El puzle encaja
Han tenido que pasar 28 años para poder ver por fin el dibujo completo de la más extraña saga jamás abordada por el cine (nunca se había propuesto antes una estructura que comenzara por el medio, siguiera con el final, afrontara los orígenes y, sólo en su culminación, terminara de construir el rompecabezas). Y la pieza que faltaba encaja a la perfección: será, como dice George Lucas, que siempre estuvo en su cabeza o por otras razones, la sexta entrega de La guerra de las galaxias ata todos los cabos dejados sueltos hasta ahora.
Desde aquella premonitoria primera parte, entretenida peripecia de aventuras espaciales sin más pretensiones, hemos llegado hasta aquí, el mayor fenómeno de recaudación global de la historia del cine. Por el camino, las aventuras se han ido haciendo más oscuras y adultas (y esta entrega, la que más), se han cargado de más connotaciones, algunas pedestremente religiosas, pero sin olvidar nunca lo que ha constituido el principal atractivo de la serie: el puntual ejemplo de hasta dónde han llegado los efectos especiales en su imparable carrera de sofisticación.
LA VENGANZA DE LOS SITH
Dirección: George Lucas. Intérpretes: Ewan McGregor, Natalie Portman, Hay-den Christensen, Ian McDiamid, Frank Oz, Samuel L. Jackson. Género: ciencia-ficción. EE UU, 2005. Duración: 140 minutos.
Como hizo Honoré de Balzac en su Comedia humana, también aquí vemos fugazmente a personajes llamados a ejercer, en el futuro de la progresión narrativa (pero en realidad en nuestro pasado), algún papel de relieve, sea Chewbacca, el robot C-3 PO o los niños Luke y Leia, que nacen del terrible parto de Amidala; también aquí se perora (se habla mucho en el filme, pero la mezcla entre acción y remansos narrativos es sumamente eficaz) sobre los riesgos de la democracia y la necesidad de protegerla frente al totalitarismo.
La atracción del mal
Pero lo que viene a confirmar el filme es que, a pesar de que lo que constituye el tema central de todo el asunto no es otro que el enfrentamiento entre el Bien y el Mal, el poder de atracción de éste es muy superior a las bondades banales de aquél. De ahí ese papel de verdadero centro de la narración de Darth Vader: que su transformación, máscara y artilugios mecánicos mediante, sea el momento culminante de las seis películas arroja mucha luz sobre el verdadero atractivo del villano.
Es Vader el origen y el final de todo... a pesar de las peroratas pretendidamente democráticas y de que desde siempre se nos ha instado a empatizar con el Bien... y será seguramente Vader quien permanecerá con más fuerza sobre el imaginario colectivo. Seguro.
Babelia
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