El negocio del fútbol
Que ciertas películas tengan más pinta de operación comercial que de película no tiene por qué ser malo... siempre que detrás haya una película. Pero en El sueño de Iván, coproducción escrita y dirigida por un cada vez más alicaído Roberto Santiago, solo se intuyen las intenciones: captar al amplísimo mercado infantil aficionado al balón en los países latinos con una historia protagonizada por niños futbolistas que vendría a ser algo así como la respuesta contemporánea, con el balompié como fantasía global, a aquellas películas de Parchís, Torrebruno o los Payasos de la Tele de los años setenta y ochenta.
El problema de la mayoría del cine familiar es que suele tratar a los niños como tontos y El sueño de Iván solo es una más desde su premisa: con vistas a la recaudación de fondos para un país africano, una selección con los mejores jugadores del mundo se va a enfrentar a una selección mundial de niños de 11 años.
EL SUEÑO DE IVÁN
Dirección: Roberto Santiago. Intérpretes: Demián Bichir, Ana Claudia Talancón, Óscar Casas,
Carla Campra. Género: infantil.
España, México, 2011.
Duración: 100 minutos.
Si además, contraviniendo toda lógica, la película acaba teniendo menos de fútbol que de aspectos colaterales (entre otras cosas, los entrenadores son rivales a muerte porque la mujer de uno lo abandonó por el otro), y tanto en las tramas infantiles como en las adultas hay un rancio tufo a machismo en las relaciones afectivas, ya está todo dicho. O quizá no: el mejor jugador del mundo es un ¡coreano! que, pese a los efectos especiales, golpea el balón como si le diera a un melón.
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