El reino de las sombras
Como un antihéroe del western que no sabe viajar sin su pistola, siempre dispuesta para cualquier contratiempo, José Luis Guerin recorre el mundo armado con su cámara. Las invitaciones de múltiples festivales internacionales para participar en ellos con su anterior trabajo, En la ciudad de Sylvia, le llevaron a rodar una especie de diario visual que tiene poco (o nada) de egocéntrico y mucho de universal: Guest, la curiosa, elegante, certera y respetuosa mirada del invitado. Entre el reporterismo y la pintura, Guerin se introduce en las almas del ser humano (de Italia a Macao, de Estados Unidos a Chile, de Cuba a Brasil, de Israel a Colombia) y filma (o, más bien, atrapa) el latido del ser humano, el de esos sabios de la existencia que deambulan a pie de calle sin que nadie les reconozca, entre palomas a la caza de una migaja de pan en una plaza cualquiera de un lugar cualquiera, entre chabolas que apenas se tienen en pie, con la dignidad del que nada espera, del que nada debe.
GUEST
Dirección: José Luis Guerin.
Género: documental. España, 2010.
Duración: 126 minutos.
Asombra la capacidad de Guerin para encontrar personajes
Como en las inmensas novelas de Pío Baroja, los personajes entran y salen de su película a toda velocidad, con el atractivo de la inmediatez y el poso de la demente cordura, sin más explicaciones sobre quiénes son que los propios actos y palabras de cada sujeto. La capacidad de Guerin para encontrar personajes, eso tan aparentemente fácil y a la vez complicado, una virtud ya demostrada en la sensacional En construcción (2001), tiene aquí el valor añadido de la barrera del tiempo. En Guest se acumulan la tristeza disfrazada de aburrimiento de una joven mujer en Cuba, el encuentro del cineasta con otro pistolero con cámara llamado Jonas Mekas, el precioso homenaje cinéfilo a la Jennie de William Dieterle, las grandísimas estrategias revolucionarias de un aparente zumbado que va por la vida con una camiseta de Superman y una mente preclara, la charlatanería de cualquier punto de reunión para predicadores en múltiples zonas del mundo, el zapping televisivo de las gélidas habitaciones de hotel, alguna joya del humor no intencionado ("Ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los borrachos, como el que está ahí en esa esquina, entrarán en el Reino de los Cielos", clama en una plaza chilena un desarrapado apóstol), y la paradoja del que está alojado en hoteles de cinco estrellas gracias a las invitaciones de los festivales, pero sale a buscar entre la miseria un halo de esperanza, de vida.
Lejos de En la ciudad de Sylvia (2007), reflexión sobre la identidad, la pérdida y el reflejo, con bellísimos momentos, pero demasiado ensimismada y con un cierto regodeo en su propia estrategia, la nueva película de Guerin está mucho más cerca de En construcción y nos remite al cine primigenio.
Según se desvela en una secuencia de Guest, cuando el novelista ruso Máximo Gorki acudió a su primera proyección cinematográfica, la definió de este modo: "Anoche estuve en el reino de las sombras". Unas sombras, ¡y unas luces!, que expulsan su aliento a la cámara de Guerin. Y quedan atrapadas para siempre.
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