en la cumbre a ver quién llega.

Pasaban viaja con la televisión española y Oh con la surcoreana, empeñada en transmitir el asalto a la cima, lo que obliga a planificarlo en su hora y con un satélite artificial. Una situación extraña en el mundo occidental, pero natural en Corea del Sur, donde el montañismo es el deporte rey.

Oh arrancó ayer, lo antes posible, consciente de que su reto, el Annapurna, es más exigente que el Sisha Pangma, el de Pasaban, el más bajo de los ochomiles. Pero las montañas están en manos de las circunstancias meteorológicas más que en los pies de las propias alpinistas. Presumiblemente, hoy martes es el día feliz tras las nevadas y los sedac (bloques de hielo) que presagian una ascensión más razonable. "La meteorología suele dictar su sentencia", dice un experto alpinista; "no siempre depende de ti".

La montaña manda, como le ocurrió a Oh cuando tuvo que regresar al campo base a la vista de la coyuntura climatólogica adversa que le esperaba el sábado en el Annapurna. La naturaleza no tiene calendario. La comunicación, sí.

Cada vez que ha visto su trono en peligro, Pasaban ha reaccionado contra Oh dándole donde más duele: acusándola de no haber subido donde dice haber llegado: trampas de fotoshop, declaraciones de sherpas. Nada oficial porque nada es oficial en el Himalaya. Y al día siguiente de sus acusaciones, como en un guión, la guipuzcoana lamenta la polémica creada por lo que dijo que le dijeron los sherpas.

Una dinámica extraña antes de encarar dos montañas con un intríngulis más deportivo que esa guerra mediática que persiguen. Oh tiene que superar la magia de la montaña sagrada, en la que la climatología influye con rabia. Y Pasaban se enfrenta desde hoy al más pequeño de los ochomiles, pero al más irresistible. La última cresta, entre la antecima y la cumbre (unos 300 metros) es lo que todos los alpinistas quieren evitar. De hecho, circulará por la vía del difunto Ochoa de Olza, que rodea la cima y la encara por detrás, eludiendo esa escalada horizontal de extrema dificultad.

Lo cierto es que Oh está en el campo 3 del Annapurna, (a 7.300 metros) mientras Pasaban partirá hoy del campo base del Sisha Pangma. La carrera ha empezado, pero a destiempo.

Oh Eun-Sun,  la competidora de Edurne Pasaban.
Oh Eun-Sun, la competidora de Edurne Pasaban.AFP

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